La bioquímica en Valencia desde la Guerra Civil

Testimonios personales de los comienzos de la bioquímica en Valencia

Carteles anunciadores de los tres congresos de la SEB/SEBBM celebrados en Valencia. En los dos con fondo negro, la imagen fue una amable donación del pintor José María Yturralde. Los tres han sido tomados de las portadas de los libros de actas de dichos congresos, conservados en el archivo personal de Vicente Rubio.

La bioquímica y la biología molecular han representado, a lo largo del siglo XX, una manera de estudiar los fenómenos biológicos desde la perspectiva de las biomoléculas y sus interacciones. No cabe duda de que sus derivadas aplicadas, en biotecnología o biomedicina, ofrecen y seguirán ofreciendo grandes beneficios a la humanidad. En este artículo nos aproximamos a los inicios recientes de la bioquímica en València. No es un texto elaborado por historiadores –lo que se explica es demasiado actual, en todo caso, y los historiadores se interesarán por ello cuando nosotros ya no estemos aquí– sino por testigos y protagonistas de una época y de sus precedentes inmediatos. Nuestras fuentes son, fundamentalmente, orales. Pero por razones de espacio no podremos ofrecer un panorama completo. Pedimos disculpas, por anticipado, de las posibles omisiones.

«La creación de la Sociedad Española de Bioquímica se suele considerar un punto de inflexión en el proceso de institucionalización en España»

El año 1963, con la creación de la Sociedad Española de Bioquímica SEB (actualmente Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, SEBBM), se suele considerar un punto de inflexión en el proceso de institucionalización, modernización e internacionalización de la bioquímica en España. La fundación de la SEB era requisito para la entrada en la Federación de Sociedades Europeas de Bioquímica (FEBS, creada también en 1963). Fue, pues, el momento del reconocimiento oficial de la pequeña comunidad bioquímica española por parte de sus colegas europeos. Nuestro objetivo aquí es tratar de esbozar los precedentes valencianos inmediatos a esta institucionalización de la bioquímica, así como de la extensión de esta disciplina en las décadas posteriores en las universidades, el CSIC y las instituciones sanitarias.

La bioquímica en la Facultad de Ciencias

En la década de 1960, la bioquímica estaba presente en Valencia en la Cátedra de Bioquímica y Fisiología General de la Facultad de Medicina, aunque, como asignatura, también aparecía asociada a la de Química Orgánica en la Facultad de Ciencias y a la de Química Agrícola de la mano de Eduardo Primo Yúfera, encargado de la Cátedra de Ampliación de Química Orgánica en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos (ETSIA) inaugurada en 1960 y que después se integraría en la Universidad Politécnica de València (UPV). Se puede decir que Primo Yúfera fue uno de los pioneros en el desarrollo inicial de la bioquímica en València.

En la década de 1970, la enseñanza de la química en la Facultad de Ciencias de la Universitat de València (UV) estaba organizada en cinco departamentos: Química Orgánica, Química Inorgánica, Química-Física, Química Técnica y Química Analítica. Los estudios de Química y los de Biología se impartían en secciones de la Facultad de Ciencias que más tarde darían lugar a las Facultades de Químicas, Físicas, Biológicas y Matemáticas. La enseñanza de la bioquímica en los nuevos estudios de Ciencias Biológicas, iniciados en el curso 1967-68, pudo haberse ubicado en la Facultad de Químicas o en la de Biológicas una vez se crearon estas en 1977. La disciplina más cercana a la bioquímica en la Facultad de Ciencias era la química orgánica, sin embargo, la actividad de sus profesores se centraba en los productos naturales. La biología molecular, el metabolismo, la enzimología o la estructura y la síntesis de las proteínas y de los ácidos nucleicos eran objetos de estudio muy alejados de los intereses de los profesores de ese departamento. Así, estos no mostraron interés por incorporar la docencia de la bioquímica, una disciplina que no formaba parte de la formación básica de los químicos de aquella época. Ese desinterés fue aprovechado por el catedrático de Zoología Ignacio Docavo, uno de los impulsores de los estudios universitarios de biología en València, que reclamó la incorporación de la disciplina a lo que sería la Facultad de Ciencias Biológicas. La construcción de los edificios del campus de Burjassot (inaugurado en el curso 1978-79) propició que dicha facultad ofreciera dedicar una planta entera a lo que sería el primer Departamento de Bioquímica en el campus de Ciencias. La Facultad de Química guardó silencio.

Eduardo Primo Yúfera con Alberto Sols y Severo Ochoa. Fotografía tomada de la biografía de Primo Yúfera de Vicente Aupí (UPV, 1994).

El CSIC y la bioquímica en Valencia

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), fundado en 1939, comenzó su implantación en Valencia mediante colaboraciones con las Facultades de Ciencias y de Medicina. Primo Yúfera consiguió en 1957 la creación del Departamento de Química Vegetal que sería precursor del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA) del CSIC inaugurado en 1966 y que se instaló inicialmente en los sótanos de la antigua Facultad de Ciencias. Primo Yúfera obtuvo la cátedra de Bioquímica y Química Agrícola de la ETSIA en 1964 y llegó a ser presidente del CSIC (1974-1977). Bajo su dirección, el IATA se erigió como un centro moderno de ciencia y tecnología en agroalimentación. Fue un crisol donde se fundirían esfuerzos de investigación científica y desarrollo tecnológico en las universidades valencianas, en el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) o en el Instituto Tecnológico de la Industria Agroalimentaria (AINIA), además de ser el origen directo del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP, centro mixto CSIC-UPV), institución clave para el desarrollo en València de las investigaciones bioquímicas y de ingeniería genética de las plantas. Como veremos después, José García-Blanco, catedrático de Fisiología en la Facultad de Medicina de la UV, también estableció unas conexiones tempranas con el CSIC, pero que tuvieron un recorrido posterior mucho más tortuoso.

«Bajo la dirección de Primo Yúfera, el IATA se erigió como un centro moderno de ciencia y tecnología en agroalimentación»

La parte agro del IATA estaba liderada por Pascual Cuñat y dedicaba sus esfuerzos al estudio de los residuos de plaguicidas. Sin embargo, atraídos por Primo Yúfera, se reunió a un grupo de investigadores de la fisiología y la bioquímica de los cítricos y de su respuesta frente a virus y viroides. Este grupo pensaba más en aprender cuestiones básicas que en las aplicaciones derivadas del conocimiento, que eran el verdadero leit motiv del IATA. Por ejemplo, querían comprender las bases bioquímicas del desarrollo de las vainas de los guisantes, frente a quienes perseguían desarrollos tecnológicos, que insistían en el estudio de las semillas per se, sin caer en la cuenta de que para que se desarrollen las semillas es necesario que crezcan las vainas. Algunos miembros de ese grupo fueron los pioneros de la docencia bioquímica en la ETSIA y en la nueva Facultad de Ciencias Biológicas. Vicente Conejero, profesor adjunto de la cátedra de Primo Yúfera y Rafael Garro, sin pertenecer a la plantilla del IATA, participaron también en ese grupo. José Luis García Martínez, quien se convertiría en un referente en el modo de acción de las giberelinas, investigaba en el laboratorio denominado Unidad de Biología Molecular y Celular de Plantas, que fue el embrión del IBMCP, y al que se sumó Juan Carbonell, doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid con Alberto Sols, uno de los fundadores de la bioquímica moderna en España y principal instigador de la creación de la SEB. A principios de los setenta se incorporó Ricardo Flores Pedauyé, que estudiaba el agente viral causante de la enfermedad de la tristeza de los cítricos, como lo haría también José Pío Beltrán, centrado en el estudio de las enzimas de la biosíntesis de la callosa, el polisacárido que se acumula en los naranjos con tristeza. Vicente Conejero– que se convertiría en catedrático de Bioquímica en la ETSIA– y Ricardo Flores llegarían a ser referentes internacionales en el estudio de los viroides.

En la segunda mitad de la década de los setenta, Flores y Beltrán dedicaron muchos esfuerzos a implantar una docencia moderna y actualizada de la bioquímica en la Facultad de Ciencias Biológicas, y consiguieron la creación de un Departamento de Bioquímica. Ambos llegarían a dirigirlo, aunque finalmente siguieron sus carreras fuera de la universidad, como científicos del CSIC incorporados en 1979 y 1981, respectivamente. Su interés por una docencia de la bioquímica con una perspectiva química los llevó a someter los programas de sus asignaturas (bioquímica y biofísica) a la crítica y consejo de Ángel Martín Municio, químico y catedrático de Bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid, un maestro de bioquímicos que les proporcionó valiosos materiales.

José Pío Beltrán y Vicente Conejero: primera dirección del IBMCP. Foto H. Kalis publicada en el número 30 de la revista Economía 3 en 1994.

La vida da muchas vueltas y cuando Beltrán se incorporó al CSIC en 1981 quiso el destino que ganara la cátedra de Bioquímica de la Facultad de Biológicas de la UV Luis Franco Vera, discípulo de Martín Municio que se encontró con un Departamento de Bioquímica que ya contaba con un grupo de jóvenes profesores no numerarios. Franco, hasta su jubilación en 2013, impulsó la investigación en el ámbito de la estructura de la cromatina y la regulación de la expresión génica en levaduras y plantas. A su vez, Concepción Abad se incorporó a la UV desde la del País Vasco, e introdujo los estudios biofísicos de lípidos y membranas, aunque hay que reconocer que el núcleo mayoritario que contribuyó al desarrollo inicial del Departamento provenía de la Unidad de Biología Molecular y Celular de Plantas del IATA. Fue el caso de Marisa Salvador, introductora del sistema experimental de Chlamydomonas reinhardtii; Joaquín Moreno, docente de biofísica y biología de sistemas, investigador de los determinantes moleculares de la regulación de la actividad de la Rubisco (el enzima fijador de carbono en plantas) e introductor de la modelización teórica en bioquímica en la UV; Pedro Carrasco, investigador en el ámbito de las poliaminas y senescencia de las plantas, y Juli Peretó, experto en los estudios sobre origen de la vida, evolución y metabolismo, que incorporaría la aproximación a la biología de sistemas e impulsaría más tarde la creación del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (centro mixto UV-CSIC). A este grupo hay que sumar a Maribel Rodrigo y José Luis Rodríguez (también doctorados en el IATA) y a Manuel Abad, cuya investigación doctoral se desarrolló en la ETSIA. Vicente Tordera y Mercè Pamblanco, doctorados en Bioquímica en la Universidad de Lille –y los primeros doctorados con Luis Franco–, la bióloga M. Ángeles Ull y José Enrique Pérez Ortín, experto en biología molecular de levaduras, completan el grupo inicial de profesores fundadores del Departamento.

Beltrán recibiría el encargo del CSIC de fundar el IBMCP, al que se incorporaría Ramón Serrano Salom, experto en el estudio de los estreses abióticos en levaduras, formado con Sols. Por su parte, Beltrán junto a Luis Cañas desarrollarían en el IBMCP el análisis bioquímico y genético molecular del desarrollo de flores y frutos; Cristina Ferrándiz, el análisis genético molecular del desarrollo de frutos; Isabel López Díaz, formada con Enrique Cerdá (Universidad de Sevilla), se asociaría a José Luis García Martínez en el estudio de las giberelinas, y Juan Carbonell perseguiría la comprensión de los procesos de senescencia en plantas. Formados también en el IATA, se incorporarían al IBMCP el virólogo Vicente Pallás, doctorado con Flores; Manuel Rodríguez Concepción, doctorado con Beltrán, estudioso de la regulación del metabolismo de carotenoides, y Jaime Martínez García, formado con García Martínez, experto en el control del desarrollo vegetal por fotoreceptores.

Como veremos a continuación, el CSIC también tuvo en Valencia un papel clave en el despliegue de los enfoques bioquímicos en el ámbito de las ciencias de la salud.

José García-Blanco Oyarzábal. Wikipedia

Bioquímica y salud humana en Valencia

Hasta 1974 la bioquímica en el área de salud la impartió la cátedra de Fisiología de la Facultad de Medicina. De 1941 a 1968, ocupó esa cátedra José García-Blanco Oyarzábal, quien fue un soplo de modernidad e internacionalidad. Formado con Juan Negrín y luego en Alemania (donde trabajó, entre otros, con Georg Franz Knoop, descubridor de la beta-oxidación de los ácidos grasos) y en USA (en el laboratorio de Phoebus A. T. Levene en el Instituto Rockefeller de Nueva York), tenía un excelente bagaje bioquímico, como prueba su excelente manual de química fisiológica, y congregó un temprano y motivado elenco de colaboradores que incluyó a Santiago Grisolía, Gerónimo Forteza, José Viña Giner, Vicente Alcober, Jorge Comín, Francisco Gomar y Joaquín Colomer, a los que inoculó una fascinación por la investigación y lo molecular. Así, Forteza fundó en la década de 1960 el Instituto de Investigaciones Citológicas («el Citológico»), durante muchos años buque insignia de la investigación biomédica valenciana y predecesor del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF). Otro discípulo de García-Blanco, Joaquín Colomer, siendo Conseller de Sanitat de la Generalitat Valenciana, aseguró la continuidad del Citológico creando a principios de los noventa la Fundación para la Investigación Biomédica de la Comunidad Valenciana que hoy día tutela el CIPF. Otro primer discípulo de García-Blanco, Santiago Grisolía, dio al Citológico una dimensión internacional cuando volvió para dirigirlo en 1978, después de su prolongado periplo norteamericano. Destaca Grisolía también como promotor socio-científico, por ejemplo, con la organización de las reuniones pioneras en Valencia sobre el proyecto del genoma humano y sus implicaciones éticas que quizá influyeron en la potencia empresarial de Valencia en genética médica. También impulsó las fundaciones Valenciana de Estudios Avanzados y Rey Jaime I y sus premios anuales, o el Museu de les Ciències al frente de su comité de expertos.

Foto oficial del Simposio sobre el ciclo de la urea organizado por Santiago Grisolía en la Universitat de València en 1975. La foto reúne a los pioneros de ese ciclo metabólico. Grisolía está dos puestos a la derecha del premio Nobel Hans Adolf Krebs (segunda fila, en el centro) y tiene a Rafael Báguena a su lado. José Viña es el cuarto a la izquierda de Krebs, en esa misma fila, y tiene a su derecha a Federico Mayor Zaragoza. Vicente Rubio asoma, barbado y aún predoctoral, dos puestos a la izquierda de J. Viña. Foto personal de Vicente Rubio, recibida como miembro del Simposio. Esta foto aparece también al comienzo del libro The urea cycle. Grisolía, S., Báguena, R., & Mayor, F. (Eds.). (1976). John Wiley and Sons.

Gerónimo Forteza Bover en 1973, cuando dirigía el Citológico en su nueva sede de la Calle Amadeo de Saboya. Colección personal de Vicente Rubio.

Es poco conocido que José García-Blanco Oyarzábal tuvo un apoyo temprano del CSIC, ya que desde 1943 dirigió el Instituto de Medicina Experimental perteneciente al Patronato Santiago Ramón y Cajal del CSIC. Esa iniciativa biomédica del CSIC en València encontró continuidad en la designación del Citológico de Forteza como Laboratorio de Genética Médica del CSIC, y, más tarde, en la creación (1995-98) del Instituto de Biomedicina de Valencia del CSIC (IBV-CSIC), gestado en buena parte desde el Citológico. Su director fundador, Vicente Rubio, discípulo tanto de Forteza (en el Citológico, en 1972-74) como de Grisolía (en Kansas, 1974-77) y, por tanto, nieto científico de García-Blanco, trabajaba en el Citológico siendo investigador del CSIC. De allí salió en septiembre de 1998, con su grupo para abrir el IBV-CSIC. En esa apuesta exitosa del CSIC fueron esenciales los presidentes del CSIC José María Mato y César Nombela; el inspirador y coordinador institucional del CSIC en València José Pío Beltrán, y los catedráticos de Bioquímica Juan R. Viña Ribes (Facultad de Medicina de la Universitat de València) y Juan Emilio Feliu (Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid), firmantes de la propuesta de creación del Instituto junto con Vicente Rubio.

Otra iniciativa de importancia biomédica fue la creación a finales de los sesenta, por José Báguena, del Centro de Investigación del Hospital La Fe, un proyecto excepcional que ponía al alcance de ese nuevo hospital la investigación en medicina experimental, molecular y celular. Su creación fue coetánea de la del primer Citológico, del que era vicedirector (y luego director en funciones, en 1976-77), el hermano de José Báguena, el catedrático de Patología Médica y de Genética Médica Rafael Báguena. Se puede decir que el Citológico y el Centro de Investigación de la Fe fueron el producto de la influencia y capacidad creativa del trío formado por Forteza y los hermanos Báguena. De la mano del catedrático de Bioquímica de la UV José Vicente Castell, ese centro fue el embrión de la Fundación de Investigación y luego del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital La Fe. El otro instituto de investigación danitaria hospitalario de Valencia, el INCLIVA del Hospital Clínico, también viene ligado a la bioquímica valenciana, pues su primer director Juan R. Viña Ribes es catedrático de Bioquímica (en Medicina), hijo del sucesor en 1968 de García-Blanco en la Cátedra de la UV, José Viña Giner.

Primera reunión de bioquímicos españoles presidida por Severo Ochoa y celebrada en Santander en julio de 1961. Archivo SEBBM.

Viña Giner se trasladó a la Facultad de Medicina de Valencia desde la de Sevilla. Además de asistir a la reunión de Santander de 1961 que condujo a la creación en 1963 de la SEB y a la cofundación de la FEBS, también fue miembro de la Comisión Nacional de Bioquímica, creada en 1957, para la entrada de España en la International Union of Biochemistry. Viña Giner imprimió a su cátedra una fuerte impronta molecular, la dotó de instrumentación moderna e hizo posible una investigación competitiva internacionalmente. Así, cuando en 1981 la cátedra se desdobló en Fisiología y Bioquímica, esta última integrada en un único Departamento Universitario de Bioquímica, la sección de Medicina estaba bien preparada para afrontar el futuro.

Por su parte, la Facultad de Farmacia, creada en 1974 en el campus de Blasco Ibáñez y ubicada desde 1992 en el de Burjassot-Paterna, tuvo como primer catedrático de Bioquímica al que fue el último alumno interno de García-Blanco, José Ricardo Cabo, compartiendo las tareas de puesta en marcha de la disciplina con el malogrado Antonio Jordá, del Citológico. Aunque Cabo migró luego a Medicina, en Farmacia dejó un nutrido elenco de profesores de los que solo mencionaremos a Teresa Barber por su papel como decana (2010-2015), introductora de los grupos de alto rendimiento y de la doble titulación de Farmacia y Nutrición.

Los congresos de bioquímica en Valencia

Aparte de otros congresos afines como los de la Sociedad Española de Biofísica, la de Fisiología Vegetal o la de Microbiología, desde su fundación la SEBBM ha celebrado en València tres congresos. El primero (XII Congreso, 1985) lo organizaron Grisolía (Citológico), Viña Giner (Medicina), Primo Yúfera (UPV-IATA), Rafael Sentandreu (Farmacia, UV) y Cabo (Farmacia, UV), con un amplísimo apoyo en el campus de Blasco Ibáñez de la UV. Su rasgo especial fue el espectacular simposio internacional en honor de Severo Ochoa. El segundo (XXIV, 2001) fue heroico. Presidido por Luis Franco y Juan R. Viña, en el campus de Burjassot, los bioquímicos de aquel campus hubieron de bregar para hacer posible la continuidad del congreso en un entorno de inundación grave por lluvias torrenciales. El tercero (XXXVIII, 2015) fue más bonancible, organizado por Vicente Rubio (IBV-CSIC), José Viña Ribes (Fisiología, Medicina UV), Pascual Sanz (IBV-CSIC) y Eulalia Alonso (Bioquímica, Medicina UV), y con la colaboración, como siempre, de todo el conjunto de bioquímicas y bioquímicos de las universidades y centros de investigación de Valencia, públicos y privados. Se celebró en el Palacio de Congresos, y allí se empezó, bajo la tutela del Nobel y presidente de la Royal Society Venkatraman Ramakrishnan, el camino inacabado hacia la incorporación generalizada en España de la criomicroscopía electrónica de partícula individual.

Foto oficial de la inauguración en 1998 del Instituto de Biomedicina de Valencia (CSIC). En el centro, en la primera fila, el presidente del CSIC, el Dr. César Nombela. José Pío Beltrán y Vicente Rubio, autores de este artículo están también en la primera fila, a la derecha y a la izquierda del presidente, respectivamente. Colección personal de Vicente Rubio.

Nota final

La primavera de 1921, el paraninfo de la Universitat de València acogió unas conferencias de introducción a la bioquímica pronunciadas por Antonio de Gregorio Rocasolano, catedrático de química de la Universidad de Zaragoza. Previamente, el catedrático de la de València Luis Bermejo y algunos estudiantes habían visitado el Laboratorio de investigaciones bioquímicas de Rocasolano. La idea era iniciar en la Universitat de València las investigaciones sobre el estado coloidal como base química de la vida. Este paradigma fue vigente durante el primer tercio del siglo XX y acabaría siendo sustituido por la noción de las proteínas como macromoléculas. Metafóricamente podemos decir que aquel primer intento de instaurar la bioquímica en la Universitat de València tuvo el mismo destino que los biocoloides. Los anhelos e inquietudes de aquellos que el 1921 trataron de iniciar sin éxito la investigación bioquímica en la Universitat de València han sido satisfechos durante la evolución de esta disciplina en los últimos cincuenta años. Es trabajo de los historiadores, con la suficiente perspectiva y contexto, narrar el origen y evolución de la bioquímica moderna en València.

Celebración de la jubilación en 2004 de José Hernández, primer técnico de laboratorio en las instalaciones del Departament de Bioquímica en el Campus de Burjassot. En la fotografía aparecen algunos de los miembros fundadores del departamento. / Colección personal de J. P. Beltrán.

AGRADECIMIENTOS Para la elaboración de este texto hemos entrevistado a testigos directos, y así, queremos agradecer a S. Grisolía, J. R. Viña, J. R. Cabo, T. Barber y J. V. Castell, por contribuir a rellenar inevitables lagunas, aunque los autores son los únicos responsables de los errores u omisiones que pueda haber. PARA SABER MÁS Almunia Aguilar-Tablada, P. (2015). Trayectoria académica de José Viña Giner (1941-1996), catedrático de la Facultad de Medicina y director de la Escuela de Enfermería “Nuestra Señora de los Desamparados” de Valencia [Tesis doctoral no publicada]. Universitat de València. https://roderic.uv.es/handle/10550/63846 Beltrán, J. P. (2009). Plant developmental biology in Spain: from the origins to our days and prospects for the future. International Journal of Developmental Biology, 53, 1219–1234. https://doi.org/10.1387/ijdb.072456jb Beltrán, J. P. (2017). La génesis del IBMCP desde el CSIC. En V. Pallás, L. Cañas, & L. Yenush (Coords.), Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas. 25 años (1992-2017) (pp. 29–36). Editorial UPV. Carbonell, J. (2013). Nacimiento y evolución de la bioquímica y la biología molecular en la Comunidad Valenciana (1963-2013). SEBBM. Revista de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, 178, 36–38. https://revista.sebbm.es/index.php?idrevista=10 Conejero, V. (2012). Hubo un tiempo para la esperanza, pero la casa estaba construida sobre arena. La investigación agroquímica en Valencia: D. Eduardo Primo Yúfera. En A. M. Pascual-Leone (Ed.), Retroceso en el tiempo: La investigación biomédica en España (pp. 321–355). Real Academia Nacional de Farmacia. García Olmedo, F. (2004). Bioquímica y biología molecular de plantas. En E. Muñoz (Dir.) Cuarenta años de la sociedad española de bioquímica y biología molecular (1963-2003), 576–578. Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Hernández Iranzo, B. J. (1999). José María García-Blanco Oyarzábal. El hombre y su obra: Una etapa de la Bioquímica y de la Fisiología Valencianas (1941-1968). [Tesis doctoral no publicada]. Universitat de València. https://www.tdx.cat/handle/10803/9888#page=1 Rubio, V. (2008). The Spanish Society of Biochemistry and Molecular Biology, the development of biochemistry in Spain, and IUBMB. IUBMB Life, 60, 270–274. https://doi.org/10.1002/iub.74

© Mètode 2021 - 111. Transhumanismo - Volumen 4 (2021)

Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universitat de València (España), miembro numerario del Institut d’Estudis Catalans y socio fundador de Darwin Bioprospecting Excellence, SL (Parque Científico de la Universitat de València). Explica metabolismo a los estudiantes de biotecnología y, como miembro del grupo de Biotecnología y Biología Sintética, sus intereses investigadores incluyen la bioprospección, la modelización metabólica y la historia de las ideas sobre el origen natural y la síntesis artificial de vida.

Profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV) de Valencia (España). Director del Laboratorio de Biología y Biotecnología del Desarrollo Reproductivo. Fundador de la Casa de la Ciència de Valencia. Ha sido Presidente de la European Plant Science Organization y de la European Federation of Plant Biology Societies.
Instituto de Biomedicina de Valencia (CSIC) y CIBER de Enfermedades Raras (CIBERER).
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