Analizando los patógenos de las aguas residuales
Glòria Sánchez es científica titular en el IATA-CSIC
Soy Glòria Sánchez, investigadora científica en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos del CSIC en València e investigadora principal del Grupo de Virología Ambiental y Seguridad Alimentaria. Nuestro grupo trabaja con patógenos que se transmiten por los alimentos y tenemos tres líneas de investigación. Por un lado, ponemos en marcha métodos para poder detectar estos virus en las aguas y los alimentos. Por otro, vemos cómo los procesos que utiliza la industria alimentaria son capaces de inactivar o no estos virus y evaluamos los sistemas de desinfección que se usan en las plantas depuradoras. Y, finalmente, en la tercera línea de investigación, usamos técnicas de secuenciación masiva y, de esta manera, no solo vemos la cantidad de virus que encontramos en los alimentos y las aguas, sino también observamos de qué tipo de virus se trata.
Con la llegada de la pandemia, adaptamos nuestros procedimientos metodológicos para detectar el SARS-CoV-2 en las aguas residuales. Esta ha sido una herramienta epidemiológica para ver en qué momento aparecen casos en determinados barrios o poblaciones. Las aguas residuales ya se usaban antes de la pandemia para hacer un screening o cribaje de qué está pasando en una población concreta sin tener que ir persona a persona, pero la pandemia de covid ha puesto en valor el trabajo que se hacía en nuestro grupo y en muchos otros que trabajan en este campo. Nosotros, por ejemplo, buscamos el virus sincicial respiratorio o el virus de la gripe, de manera que las aguas residuales nos dan información de si hay subidas o bajadas de estas infecciones en una población concreta.
Actualmente, en nuestro grupo estamos enfocados en la reutilización de las aguas. En un contexto de escasez de agua, la Unión Europea está intentando que las aguas depuradas se puedan utilizar para regar. Pero, para eso, esta agua debe cumplir con unos requisitos de calidad y estar libre de patógenos. Por ello, nosotros trabajamos para ver qué tipo de patógenos víricos podemos encontrar en estas aguas. También estamos comenzando a trabajar en el tema de resistencia a antibióticos con técnicas moleculares, detectando fagos –virus que infectan bacterias– en las aguas residuales y que pueden ser portadores de genes de resistencia.
Una parte importante de mi trabajo es pedir proyectos para poder mantener las actividades del grupo y su gente, que son indispensables para el buen funcionamiento del primero y que, en muchos casos, no tienen una estabilidad de futuro garantizada. Es la parte más burocrática. Y, por otro lado, está la parte de difusión de los resultados en congresos, comités… Eso hace que yo ya no esté tan presente en el laboratorio, aunque sí que estoy en contacto con la gente que trabaja allí. En el fondo, a mí lo que más me gusta es hablar de los resultados, ver cómo se desarrollan nuestras líneas de investigación, etc., pero la parte administrativa nos consume muchas horas.