Entrevista a Dolors Roca

«Hay que acercar al productor herramientas que le faciliten una agricultura más sostenible»

Técnico agrícola y miembro de la Red Europea Fertinnowa

Fertinnowa es un acrónimo formado a partir de tres palabras, fertilización, innovación y agua, que expresan la esencia de este proyecto de «transferencia de técnicas innovadoras para la práctica sostenible del riego y la fertirrigación» financiado por el programa europeo Horizonte 2020. A punto de cumplirse los tres años de trabajo previstos, hablamos con Dolors Roca, una de las personas encargadas de tejer esta red de conocimientos cuyo objetivo ha sido comprender cuáles son las necesidades de implementación de tecnologías y buenas prácticas para lograr un uso del agua, del riego y la fertirrigación y una producción agraria sostenibles.

Roca, técnico de coordinación de proyectos del Servicio de Transferencia de Tecnología de la Dirección General de Desarrollo Rural y PAC de la Generalitat Valenciana, ha trabajado en estrechar las conexiones de unos y otros, desde el agricultor hasta los órganos de decisión, serpenteando por los entresijos de un consorcio de organizaciones públicas y privadas —como el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) y el propio Servicio de Transferencia de Tecnología— integrado por 23 socios de diez países de Europa. Entre todos, respaldados por un comité externo asesor compuesto por expertos de ONG, comunidades de regantes, organizaciones agrarias, industrias y centros tecnológicos, han tratado de crear una completa fuente de información técnica que facilite la elección de estrategias de manejo del riego y fertilización y permita mantener rendimientos a la vez que atender las exigencias medioambientales derivadas de la escasez hídrica y el deterioro de recursos naturales provocado por el cambio climático.

La agricultura en Europa, en España y en el País Valenciano está lejos de ser sostenible.

Y ha de serlo. No queda otra. Y ése es precisamente el objetivo último del proyecto Fertinnowa: ofrecer al productor, al agricultor y regante, información accesible, concreta y de calidad para que la agricultura sea cada vez más sostenible. Que lo sea también para el propio agricultor. Hasta ahora, particularmente en el País Valenciano, la implementación de nuevos sistemas de riego y fertirrigación se ha llevado a cabo de forma quizás poco reflexiva por todas las partes, por inercia, asimilando, como ha escrito Carles Sanchis en esta misma revista, los conceptos de modernización y riego por goteo sin tener demasiado en cuenta las verdaderas necesidades y requerimientos técnicos de cada caso concreto y, mucho menos, los efectos sobre el sistema hídrico y el medio ambiente en sentido amplio. Pero la realidad obliga a que los sistemas de fertirrigación asuman y den respuesta efectiva a los objetivos de desarrollo sostenible que persigue la Unión Europea.

O sea, reducir el consumo de agua y la contaminación por abuso de fertilizantes.

Efectivamente, el proyecto Fertinnowa se sitúa a todas luces bajo el paraguas de la Directiva Marco del Agua, cuyo propósito es mejorar la gestión y garantizar la sostenibilidad de este recurso en Europa, así como de toda la normativa comunitaria que trata de procurar la reducción y la eliminación de la contaminación del agua por nitratos. En áreas de agricultura intensiva, como la nuestra, la contaminación de acuíferos por nitratos se debe principalmente al aporte sostenido de fertilizantes nitrogenados de síntesis en cantidades muy superiores a las demandadas por los cultivos. De acuerdo con esto, es un hecho que las nuevas certificaciones de calidad de los productos agroalimentarios exigen su adecuación a este marco de desarrollo sostenible. En este sector, ya hay marcas de calidad de grandes distribuidores que reclaman pruebas de este compromiso por parte de los productores.

Se trata de ser competitivos, además de sostenibles.

Éste es un detalle importantísimo, una gran ayuda al productor para el cambio de estrategia, porque ve cómo los otros eslabones de la cadena refuerzan esta estrategia y le facilitan la implementación de elementos de innovación y competitividad. Así, para lograr la certificación de calidad, el producto debe integrar la trazabilidad del buen uso del agua y los fertilizantes.

Además de cumplir con estas exigencias de calidad, ¿qué beneficios encuentra el agricultor en un proyecto como éste?

Las tecnologías y prácticas seleccionadas y descritas en el documento que el consorcio ha convenido en llamar «Compendio de Fertirrigación» están dirigidas en primera instancia al agricultor y al asesor técnico que le atiende, que encontrarán en ellas respuestas a sus necesidades concretas, que afectan a toda la cadena del uso del agua, desde el origen o las fuentes de ésta hasta la recaptación de los sobrantes de riego. Son 124 las tecnologías y prácticas descritas, de las que 18 están ligadas estrictamente a la fertirrigación, entendida como aporte de fertilizantes de síntesis. Es por tanto una recopilación de interés para distintos usuarios, independientemente del sistema de cultivo que aborden, de si practican fertirrigación o no. Es un hecho que los sistemas de riego localizado, fertirrigados o no, son los que han desarrollado más tecnologías, pero también se abordan aspectos útiles para otros sistemas de riego y de cultivo, como las mejoras en el aprovisionamiento, la calidad y la distribución del agua.

Es un proyecto de transferencia, pero, antes de compartir, de recopilar todas esas prácticas, necesidades y soluciones correspondientes a lugares y ámbitos tan diferentes y alejados entre sí, habrá exigido también un notable esfuerzo investigador.

El trabajo se basa en una consulta inicial, mediante un cuestionario único consensuado por todos los socios, a los actores protagonistas del sector, a los usuarios del agua y los fertilizantes: los agricultores, los regantes, los productores… De este trabajo, se ha extraído información muy diversa y completa, pero, en cualquier caso, antes que en la investigación sobre tecnologías y estrategias que respondieran a las necesidades planteadas por los usuarios, el primer esfuerzo se ha centrado en la coordinación entre los miembros del consorcio. No es fácil coordinarse entre 23 socios de diez países donde las realidades son tan diferentes; no sólo desde el punto de vista geográfico, del clima o del suelo, sino también, y sobre todo, desde una perspectiva social y económica. Entender los intereses de cada uno para consensuar el cuestionario común ha sido un trabajo primordial y muy arduo. De este trabajo, además, se han extraído casos de éxito que puedan ser intercambiables, aplicables a otros escenarios, para atender necesidades concretas; especialmente, de índole medioambiental y social.

Desde esta perspectiva social, ¿cuál es el nivel de sensibilidad de los productores con respecto al uso de fertilizantes?

Depende de dónde nos ubiquemos. Hay muchos contrastes. Y no sólo edafoclimáticos, sino, efectivamente, también sociales. Hay zonas europeas, los Países Bajos especialmente, con normativas muy protocolizadas y bastante precisas de control y seguimiento del uso de materias fertilizantes nitrogenadas y fosforadas, con penalizaciones y sanciones que han acelerado los cambios e innovaciones en los sistemas de producción. Hay otros escenarios, como el nuestro, en los que las respuestas de agricultores y de algunos técnicos, particularmente de cultivos leñosos, han puesto de manifiesto un notable desconocimiento de las repercusiones ambientales de la actividad agrícola debidas al uso de fertilizantes. Esto llama la atención sobre todo porque la mayoría de ellos cultivan en zonas vulnerables. Preguntados por los criterios que siguen para decidir cómo abonar eficientemente, las respuestas denotan en general una falta importante de criterio. Y una falta importante también de fuentes de información disponibles o a su alcance.

¿Hasta qué punto estamos preocupados aquí por la disponibilidad o la calidad del agua?

La disponibilidad de agua es una preocupación general en el País Valenciano. La consulta realizada a agricultores de frutales y cítricos ligados a comunidades de regantes refleja que existe una dependencia muy notable del criterio de los técnicos, por lo que les inquieta vagamente. Riegan con el agua que les dan y no se plantean si hay mucha o poca. Son los técnicos quienes, apoyados por departamentos de investigación y experimentación, ejecutan las decisiones de dosificación y periodicidad de aportes de agua en base a consideraciones técnicas de diferente índole: necesidades según cultivo, control de reservas, sistemas de distribución… En algunas comunidades de regantes, además de la gestión del agua centralizada para su redistribución a las parcelas según dotaciones estimadas, se está incorporando el abonado siguiendo un esquema de gestión similar. Y es en este punto donde se observan diferencias de sensibilidad en los usuarios finales.

Insistiendo en la sostenibilidad, se da la paradoja de que hay agricultores que encuentran dificultades a la hora de incorporar prácticas sostenibles o ecológicas debido precisamente a las condiciones que impone la modernización.

Hay agricultores que se refieren a ello, sobre todo los más jóvenes. Ocurre en zonas donde la modernización lleva aparejada la fertirrigación centralizada, lo que significa que el agua llega a las parcelas con los fertilizantes minerales ya disueltos en ella. Así, dentro de las comunidades de regantes, en una misma área de gestión, se dan casos de incompatibilidad, ya que la agricultura ecológica no admite el uso de fertilizantes de síntesis. Esto provoca conflictos y evidencia que el escenario es complejo. En cualquier caso, la realidad es que, en primer lugar, los objetivos de desarrollo sostenible adoptados por la Unión Europea implican un impulso y un giro hacia la agricultura ecológica. En segundo lugar, en el Mediterráneo, la escasez de recursos hídricos ha conducido a una política ya histórica de ayudas tendentes a la modernización de regadíos y a la reducción del consumo de agua sin que la producción agraria se vea mermada.

La extensión de los sistemas de riego localizado de gestión centralizada forma parte de esto. Y, de acuerdo con ello, iremos mejorando resultados a medio y largo plazo, ya que las inversiones han de ir poco a poco. De hecho, el avance en el conocimiento de las necesidades de abono y agua para los diferentes cultivos está permitiendo cada vez más ajustar las dosis de fertilizantes de síntesis mediante fertirrigación, de manera que se reduzca y hasta se evite el aporte de sobrantes nitrogenados al acuífero. Es bajo este razonamiento que la modernización de regadíos está incorporando la fertirrigación centralizada. Hay que seguir avanzando. Son inversiones a largo plazo que deberían tener en cuenta la reversión progresiva hacia la producción ecológica.

Entonces, ¿no hay un conflicto entre la realidad de la fertirrigación y los objetivos de desarrollo sostenible?

El riego está muy bien organizado desde la perspectiva de la optimización de su uso según las necesidades de las plantas cultivadas; pero es cierto que hay que revisar la parte de la fertilización desde diferentes puntos de vista. No solamente aquí, sino en toda Europa, junto a la creciente eficiencia científica que ayude a reducir el uso de fertilizantes de síntesis, deben incorporarse y subrayarse otros aspectos, como la autonomía del agricultor a la hora de elegir el tipo de agricultura que quiere practicar. Y aquí nos encontramos con un interés creciente en la producción ecológica.

Y, en este punto, por lo que respecta a la investigación, se nota mucho el peso de la industria y los grandes grupos de presión en la promoción del uso de fertilizantes minerales o sus transformados. Así que hay que vencer un desequilibrio entre las partes. Un gran objetivo de Fertinnowa es lograr que los productores tengan más elementos de valoración a la hora de recibir y atender las ofertas tecnológicas de mejora de la sostenibilidad de los cultivos. Creo que es uno de los aspectos más valiosos de este proyecto.

No es tarea fácil, la de divulgar, la de transferir…

La aportación de Fertinnowa es interesante, pero no deja de ser un pequeño grano de arena. Es necesario complementarlo con otros saberes para cambiar o evolucionar dentro de unos modelos de funcionamiento muy antiguos y arraigados. Hay que considerar las diversas realidades de los productores para adaptar las innovaciones de modo gradual a cada una de ellas. En esto, la divulgación es fundamental, de ahí que estemos trabajando para lograr que los resultados del proyecto tengan el alcance necesario. Ahora que concluye Fertinnowa, a finales de año, con el Compendio de Fertirrigación ya publicado, resulta clave la divulgación de las fichas técnicas, que, dirigidas al usuario final, deben ayudar a éste en la selección de las tecnologías para cada contexto particular.

¿Y está preparado el productor final para asumir toda esta tecnología?

Tenemos una idea de la tecnología que asusta, pero, mucho antes que tecnología punta, el compendio recoge técnicas asequibles y herramientas sencillas de aplicar que pueden prestar un valioso servicio al agricultor. Se trata también de dar indicaciones y protocolos de buenas prácticas. Insisto en que el objetivo es que el productor tenga cada vez mejor información, más criterio, más soluciones a cuestiones concretas… Y por eso, a partir de ahora, hay que intentar seguir trabajando en la difusión de las conclusiones de este proyecto.

© Mètode 2019
Periodista y publicitario. Miembro fundador, responsable de comunicación y coordinador de proyectos culturales, de divulgación y editoriales de la Fundació Assut.
Ingeniero agrónomo, doctor en Ingeniería del Agua y Medioambiental por la Universidad Politécnica de Valencia. Especialista en sistemas de recursos hídricos. Responsable del programa de educación ambiental de la Fundació Assut.