Estamos, efectivamente, en una emergencia. Que a nadie le quepa ninguna duda. Pero si hay algo que paraliza todavía más que no asumir la situación en que nos encontramos es decir que nuestra casa está en llamas y a continuación ponernos a ver, tranquilamente, la televisión.
Tenemos que recurrir a frases menos cómodas y más enrevesadas como materia prima o producto sin procesar, porque corremos el riesgo de que la próxima vez que le digamos a un paciente que coma productos «naturales», acabe comprando un caldo, pan refinado o un zumo.
Cuando se trata de diseñar rutas de recorrido mínimo en ciudades, tiene más sentido usar la distancia Manhattan que la euclídea; por no ir atravesando rascacielos, por ejemplo.