Talentos escondidos

Personas. Ni siglas, ni mujeres, ni hombres. Llegará el tiempo en que nos reconoceremos y trataremos principalmente como personas. Deseo, pronóstico o utopía. En un futuro, actuaciones compensatorias contra las consecuencias de no tratarnos como personas, como por ejemplo leyes, manifiestos, pancartas, léxico neutro, cuotas o discriminaciones positivas hacia ciertos colectivos de personas dejarán de tener sentido. No harán falta. Nuestra percepción y nuestra actitud entre nosotros, las personas, las habrán hecho caer en el olvido. Y no habrá monstruos ni víctimas nunca más derivadas de una dicotomía superada socialmente, laboralmente y económicamente.

Mientras este tiempo llega, podemos hacer camino en cada ámbito de nuestra sociedad, como por ejemplo la ciencia que crece de la mano de la docencia y la investigación. Las gafas violeta, y las gafas de los otros colores del arco del cielo, son una forma nueva de percibir la sociedad, para darse cuenta de las situaciones injustas, de desventaja, de falta de oportunidades o desprecio hacia algunas personas. Esta nueva mirada intelectual se consigue cuestionando aquellos valores androcéntricos que todavía predominan actualmente. Valores que pasan desapercibidos o se dan por justos y normales, desde los ojos de las personas que no miran con perspectiva de género.

«Las científicas no llegan al 30 % del total de investigadores científicos en el mundo»

Cuando veo una fotografía o listado de escritores, científicos, ministros, astronautas, lo que sea, donde son todos hombres o visiblemente predominan los hombres siempre pienso «¡aquí falta talento!». Es un tic razonado y razonable. Me pasó la primera vez que vi la Torre Eiffel. En el perímetro de su primer piso se encuentran inscritos 72 apellidos de científicos ilustres que honraron a Francia en los siglos XVIII y XIX. Todos son hombres y no sorprende. La brecha de género en la ciencia, como en otras esferas de poder y prestigio, es ancestral y asumida. Pero ahora estamos en el siglo XXI y tampoco hemos avanzado tanto en el equilibrio de las proporciones.

Desde un punto de vista genético, los determinantes biológicos asociados al talento están repartidos de manera equitativa entre personas, hombres, mujeres y otras que no encajan en hombre o mujer. Por cada hombre con un potencial de inteligencia determinado hay una mujer con este mismo potencial. El aprovechamiento máximo del talento de un grupo de personas, desde un punto de vista puramente probabilístico, puede depender del equilibrio de la proporción entre hombres y mujeres en ese grupo. En caso contrario se estaría prescindiendo de la mitad de talento existente en la población.

La brecha de género en ciencia y tecnología es sobradamente conocida, todavía perdura y sin políticas compensatorias de igualdad de oportunidades no se equilibrará. Las científicas no llegan al 30 % del total de investigadores científicos en el mundo. Y, desgraciadamente, según algunos estudios con perspectiva de género, cada vez que aparece una crisis, del tipo que sea, esta brecha de género aumenta.

En mayo de 2021 la revista Nature hizo notar una brecha de género en la ciencia relacionada con la pandemia. Las mujeres científicas habían liderado menos proyectos y publicado menos que sus colegas masculinos en relación con años anteriores.

Según la UNESCO conseguir la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres es una prioridad global. Añadiría que, a pesar de que no se puede obviar que es una cuestión de justicia social, también es una cuestión práctica. No estamos para desaprovechar talento.

Vendrá el tiempo en que nos veremos principalmente como personas y el género será un matiz secundario, a veces irrelevante. Habremos superado muchos de los prejuicios atávicos que arrastramos desde siempre. Nos valoraremos y trataremos como personas. Trabajaremos con personas. Nos enamoraremos de personas. Nuestros ascendientes y descendientes serán, en primer lugar, personas y después madres, padres, hijos o hijas. Fácil no será, pero será justo.

© Mètode 2022 - 112. Zonas áridas - Volumen 1 (2022)
Profesora del Departamento de Genética de la Universitat de València.