La preocupación por los cambios que surgen como consecuencia de la actividad y desarrollo humano es un tema que la revista Mètode trató en 2001 con un monográfico de título muy sugerente: ¿Existe la ciudad soñada? En este número se reflexionaba sobre qué han sido las ciudades y en qué se han convertido. La temática de la huerta también se abordó en la revista el año 1999, con el monográfico Huertas valencianas. ¿El final de un mito?, que recogía las inquietudes por la desaparición de este paisaje y proponía cómo tendría que recuperarse este valioso patrimonio cultural y vegetal. Un patrimonio que tanto aporta a la vida de las personas. El paisaje familiar de nuestros entornos próximos, desde las pequeñas huertas de particulares a las grandes fincas de cultivo, no solo lo forma el espacio por donde nos desplazamos, sino también lo forman los olores peculiares y estacionales de este entorno: época de cebollas, época de abonar, época de quema de la paja… Cada momento nos hace respirar un olor diferente.
Vegetación y olores son las raíces que configuran nuestro paisaje particular, y una forma de recuperar estas sensaciones ha sido la moda de los huertos urbanos y domésticos. Por eso hemos pensado en hacer un breve manual para ayudar a conseguir, a partir de las semillas, gran variedad de plantas hortícolas y comestibles y disfrutarlas con los cinco sentidos. Hemos elegido esta actividad para Mètode como respuesta a las personas que leen la revista o vienen al Jardín Botánico y se muestran cada vez más interesadas en tener su propio huerto. Este pequeño huerto puede ser estacional: no es necesario embarcarnos en una producción anual, ya que la ventaja de los cultivos es que podemos elegir la época y buscar las condiciones adecuadas para que germinen y den frutos.
Antes de nada, tenemos que elegir y seleccionar las semillas de aquellas plantas que más nos interesen. Actualmente se pueden obtener semillas de muchas plantas hortícolas en una infinidad de tiendas, y de buena calidad. Hay semillas tan diminutas que parece inexplicable que puedan transformarse en una planta tan productiva como una tomatera llena de tomates.
Conseguir una plántula a partir de una semilla a veces puede ser complicado si no se realiza de la forma adecuada. Una vez hecho el plantel, hay que trasplantar las plantas y pasarlas al suelo de tablas de cultivo (en caso de huertos urbanos) o a tiestos. Para llevar a buen término este proceso, hay que seguir unos pasos que explicaremos a continuación.
ACTIVIDAD: HACER UN PLANTEL
Materiales y utensilios:
- bandejas de plástico de poca profundidad
- semillas (tomates, berenjenas, pimientos, rábano, etc.)
- ustrato
- agua sin cloro
- tiestos
Tipo de sustrato
Hay que obtener un sustrato adecuado para las semillas, ya que es la base donde estas germinarán. Tenemos que hacer una mezcla con los nutrientes necesarios para preparar un lecho adecuado para semillas. Las plántulas son frágiles y tienen poca fuerza para atravesar la tierra; por tanto, es bueno poner una mezcla de suelo ligero que no sea demasiado compacto. Para obtener un sustrato adecuado, podéis recurrir al siguiente manual de mezclas:
- Sustrato universal: una mezcla formada a base de turba. Es lo que encontramos en las tiendas de jardinería. Tiene baja aireación y media retención de agua; la aportación de nutrientes también es baja y por eso se recomienda abonarlo antes de cultivar algo (sobre todo en caso de hortalizas, ya que tienen más necesidades nutritivas que las flores).
- Fibra de coco: mezcla elaborada con restos de coco. Tiene bastante capacidad de aireación y retención de agua. Es ligera y aporta pocos nutrientes, por lo que siempre la mezclamos con estiércol, compost o vermicompost.
- Turba: tiene gran capacidad de retención de agua y nutrientes, además de buena aireación, pero contiene un pH excesivamente ácido y aporta pocos nutrientes.
- Compost: es el resultado del proceso de descomposición de la materia orgánica a inorgánica; tiene una correcta aireación y retención de agua. Aporta nutrientes y por tanto se puede emplear para abonar la mezcla.
- Arenas, perlita o vermiculita: son tierras muy sueltas que favorecen la aireación y la permeabilidad, siempre que la arena sea de río y no contenga arcilla. La vermiculita está formada por mica y feldespato, que no retienen agua.
Procedimiento:
En primer lugar, para preparar el plantel, cogeremos una bandeja y le haremos varios agujeros para que se escurra el exceso de agua. La llenaremos con la mezcla de sustrato que hemos preparado (por ejemplo, una mezcla de sustrato universal con fibra de coco o vermiculita, y también un poco de compost para abonar) y alisaremos la superficie, allanándola un poco pero sin dejar endurecer el sustrato.
En segundo lugar, esparcimos las semillas por la bandeja de forma superficial: si se hunden demasiado quizá no salgan a la superficie. Entonces, las rociamos (mejor con un pulverizador para que no se remueva el sustrato, se hundan demasiado las semillas y les cueste salir a la superficie).
Una vez aparezcan las plántulas, se pueden dejar en la bandeja de siembra hasta que tengan un tamaño adecuado. Cuando llegue el momento, las trasplantaremos en un recipiente, como un tiesto o una tabla de cultivo, o bien directamente en el suelo.
Tenemos que mantener el plantel siempre húmedo –sin encharcarlo– porque si se secan las plántulas, morirán. Los primeros días es mejor mantenerlas a la sombra, incluso en la oscuridad. Una vez aparezcan las plántulas, tenemos que proporcionarles luz del sol pero nunca de forma directa ya que las podría secar.
¡Suerte y que tengáis una buena cosecha!