Recuperar La Albufera
Un simposio analiza los avances y carencias del Parque Natural en su 30 aniversario
Si una cosa quedó clara durante el simposio «El Parque Natural de La Albufera, ahora», organizado por la Universitat de València, es la complejidad de este espacio protegido. Un parque natural siutado al lado de la ciudad de Valencia, que se extiende por 21.120 hectáreas de doce términos municipales, donde conviven diferentes hábitats de gran riqueza ecológica como el lago, el marjal y la zona de la Dehesa de El Saler, así como diversos núcleos urbanos tradicionales y turísticos. ¿Cómo mantener el equilibrio entre el objetivo de conservar La Albufera y los diferentes intereses económicos, turísticos y sociales?
Los pasados 24 y 25 de noviembre, el Jardín Botánico de la Universitat de València reunió a especialistas provenientes de la biología, la sociología, la geografía, la agricultura y la gestión del agua, así como a arquitectos y juristas, para tratar las diferentes problemáticas a las que se enfrenta La Albufera en el treinta aniversario de su declaración como parque natural. El biólogo Mario Giménez, delegado de la Sociedad Española de Ornitología en Valencia, destacaba en su intervención como al analizar los indicadores de biodiversidad de las tres décadas de espacio protegido, la tendencia general era positiva. Pero si se ponía el foco solo en el periodo más reciente, esta impresión cambiaba. «En los últimos años, las especies que dependen del agua están entrando en una tendencia negativa», aseguraba. Según el biólogo, al acabar el invierno las zonas inundadas están perdiendo superficie y las especies de patos están disminuyendo.
Recuperar el estado de La Albufera en los años sesenta fue una de las ideas que se repitió durante las diferentes sesiones. Un momento en el que el paraje aún no había sufrido la presión urbanística que lo golpearía con fuerza a finales de la década, y donde la calidad de las aguas era óptima, sin la contaminación y la reducción de aportaciones a la se vería sometida años después. Porque el agua continúa siendo uno de los elementos clave para garantizar el futuro de La Albufera, según se desprende de estas jornadas, y en este sentido se subrayó la importancia de la perellonà –el periodo durante el que los arrozales están inundados en invierno– para el mantenimiento del ecosistema. Todo esto en un contexto de alarma por los bajos niveles de agua que ha registrado el parque desde el verano, y que solo ha mejorado después de la lluvias recientes.
La huella humana en La Albufera
En un parque donde más de 14.000 hectáreas están destinadas al cultivo del arroz, «compatibilizar los objetivos económicos de los agricultores con la conservación de los valores ambientales y culturales del humedal» se presenta como otro de los retos principales, tal y como desarrolló Bosco Dies, director de proyectos de la Fundación Assut. Un sector que no se puede dejar de lado a la hora de conservar la biodiversidad y el paisaje. Porque, tal y como añadía la profesora de la Universitat de València Toñi Rodrigo: «No podemos entender los arrozales solo como una actividad económica, son también un punto de biodiversidad.» En este sentido, las ayudas al sector agrícola se presentaron como un elemento a tener en cuenta para garantizar la futura sostenibilidad del parque.
No es el único reto al que se enfrenta La Albufera. Durante los próximos años el parque natural tendrá que ir respondiendo a diferentes cuestiones, como son la regulación de la actividad turística en su interior, la pacificación del tráfico por las vías que lo atraviesas, la puesta al día de las infraestructuras y equipamientos del parque, la potenciación de la educación ambiental y la difusión de los valores ecológicos de este espacio protegido. Aspectos en los que se ha avanzado desde el nacimiento del parque natural, pero en los que es necesario incidir. Tal y como manifestó la directora conservadora del Parque Natural, Paloma Mateache, «no hay una suficiente concienciación de la ciudadanía de la necesidad de conservación de La Albufera». El problema, según Mateache, no es tanto un problema de falta de aprecio por el espacio, sino de comunicación: «Es necesario un esfuerzo didáctico y divulgativo mucho más grande», concluía.
Las conclusiones definitivas de las jornadas se darán a conocer el próximo 13 de diciembre en el Aula Magna del centro cultural La Nau de la Universitat de València. Un documento que pretende ser el inicio de un diálogo entre sociedad y gobernantes de cara a mejorar la gestión y conservación de este parque natural. Todo pensando en un nuevo modelo de Albufera para el siglo XXI, pero con la mirada puesta en el pasado, en aquella Albufera de los sesenta libre de contaminación y presiones urbanísticas e industriales. Ahora, tal y como se encargó de subrayar el geógrafo Carles Sanchis en la mesa final del simposio, todo está en manos de la voluntad política para poner los recursos económicos y humanos al servicio del que fue el primer parque natural del País Valenciano.