¿Por qué podemos beber etanol pero no metanol?

FERNANDO SAPIÑA responde:

En nuestra vida diaria tenemos contacto principalmente con un tipo de alcohol: el etanol. Es el líquido que usamos como desinfectante de heridas debido a sus propiedades antisépticas. Y, además, consumimos bebidas que contienen esta sustancia, como es el caso de las drogas recreativas.

En las bebidas alcohólicas, el etanol aparece por la fermentación del azúcar por parte de las levaduras. Ahora, como las levaduras no pueden vivir si la concentración de etanol es alta, por fermentación tenemos soluciones con un grado máximo de alcohol del 16%: las bebidas con mayor contenido de alcohol se obtienen por destilación del líquido obtenido tras la fermentación.

Nuestra capacidad para metabolizar el alcohol la desarrollaron hace millones de años unos mamíferos antepasados nuestros para hacer frente al etanol y a las cantidades mucho menores de metanol que contienen los alimentos de forma natural (básicamente, las frutas maduras) o que producen las bacterias en nuestro tracto digestivo. Y esta capacidad ha hecho posible que podamos consumir el etanol en bebidas alcohólicas como el vino o el brandy.

Otro alcohol con el que podemos tener contacto es el metanol, el alcohol de quemar. Se lo conoce con este nombre porque quema muy bien en fogones no presurizados, muy simples, razón por la que lo usa gente que pasa mucho tiempo en la naturaleza. Nuestro metabolismo puede hacer frente a pequeñas cantidades ingeridas o generadas de metanol sin efectos sobre nuestro organismo. El problema aparece cuando una persona consume cantidades significativas de metanol: este producto acaba transformándose en ácido fórmico, que se metaboliza muy lentamente. El ácido fórmico se acumula en el organismo y finalmente alcanza niveles tóxicos.

El etanol y el metanol son muy similares en apariencia y en olor y, por lo tanto, no se puede saber, al ingerir una bebida alcohólica, si contiene cantidades peligrosas de metanol, ya sea por adulteración o por una destilación de baja calidad. Además, los efectos iniciales son parecidos. Sin embargo, entre 10 y 30 horas tras la ingesta de metanol, aparecen los síntomas causados por los niveles tóxicos de ácido fórmico y formiatos: visión borrosa, pérdida total de visión, acidosis y, si la dosis es elevada, muerte por fallo respiratorio.

Fernando Sapiña es profesor e investigador del Departamento de Química Inorgánica y del Instituto de Ciencia de los Materiales de la Universitat de València.

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