¿Existieron los cíclopes?

En diferentes escenas de la mitología griega, aparecen unos personajes curiosos: los cíclopes. En la Odisea, Ulises se encuentra con Polifemo, un gigante de extrema fuerza que solo tenía un ojo en medio de la frente y que vivía en una cueva con su rebaño en tierras lejanas, junto con otros cíclopes. Polifemo aprisiona a Ulises y a sus compañeros y se los va comiendo de dos en dos, como castigo porque le han robado comida. Una noche, Ulises lo engaña y aprovecha para emborracharlo; después le clava una estaca de madera en su único ojo y lo deja ciego. Aprovechando su ceguera, Ulises y sus compañeros se escapan de la cueva donde estaban retenidos atándose a la panza de las ovejas del rebaño de Polifemo, a las que este había dejado libres para pacer. La fuerza de los cíclopes era tan legendaria que se consideró que solo ellos podrían haber hecho construcciones megalíticas, es decir, construcciones arquitectónicas con enormes piezas de piedra, como, por ejemplo, las murallas ciclópeas de Micenas, construidas en la Edad de Bronce. Otros textos de la Antigua Grecia mencionan a los cíclopes como hijos de Urano y Gea, forjadores de armas, que le habrían regalado el trueno y el rayo a Zeus. La figura caló en la cultura clásica y podemos hallar esculturas de cíclopes, con un ojo en medio de la frente, solo o decorando diferentes monumentos griegos y romanos, como el Coliseo de Roma.

Fotografía de un bebé con ciclopía, una enfermedad humana muy grave, en que se observa una boca pequeña, un único orificio ocular en medio del rostro, la nariz como una probóscide en medio del frente, y la carencia o malformación de las orejas. / Font: Sydney S. Gellis and Murray Feingold- Dominio público.

Los cíclopes, como pueblo de personas con un único ojo, no han existido nunca. En cambio, esta disposición tan particular con un único ojo central en el rostro se halla en una enfermedad humana rara autosómica recesiva muy grave, que afecta a 1 de cada 100.000 bebés en todo el mundo, llamada ciclopía. Esta enfermedad no es compatible con la vida y los bebés mueren perinatalmente. Además de tener un solo ojo, la disposición del resto de elementos de la cara está muy alterada: destacan una boca pequeña, el ojo en el centro del rostro y la nariz como una probóscide, mal formada y sin agujeros, en medio de la frente. De hecho, la ciclopía es un caso de holoprosencefalia extrema, una enfermedad causada por mutaciones en varios genes que regulan vías de señalización embrionaria en el sistema nervioso central, y en la que podemos observar externamente lo que ha sucedido internamente: el cerebro de los bebés afectados de ciclopía no tiene dos hemisferios, sino uno solo. Estas graves malformaciones neurológicas se deben a defectos en la formación del embrión de la línea mediana que divide el cerebro en dos mitades, de forma que las copas ópticas –que son una evaginación del encéfalo– no se duplican y la colocación de los elementos faciales entonces queda distorsionada y desplazada al centro.

Es evidente que el nombre de la enfermedad, ciclopía, acuñado más recientemente, está inspirado en la figura mitológica, pero ¿cómo podemos explicar que Homero describiera a los cíclopes con esa fisionomía tan particular? No es arriesgado pensar que el escritor griego o bien asistió al nacimiento de un bebé con ciclopía, o bien alguien le describió uno, de forma que el conocido poeta se inspiró en este, embelleció la figura y le proporcionó atributos como si realmente pudieran constituir una población humana. Más tarde, en la cultura occidental, a partir del Polifemo de la Odisea y de otras escenas de la mitología clásica donde aparecen los cíclopes, hemos derivado el adjetivo ciclópeo, para describir construcciones, y el substantivo ciclopía, para designar una enfermedad minoritaria.

Es interesante ver cómo nuestra cultura es, a veces, un tejido inseparablemente tramado de arte, mitología y ciencia. 

© Mètode 2024 - 122. Humanidades digitales - Volumen 3

Profesora titular de Genética de la Universidad de Barce­lona (España), con una amplia trayectoria científica y académica en genética. Dirige un grupo que investiga las bases genéticas de dolencias hereditarias minoritarias, en particular, la ceguera. Es miembro del Instituto de Biomedicina (IBUB), adscrito al CIBERER, y de varias comisiones de bioética. Es cofundadora de la empresa DBGen, dedicada al diagnóstico genético. Ha escrito dos libros divulgativos y tiene una columna semanal de divulgación científica en www.elnacional.cat.