A la búsqueda de les monomanías perdidas de Théodore Géricault

Un misterio artístico y científico de dos siglos

Retrato de Théodore Géricault, autor de la serie de les monomanías.

La carta de Viardot

Pocas veces el arte y la ciencia se confabulan de esta manera para ofrecernos misterios por resolver. Pocas veces esos enigmas duran tanto tiempo. Pocas veces somos capaces de mirar al pasado y encontrar la respuesta oculta.

El misterio emergió en diciembre de 1863, a modo de carta que relataba lo que ocurría cuarenta años antes en las profundidades de los asilos psiquiátricos parisinos, en el frío invierno de 1822 a 1823. El alienismo vivía su época dorada, tras la publicación del tratado de Philippe Pinel en 1801, titulado Traité médico-philosophique sur l’aliénation mentale, ou la manie (Pinel, 1801). Jean-Étienne Dominique Esquirol y su joven discípulo Étienne-Jean Georget analizaban y describían los casos de lunáticos que poblaban los diversos hospicios de la ciudad, donde se mezclaban marginados y delincuentes con enfermos mentales, eso sí, separados por sexos. En el Hospital de la Salpêtrière (hoy Pitié-Salpêtrière) residían las mujeres pobres, mientras que en el de Bicêtre internaban a los hombres enfermos de las clases menos pudientes. Los más ricos podían acudir a los asilos privados, como el del propio Esquirol, en la calle Buffon número 9, justo enfrente del Jardin des Plantes, donde se ubica la majestuosa Galería de Paleontología y Anatomía Comparada de la capital parisina.

Pero, como digo, el enigma residía en aquella carta. El escrito lo dirigía Louis Viardot, un reputado humanista e hispanista francés, a Charles Blanc, editor de la prestigiosa revista de arte Gazette des beaux-arts. Viardot titulaba aquella carta «Cinco estudios de alienados», y en ella contaba la siguiente historia: un enigmático doctor Lachèze (del que casi dos siglos después seguimos sin conocer su nombre) contactaba con el humanista para informarle de que había encontrado cinco retratos inéditos del maestro del Romanticismo francés, Théodore Géricault, el autor de La balsa de la Medusa. Contaba Viardot que el doctor Lachèze había guardado esos cinco retratos durante treinta y nueve años y que esos lienzos habían acompañado al médico a lo largo de todos los viajes que había realizado durante aquellas décadas: Egipto, Palestina, Arabia, Persia… El encuentro entre los dos eruditos ocurría en un ático de Baden-Baden, y Lachèze enseñaba a Viardot unos retratos que estaban guardados en un viejo baúl apolillado, con los lienzos enrollados unos sobre otros, sin marcos ni bastidores.

La parte de la serie de Lachèze

Esos cinco retratos, correspondientes a dos mujeres y a tres hombres (Figura 1), representaban, según Lachèze, a cinco enfermos recluidos en los asilos parisinos que sufrían un tipo de enfermedad muy concreta: la monomanía. Esta categoría de enfermedad había sido descrita por Dominique Esquirol como un delirio parcial caracterizado por una obsesión concreta por un objeto. El enfermo solo manifestaba la enfermedad ante la causa específica que producía el delirio; el resto del tiempo el monomaníaco se comportaba como un sujeto sano, racional y razonable. Esquirol definía cinco categorías nosológicas de enfermedad: melancolía o lipemanía, monomanía, manía, demencia e idiocia. Anticipando así casi doscientos años el concepto del curso progresivo de la demencia que manejamos hoy en día. Además, en palabras de Esquirol, concebía la monomanía como «una especie intermedia entre la lipemanía y la manía», y explicaba que este tipo de enfermedad «participa de la lipemanía por la fijación y la concentración de las ideas, y de la manía por la exaltación de las ideas y por la actividad física y moral».

La definición de esta categoría de alienación mental marcó la carrera médica de Esquirol en los primeros años del siglo, pero también la de toda la escuela de alienistas franceses que se educaron bajo las enseñanzas de Pinel y del propio Esquirol. Así pues, la monomanía impregnó todos los escritos de Esquirol, y los de sus discípulos, con Étienne-Jean Georget a la cabeza, que publicó su tratado De la folie en 1820 (Georget, 1820). Georget evolucionó las ideas de su maestro, con el que trabajó la práctica totalidad de su vida profesional, y redefinió la alienación mental, clasificándola, de nuevo, en cinco categorías de enfermedad: idiocia, manía, monomanía, estupidez y demencia. Hoy en día la monomanía ya ha perdido su rigor científico; de hecho, empezó su declive en 1854, cuando Jean-Pierre Falret, otro alienista del círculo de Esquirol, publicó en ese año su artículo «De la non-existence de la monomanie» (Lepoutre y Dening, 2012).

Las cinco monomanías de Géricault

Figura 1. Las cinco monomanías conocidas de Théodore Géricault. De izquierda a derecha: Monomanía de la envidia, 58,5 × 72,1 cm; Monomanía del robo, 50,1 × 61,2 cm; Monomanía del comandante militar, 65 × 81 cm; Monomanía del juego, 65 × 77 cm, y Monomanía del robo de niños, 54 × 64,8 cm. Todos ellos, óleos sobre lienzo. La serie fue pintada entre 1822-1823, aunque algunos catálogos las sitúan entre 1821 y 1824. En todo caso, fueron las últimas obras que pintó Géricault, antes de caer enfermo a principios de 1823. / Créditos: Musée des Beaux Arts de Lyon / Museum voor Schone Kunsten Gent / Sammlung Oskar Reinhardt Am Römerholz Winterthur / Musée du Louvre / Museum of Fine Arts, Springfield

Pero, volviendo al misterio científico-artístico, fue precisamente Georget, según la carta de Viardot, el alienista que encargó a Théodore Géricault inmortalizar una serie de alienados que sufrían monomanías originadas por diferentes causas. Y Géricault ejecutó el retrato de los cinco locos recluidos en los hospicios parisinos con un realismo y una genialidad propia del maestro romántico. Fueron los últimos óleos que pintó en su vida, que acabaría a los treinta y dos años, por las complicaciones sufridas tras la caída de un caballo. El destino quiso que muriera a la misma edad que el doctor Georget, este último debido a una tuberculosis.

Los monomaníacos que retrató Géricault por orden del joven alienista padecían de monomanía originada por cinco causas concretas: la ludopatía, la cleptomanía, el robo de niños, la megalomanía (o monomanía del comandante militar) y la envidia (a la mujer que la sufría Lachèze la identificó como «la Hiena» en el hospital de Salpêtrière).

Estos cinco retratos, conocidos hoy en día en el mundo artístico como las monomanías, se han convertido en una serie paradigmática tanto para la ciencia como para la historia del arte, y se pueden contemplar en cinco grandes pinacotecas del mundo. Los cinco retratos representan a los enfermos en tres cuartos, con la cara iluminada sobre un fondo oscuro, todos ellos vestidos de calle con ropas de invierno, y con una serie de expresiones fisionómicas que, según los alienistas de la época, permitían identificar las causas de la locura al especialista entrenado. Parece ser que uno de los motivos para encargar dicha serie era ilustrar a los estudiantes de la Escuela de Medicina de París en sus clases, pero también acompañar a los tratados de los alienistas que empezaban a describir las primeras categorías nosológicas de la enfermedad mental.

Y aquí podría acabar la historia de la serie de las monomanías de Géricault. Pero la carta de Viardot tenía escondido un huevo de Pascua. Contaba Viardot que Géricault no había pintado cinco retratos de locos, sino diez. Georget encargó la serie compuesta por diez retratos, y la custodió desde que se la entregara Géricault (seguramente a principios de 1823) hasta el fin de sus días, en mayo de 1828. A su muerte, las posesiones más preciadas de Georget se repartieron entre sus familiares, mientras otras que se consideraban de menor valor se subastaron. Dos jóvenes médicos, que no tenían dinero suficiente para comprar los libros de Georget, decidieron comprar en subasta los diez retratos, repartiéndoselos en dos grupos de cinco. Uno de ellos era el doctor Lachèze, el que mostró los retratos en el ático de Baden-Baden casi cuarenta años después a Louis Viardot. Los otros cinco se los llevó otro médico a su ciudad de origen en la Bretaña francesa. Ese segundo doctor se apellidaba Maréchal, y hoy en día tampoco conocemos su nombre, desvaneciéndose, por tanto, las posibilidades de seguir la pista de lo que hizo con su parte de la serie. Así que las cinco monomanías que se llevó este segundo médico han permanecido ocultas durante dos siglos, desde que Géricault las pintara en el lejano invierno parisino de 1822 a 1823. Nadie las había visto en este tiempo; algunos expertos dudaban incluso de que hubieran existido alguna vez, y los historiadores del arte que pensaban que existían afirmaban que estaban perdidas para siempre.

Monomanía de la religión: El hombre melancólico

En enero de 2021 todo cambió. Se publicó la aparición de la primera de ellas (Burgos, 2021). Se trataba de un retrato que había sido exhibido en una exposición temporal en el Museo de Rávena en 2013 llamada «Borderline. Artistas entre la normalidad y la locura. Del Bosco a Dalí, del Art Brut a Basquiat». El retrato (Figura 2) era un cuadro inédito de Géricault, que nadie había visto hasta el momento, y que ni siquiera formaba parte del corpus del artista, aunque aparecía en el catálogo de la exposición atribuido al pintor francés. Pero pasó completamente desapercibido en aquella pequeña exposición de hace más de una década. Tuvieron que pasar ocho años hasta que se asociara el retrato del hombre melancólico a la serie de las monomanías encargadas por Georget. Para poder proponer que un retrato pertenece a la serie perdida, se deberían cumplir tres requisitos: estar atribuido al pintor francés (y como tal lo estaba en la exposición de Rávena de 2013), que el estilo pictórico (dimensiones, paleta de colores, estilo…) fuera coincidente con la serie (y así era según todos los análisis), y que la causa de su enfermedad estuviera descrita en los tratados de los alienistas. Y esto último también ocurría. Georget, en su tratado De la folie explicaba: «Esquirol dividía el género de la locura en dos especies: monomanía con excitación, y monomanía con abatimiento, tristeza, que él designó con el nombre de lipemanía, y que corresponde a la melancolía de todos los autores». Así que existía una monomanía de tipo melancólico, y además no había sido representada en la parte de la serie conocida que pertenecía al doctor Lachèze. Si observamos detenidamente al hombre melancólico, vemos que se trata, sin lugar a duda, de un religioso, puesto que viste una casulla y se adivina la tonsura en su cabeza. Y esto también coincide con los escritos de los alienistas, puesto que tanto para Georget como para Esquirol la religión era una de las posibles causas que desencadenaban la alienación mental, y esta asociación aparecía en sus textos una y otra vez como una causa cierta de monomanía. Así que el retrato cumplía los tres requisitos, y, por tanto, la causa de la monomanía asociada era la de la religión, que cursaba en este caso con abatimiento y tristeza.

Monomanía de la religión de Géricault

Figura 2. Théodore Géricault. Retrato de hombre (Homo melancholicus). Monomanía de la religión, 1822-1823. Óleo sobre lienzo, 47 × 62 cm. / Colección privada (Italia)

Monomanía de la embriaguez

La segunda monomanía perdida (Figura 3) apareció justo un año después, en una pequeña galería de arte de la ciudad de Versalles: la galería Meier (Burgos, 2022). De nuevo, cumplía las tres características necesarias para su asignación a la serie. La causa de la monomanía de este enfermo era la borrachera (deducida por las comparaciones pictóricas de la época y por las características del cuadro), la cual constituía una de las razones más comunes para sufrir alienación mental en los asilos parisinos de principios del siglo XIX, según los textos de los alienistas. De nuevo, Georget y Esquirol coincidían en que el exceso de bebidas alcohólicas podía desencadenar el sufrimiento de la monomanía. Según Georget, en el asilo de hombres de Bicêtre, hasta 106 enfermos de 1.079 tenían como causa de su enfermedad mental el abuso de bebidas alcohólicas. Esquirol se preguntaba: «¿quién puede negar que existe una enfermedad mental cuya característica principal es un impulso irresistible hacia las bebidas fermentadas? Observado con atención, se encuentran allí todos los rasgos característicos de su locura parcial, de la monomanía». Y no se quedaba aquí, sino que llegó a dedicar hasta doce páginas a la «monomanía de la embriaguez» en su tratado médico Des maladies mentales (Esquirol, 1838).

Pero la prueba definitiva de que el nuevo cuadro era una monomanía estaba en el reverso del lienzo, donde aparecía una etiqueta amarillenta parcialmente rasgada y envejecida por el paso de los años, con una leyenda que iba a resultar definitiva. En ella se podía leer: «Este retrato de un alienado pintado por Géricault me fue entregado por la viuda… de D… Maréchal en 1866. París, 9 de noviembre… Louis Lemaire».

Monomanía de la embriaguez de Géricault

Figura 3. Théodore Géricault. Monomanía de la embriaguez (s.f.). Óleo sobre papel, 51 × 70,5 cm. / Galería Meier, Versalles (Francia)

Posteriormente, se realizó una serie de análisis espectroscópicos que confirmaban que la datación del papel y de la resina de la etiqueta correspondía a la segunda mitad del siglo XIX. Los espectros obtenidos a partir de este papel mostraban estructuras moleculares que correspondían a la celulosa y a la lignina. Los procesos para disolver la lignina se hicieron más eficientes a finales del siglo XIX, así que la etiqueta era anterior. Además, la celulosa del papel presentaba grupos oxidados en sus cadenas, por lo que se trataba de un papel envejecido. Por último, la espectroscopía de infrarrojos reveló la presencia de una resina sintética utilizada a partir de los años cincuenta del siglo XIX. Así pues, la fecha de 1866 escrita en la etiqueta parecía ser real.

Monomanía de los eventos políticos: El hombre de la Vendée

La tercera monomanía (Figura 4) estaba oculta a la vista de todos, y tuvimos que esperar hasta 2023 para poder ser conscientes de su existencia. Estaba colgada en la sala 941 del Museo del Louvre, muy cerca de otra de las monomanías conocidas: la ludópata (Burgos, 2023). Esta vez se trataba del retrato del hombre llamado el vandeano. Este es un cuadro asignado a Géricault desde que lo pintara, y algunos especialistas lo datan en la época en la que se pintaron las monomanías. Este retrato, que representa a un hombre de la región francesa de la Vendée, fue adquirido por el Museo del Louvre en 1938. Hasta ahora se creía que se había pintado en una visita del pintor francés a aquella región de Francia, donde habría retratado a un aldeano vestido con el traje típico. Pero si uno bucea en los legajos antiguos y en los escritos de los historiadores de la época, llega a la conclusión de que no hay constancia de que Géricault visitara alguna vez la región de la Vendée. Así lo reconoce, por ejemplo, el historiador Bruno Chenique, que afirma que Géricault pintó «un vandeano sin ir a la Vendée, negros sin ir a África o a las Antillas, orientales sin ir a Oriente» (Laveissière et al., 2002). Es más, cuando el cuadro fue comprado por el Museo del Louvre, René-Doumic, el historiador de arte al que le encargaron la publicación de un artículo en el Bulletin des musées de France con motivo de la adquisición, ya proponía como primera hipótesis que este retrato podía pertenecer a la serie de las monomanías (René-Doumic, 1938). Pero esta afirmación cayó en el olvido entonces.

Monomanía de los acontecimientos políticos de Géricault

Figura 4. Théodore Géricault. Retrato de hombre, llamado el vandeano, 1822-1823. Óleo sobre lienzo, 64,5 × 81 cm. La última obra de la serie descubierta hasta el momento hace referencia a la monomanía de los eventos políticos. / Musée du Louvre

La prueba definitiva fruto de esta investigación fue encontrar un caso clínico compatible con el retratado en el texto de Esquirol de 1838 Des maladies mentales, donde hacía un repaso de los casos que había tratado a lo largo de su vida profesional y donde también se describían tres monomanías de la serie de Lachèze: la ludópata, la Hiena y el comandante militar. Según Esquirol, «durante su infancia, este hombre estuvo expuesto a causas de terror, al vivir entonces en medio de los acontecimientos de la Vendée». También indica Esquirol que el hombre tenía unos treinta años cuando él lo trató. Vemos, por tanto, que todas las fechas son coincidentes con el caso, especialmente si tenemos en cuenta que la guerra de la Vendée ocurrió entre 1793 y 1796, cuando el hombre era entonces un niño, y que Géricault lo pintó en el invierno de 1822 a 1823, cuando tendría unos treinta años.

Epílogo

Estos tres hallazgos pictóricos (y a la vez científicos) resuelven el enigma de las monomanías perdidas de Géricault. Tras llevar a cabo esta investigación, y vista la propuesta de la asignación de estos tres nuevos retratos a la serie, podemos afirmar que realmente las monomanías que encargó Georget al pintor romántico fueron diez. De hecho, todas las monomanías encontradas, tanto de la parte de la serie de Lachèze como de la de Maréchal, estaban descritas de una u otra forma en los textos de Esquirol y de Georget, lo que confirma la conexión científico-artística del encargo. En aquellos textos antiguos de los primeros alienistas estaban las pistas necesarias para desentrañar el misterio. Tan solo había que encontrarlas y reinterpretarlas. La clave para resolver el enigma artístico de hacía dos siglos residía en indagar desde el prisma de la psiquiatría de aquella época, antes que desde el conocimiento del experto en historia del arte.

Con estos descubrimientos comprendemos un poco mejor a aquel grupo de médicos alienistas de la escuela de la Salpêtrière en los primeros años del siglo XIX, cuando comenzaron a implantar el tratamiento moral como método de curación de los enfermos mentales recluidos en los inhumanos hospicios de aquel París postnapoleónico. Aquel grupo de médicos cambió la historia de la medicina con su corriente alienista. Pero también cambió, tal vez de forma inconsciente, el curso de la historia del arte.

Sin embargo, la historia todavía no ha acabado. Aún quedan dos monomanías por encontrar, así que el misterio continúa. 

Referencias

Burgos, J. S. (2021). A new portrait by Géricault. The Lancet Neurology, 20(2), 90–91. https://doi.org/10.1016/S1474-4422(20)30479-8

Burgos, J. S. (2022). Monomania of drunkenness by Géricault. The Lancet Neurology, 21(9), 774–775. https://doi.org/10.1016/S1474-4422(22)
00304-0

Burgos, J. S. (2023). Monomania of political strife by Géricault. The Lancet Neurology, 22(6), 468–469. https://10.1016/S1474-4422(23)00159-X

Esquirol, J. E. D. (1838). Des maladies mentales, considerées sus les raports médical, hygiénique et médico-légal. Editat per n. 17 Chez J.-B. Baillière. Libraire de l’Académie Royale de Médecine.

Georget, E. J. (1820). De la folie. Considérations sur cette maladie. Editat per rue de l’École de M. n. 11 à 13 Chez Crevot Libraire.

Laveissière, S., Chenique, B., Esnault, A., & Haudiquet, A. (2002). Autour de La vieille italienne de Géricault: Quatre peintres pour un modèle: Cogniet, Géricault, Navez, Schnetz. C. Cahiers du Temps.

Lepoutre, T., & Dening, T. (2012). “De la non-existence de la monomanie”, by Jean-Pierre Falret (1854): Introduction and translation (Part 1). History of Psychiatry, 23(3), 356–370. https://doi.org/10.1177/0957154X12445421

Pinel, P. (1801). Traité médico-philosophique sur l’aliénation mentale, ou la manie. Editat per C. et Ravier. L. rue H.-F. N. 11 Chez Richard.

René-Doumic, S. (1938). Le portrait du vendéen par Géricault au Musée du Louvre. Bulletin des musées de France, 4, 58–59.

© Mètode 2024 - 120. Ciencia a diestro y siniestro - Volumen 1 (2024)
Investigador distinguido de la Unidad Predepartamental de Medicina de la Faculdad de Ciencieas de la Salud de la Universidad Jaume I de Castellón. Es autor de los tres artículos publicados en The Lancet Neurology donde se identifican las tres monomanías perdidas de Géricault.
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