Hildegarda

Hildegarda, per Anna Sanchis

Ilustración: Anna Sanchis

Joseph Alois Ratzinger (Benedicto XVI) canonizó a Hildegard von Bingen el 10 de mayo de 2012. Tiene gracia: un papa conservador haciendo santa a una monja más que progresista y, encima, con ocho siglos de retraso. Ambos alemanes, eso sí, porque Ratzinger nació en Baviera y Hildegarda en Renania. Gregorio IX, que era romano, ya inició el proceso de canonización de Hildegarda en 1227, pero lo dejó estar: prefirió hacer santos a Francisco de Asís, Domingo de Guzmán y Antonio de Padua, predicadores de renombre.

El caso es que Hildegarda también predicaba por plazas y calles, un hecho extraordinario en una monja y del siglo XII. Pero es que todo en Hildegarda estaba fuera de lo común. Escribía ensayo, poesía, textos místicos, filosóficos y científicos; dibujaba, componía música, curaba enfermos, predicaba a diestro y siniestro… Nacida en 1098, cuando apenas tenía ocho años sus padres la confiaron como oblata a la anacoreta Jutta von Sponheim. Poco después, ambas mujeres se enclaustraron en el monasterio benedictino de Disibodenberg, donde Hildegarda se quedó hasta 1150. Después, ya abadesa, fundó los nuevos monasterios de Rupertsberg y de Eibingen, cerca de Bingen (Renania), donde permaneció hasta que murió, en 1179.

«Cuando la mujer se une al hombre, el calor de su cerebro, donde radica el placer, hace que él saboree el gozo de la unión y eyacule su semen. Y cuando el semen ha caído donde corresponde, este fortísimo calor del cerebro lo atrae y lo retiene. Inmediatamente, se contrae la riñonada de la mujer y se cierran todos los órganos que durante la menstruación están a punto para abrirse, del mismo modo que un hombre fuerte sostiene una cosa dentro de la mano.» Es la primera descripción con intención científica del orgasmo femenino. La debemos a Hildegarda. Tiene gracia que la hiciera una monja benedictina. Figura en su obra Causa et curæ,  escrita hacia 1151, un verdadero tratado de medicina y farmacopea. Anteriormente había escrito Physica, compilación de conocimientos sobre mineralogía, botánica y zoología. Agrupó las dos obras en un corpus que denominó Subtilitates diversarum naturarum creaturarum. Plasmó en dibujos las auras jaquecosas que sufría. Tenía una aproximación holística sobre la naturaleza y los seres vivos, sorprendente en una pensadora del siglo XII.

También componía. Suyas son las partituras más antiguas que se han conservado, de forma que la música de Hildegarda, en muchas ocasiones dramatizada por ella misma en un tipo de protoóperas, es la más antigua que hoy en día puede interpretarse fidedignamente. Lo compiló todo en su Symphonia harmoniæ coelestium revelationum. También ideó una lengua con alfabeto propio, que denominó lingua ignota.

«Las monjas rivalizaban con los monjes en excelencia intelectual, lo que la contrarreforma trentina propendió a ocultar»

En los monasterios medioeuropeos de la baja Edad Media (siglos XI a XV) se produjo una enorme efervescencia cultural. Las monjas rivalizaban con los monjes en excelencia intelectual, lo que la contrarreforma trentina, patriarcal hasta la médula, propendió a ocultar. Muchas beguinas (que eran laicas consagradas), benedictinas, cistercienses, dominicanas, clarisas o brigidinas ejercieron de verdaderas «madres de la Iglesia»: Hadewijch de Amberes, Elisabet de Schönau, Brígida de Suecia, Clara de Asís, Catalina de Siena, Margarita Porete, Matilde de Hackeborn, Gertrudis de Helfta, Matilde de Magdeburgo, Beatriz de Nazaret, Juliana de Norwich o, claro, Hildegarda de Bingen son claros exponentes. Después de Trento, la oscuridad…

Oscuridad convertida en una forma de cultura misógina, dominante en toda Europa todavía ahora. El conocimiento no era propio de las mujeres, se decía. Los nazis llevaron estas obsesiones hasta el delirio. En 1936, ya en el poder, remilitarizaron la Renania que el Tratado de Versalles había desmilitarizado, a la vez que ignoraron, claro, el espíritu de Bingen y de Hildegarda. La ciencia y la infamia compartieron cuna, así pues. Trágica metáfora, ciertamente. Bienaventurada Hildegarda de Bingen: ilustrad a los cortos de entendimiento…

© Mètode 2019 - 102. Ciencia y nazismo - Volumen 3 (2019)
Doctor en Biología, socioecólogo y presidente de ERF (Barcelona). Miembro emérito del Institut d’Estudis Catalans.