Un lienzo que proteger

Tenía frente a mí la inmensidad de la Antártida. Kilómetros de nieve blanca bañada de caprichosos haces de luz que se inmiscuían en el movimiento casi impredecible de las nubes. Una helada perspectiva que desafiaba la paciencia de mis ojos, los cuales, casi inconscientes de lo que tenían ante sí, trataban de apoderarse de aquella escena.

Al ver sus colinas blancas, salvajes y desdibujadas, me vinieron a la memoria aquellos lienzos que mi padre apoyaba en un trastabillado caballete antes de empezar a dibujar. Unos lienzos libres, que serían marcados para siempre por el buen hacer que mi padre imprimía a base de trazos y pinceladas. Sin embargo, esa obra de arte que divisaba desde el histórico buque Arctic Sunrise parecía incluso más vulnerable. Era un paisaje extraordinario del que emanaba una gran fragilidad.

Con 14 millones de km², la Antártida es un desierto de hielo con la altitud media más alta de todos los continentes. Es además el continente más seco, frío y ventoso del planeta, que da cobijo a volcanes y grandes macizos rocosos. Entre sus glaciares, o escondidos en la oscuridad de sus aguas, habitan multitud de organismos adaptados a proliferar en ese medio tan hostil –desde las grandes ballenas azules hasta el minúsculo fitoplancton que sirve de alimento al krill antártico, un crustáceo de cuya supervivencia depende el equilibrio de los ecosistemas antárticos–. Es tal su poder, que a la Antártida le llaman la refrigeradora del planeta.

Desafortunadamente, el lienzo que contemplaba ante mí ya tenía retazos de la huella del ser humano. Estudios recientes hablan de la presencia de microplásticos en las heces de varias especies de pingüinos antárticos, de la proliferación de especies invasoras debido al incesante vaivén de embarcaciones destinadas al turismo, o del preocupante aumento de las temperaturas en el continente, habiendo marcado un récord histórico en 2022 de más de 30 ºC por encima de las temperaturas habituales. No son palabras menores: la alteración de la Antártida podría generar un efecto mariposa con consecuencias devastadoras para el resto del planeta. Es entonces cuando decidí tomar la fotografía, llevándome conmigo un lienzo que será nuestra historia la que decida cómo pintar.

© Mètode 2022 - 114. Un mundo, una salud - Volumen 3 (2022)
Investigador en Biología Evolutiva en la Universidad de Lund (Suecia). Fotógrafo de naturaleza y conservación. Entre otros galardones, su trabajo fotográfico ha ganado en tres ocasiones el Premio Capturing Ecology, organizado por la British Ecological Society.