Exoplanetas

Hay incontables mundos ahí fuera

Fotografía de María Arranz

La singularidad de nuestro planeta, la Tierra, es una de las mayores, si no la mayor, peculiaridad del universo que conocemos. Entre la vastedad del cosmos, donde las galaxias, estrellas y astros de todos los tipos se cuentan por billones, un mundo como el nuestro sigue siendo, a la luz de los conocimientos actuales, absolutamente único. No sabemos de ningún otro ejemplo de planeta en el que las condiciones ambientales hayan permitido el florecimiento y desarrollo de multitud de organismos vivientes. Hasta hace bien poco, incluso, no teníamos constancia de la existencia de otros planetas en el universo que no fueran los de nuestro propio sistema solar. Esa anómala excepción ha sido revelada más bien como una norma en muchas estrellas de las vecindades de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Desde que se descubrieran los primeros mundos en torno a otras estrellas en los años noventa, y hasta la fecha, en apenas dos décadas se han encontrado más de tres mil planetas extrasolares. Esto, en mi opinión, constituye uno de los hechos más relevantes de la astrofísica del siglo XXI, y uno de los campos con mayor proyección de futuro.

Existen varios métodos de detección de exoplanetas, de los cuales destacaría dos: el primero, conocido como el de las velocidades radiales, implica cuantificar el desplazamiento por efecto Doppler de las líneas espectrales de la estrella elegida. Este efecto es inducido por el movimiento orbital del planeta en torno a la estrella. Con este método se han descubierto gran cantidad de exoplanetas, pero solo es útil a distancias cortas, de apenas unos cientos de años luz, y requiere además que los planetas se encuentren muy cerca de sus estrellas madre. Con esta técnica, por otro lado, se pueden confirmar candidatos encontrados con el segundo de los métodos, el del tránsito. Este se basa en observar la disminución de la luz de una estrella cuando un planeta cruza por delante de esta, aunque tiene el inconveniente de que solo sirve para planetas cuyas órbitas se encuentren perfectamente alineadas con nuestro punto de vista. Precisamente este sistema de detección es el que han utilizado con enorme éxito telescopios espaciales como Kepler, específicamente dedicado a la búsqueda de exoplanetas incluso del tamaño de la Tierra.

«Las implicaciones filosóficas que para la humanidad tendría el hallazgo de un planeta en el que se lleguen a detectar evidencias de actividad biológica son enormes»

Así las cosas, parece solo cuestión de tiempo y tecnología la localización de exoplanetas similares a la Tierra, un objetivo que los astrofísicos se plantean como factible en la próxima década. El interés del descubrimiento de mundos parecidos al nuestro va más allá del puramente científico, pues todo hace suponer que estos deben existir en gran número y, por ello, las posibilidades de que alguno de estos pueda albergar vida no son despreciables: las implicaciones filosóficas que para la humanidad tendría el hallazgo de un planeta en el que se lleguen a detectar evidencias de actividad biológica son enormes.

Los científicos más optimistas creen que con los nuevos telescopios gigantes que entrarán en funcionamiento en la próxima década podremos descubrir varios miles de nuevas «Tierras», mientras que los más prudentes opinan que apenas serán un puñado. Sea cual sea el resultado, de lo que no parece haber duda es que el futuro cercano se nos muestra muy interesante. ¿Lograremos encontrar «exotierras»? Y, aún más, ¿vida? El tiempo dirá si nuestro mundo es la única excepción que parece existir en el universo o, por el contrario, una voz más en la sinfonía del océano cósmico, como decía Carl Sagan.

© Mètode 2017 - 92. El universo violento - Invierno 2016/17

Director y editor de la revista Astronomía, Madrid.