Alimentación y cáncer: ciencia versus sobreinformación

Ser diagnosticado de un cáncer e iniciar el tratamiento puede hacer que olvidemos otros aspectos cotidianos que también son una parte imprescindible de cualquier tratamiento contra la dolencia, como por ejemplo las relaciones sociales, la familia, la actividad física y la alimentación. Comer bien y moverse de forma regular es más importante que nunca durante el tratamiento oncológico, dado que es esencial disfrutar de un buen estado nutricional y físico para afrontar los diferentes tratamientos.

Muchas personas diagnosticadas de cáncer buscan información adicional sobre los aspectos alimentarios que podrían modificar para combatir la enfermedad. Investigan los productos, las cocciones, los utensilios o los hábitos que podrían ser perjudiciales o que podrían tener un efecto mágico o milagroso en el organismo. Pasan mucho tiempo recopilando información de páginas web, libros o revistas —no siempre avalados científicamente— o siguen consejos de amigos o familiares que han oído o leído sobre el tema. Esto puede generar una sobreinformación e incluso una cierta sensación de angustia, porque no saben realmente lo que es cierto y lo que no. En algunos casos, incluso, los pacientes acaban eliminando de la dieta alimentos imprescindibles para hacer frente a la dolencia o, al contrario, añaden otros, o bien hierbas o suplementos que pueden ser perjudiciales o que, simplemente, incrementan el coste de la alimentación sin ninguna evidencia real de que sean eficaces.

La mayoría de tratamientos de cáncer son largos y combinan diferentes terapias, que pueden provocar varios efectos secundarios en el paciente. Aun así, las recomendaciones alimentarias de base son las mismas para todos los tipos de procesos oncológicos y las fases del tratamiento, a pesar de que, en algunos casos, habrá que adaptarlas a medida que vayan apareciendo los diferentes síntomas o efectos secundarios. La alimentación que habría que seguir, independientemente del tipo, localización o fase del tratamiento (si no hay ninguna recomendación concreta para un caso particular), es una alimentación sana y equilibrada.

«La sobreinformación en temas alimentarios puede generar sensación de angustia en las personas diagnosticadas de cáncer, que no saben lo que es cierto y lo que no»

¿Y qué quiere decir una dieta saludable y equilibrada para una persona con cáncer? Pues casi la misma que tendría que seguir cualquier persona para mantener un buen estado de salud: 1) repartir la alimentación en cuatro o cinco comidas al día o las que hagan falta, dependiendo de cómo se encuentre y del hambre que se tenga para asegurar la energía necesaria que el cuerpo necesita; 2) comer mínimo cinco raciones de fruta y verdura al día, principalmente de temporada y proximidad; 3) asegurar una buena aportación de proteínas incluyendo en las comidas principales alimentos ricos en proteínas de alta calidad como los huevos, el pescado y marisco, y la carne blanca; 4) consumir lácteos diariamente; 5) mantener una hidratación correcta mediante una ingesta suficiente de líquidos como el agua, infusiones, caldos vegetales; 6) usar aceite de oliva virgen tanto para cocinar como para aliñar; 7) priorizar las preparaciones sencillas y las cocciones con poca grasa; 8) limitar el consumo de alcohol y reducir el de alimentos ricos en azúcares añadidos, grasas saturadas o sal; 9) comer en compañía y, en la medida de lo posible, lo mismo que el resto y 10) adaptar estas recomendaciones a los síntomas que vayan apareciendo.

Esto es el que nos dice actualmente la evidencia científica, que es el método más riguroso para buscar respuestas y que, a pesar de no ser infalible –por eso revisa continuamente los resultados y los planteamientos– es la vía de acceso al conocimiento infinitamente mejor, y la más segura. Y esto es lo que ha hecho la Fundación Alícia: revisar la evidencia científica y a la vez contar con los máximos expertos en alimentación y cáncer para crear una colección de guías que ayuden a las personas con cáncer a comer de una forma segura, sana, equilibrada y a la vez buena y placentera y sobre todo adaptada a los diferentes tipos de tumores y efectos secundarios.

© Mètode 2019 - 101. La memoria de los huesos - Volumen 2 (2019)
Responsable del área de Salud y Hábitos Alimentarios de la Fundación Alicia, Barcelona