Madame Davit: disfrutar de la naturaleza

La ilustración botánica desde la perspectiva de género

'Punica granatum' en fruto

Suzanne Davit (París, 1897–Barcelona, 1973) es poco conocida y estudiada, a pesar de la relevancia de su legado en la ilustración botánica catalana de principios y de mediados del siglo XX. Grandes botánicos como Pius Font i Quer valoraron mucho su modo único de captar la naturaleza. Mujer, artista, apasionada de la naturaleza y científicamente muy curiosa, representó las plantas de una manera diferente a la habitual de la época. Sus innovaciones se interpretan como un discurso artístico alternativo al patriarcal dominante y como una manifestación de la huella femenina. El acceso a documentos inéditos –la correspondencia de Davit con una amiga– nos ha permitido reconstruir algunas claves de su trabajo, en el que confluyen la exaltación estética de las flores y la perspectiva de género.

Palabras clave: Suzanne Davit, ilustración botánica, estética de la naturaleza, perspectiva de género, sororidad epistolar.

Una vida en el siglo XX: modestia y perseverancia

Suzanne Luddoneau, nombre de soltera de Suzanne Davit, se dedicó en cuerpo y alma al estudio y representación artística de la naturaleza. A su modo, vivió intensamente en un mundo marcado por dos guerras mundiales, la República y un régimen totalitario devastador.

Nació en París, donde estudió dibujo y pintura en la Académie Colarossi, por donde pasaron artistas relevantes, entre ellos los catalanes Isidre Nonell y Hermenegildo Anglada Camarasa. En 1917, con veinte años, llega a Barcelona con su marido, Dicran Davit, ingeniero nacido en Armenia. Muy pronto, la pareja tejió una rica red social, que permitió a Suzanne Davit acceder a los ambientes ilustrados y culturales de la ciudad, lo cual le ayudó posteriormente a sobrevivir durante la viudedad. Durante los años treinta, participó de forma muy activa en exposiciones colectivas de la Agrupación de Acuarelistas de Cataluña, en las Galerías Layetanas, en la Sala Parés o en la Pinacoteca de Barcelona, entre otros. Por lo que respecta a los años de la guerra, existe un vacío. Según lo que nos dicen las cartas, es muy probable que el matrimonio se refugiase en tierras aranesas, donde Davit pasará largas temporadas después de la muerte del esposo, en 1945. A partir de ese momento se percibe un estrecho vínculo con la tierra y la ciudad de adopción, y se hace socia del Centro Excursionista de Cataluña.

En la década de los cincuenta su actividad como ilustradora científica se intensificó, entró a formar parte de la plantilla del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en el Instituto de Ciencias del Mar, donde todavía hoy permanece depositado su importante legado sobre fauna marina. En 1956 fue nombrada conservadora del Instituto Botánico de Barcelona, cargo que le permitió acceder a una jubilación hasta su muerte.

Inquieta y con ansias de conocimiento, Davit accedió a la botánica a través del arte, de forma autodidacta. De costumbres fijas y muy metódica, logró una gran profesionalidad en un trabajo muy laborioso, como es la observación, el estudio y la ilustración de plantas, setas y peces (Figura 1). A pesar de su cantidad de amigos y conocidos, trabajaba bajo una privacidad recelosa y rehuía a las personas que hacían preguntas. Sabemos que no le gustaba ser retratada y a consecuencia de ello no existen prácticamente fotografías de la artista.

Carta de Suzanne Davit, Barcelona, 17 junio 1949

Figura 2. Carta de Suzanne Davit, Barcelona, 17 junio 1949. En las cartas de la ilustradora se incluyen, además de comentarios y confesiones personales, datos científicos y referencias botánicas. / Archivo de la familia de Elisa Canela

A pesar de la escasa documentación, debemos mencionar especialmente la exhaustiva monografía publicada en 2007 con motivo de la exposición «Suzanne Davit. Una ilustradora en el Instituto Botánico», en el Instituto Botánico de Barcelona (IBB), a cargo del comisario e ilustrador científico Carles Puche (Puche et al., 2007).

Sororidad epistolar

El recurso epistolar romántico como confesión personal y en el que también se incluyen datos científicos es el que encontramos en las cartas de Suzanne Davit dirigidas a su joven amiga Elisa Canela (1918-2018). La correspondencia se inicia a mediados de los años cuarenta y se mantiene hasta el año de la muerte de la ilustradora. Las primeras cartas son más formales, pero posteriormente se convierte en una correspondencia más íntima, en la que se vislumbra una amistad fuerte y la sororidad entre dos mujeres que vivieron más allá de la sociedad conservadora del momento. Están escritas en clave confidencial y a modo de diario personal, utilizando principalmente el idioma francés, pero también alternando de forma muy orgánica el catalán y el castellano. El soporte es siempre el mismo: las páginas arrancadas de un cuaderno Henry. El multilingüismo refleja el carácter cosmopolita de la autora.

Muchas de estas misivas están enviadas desde Barcelona o depositadas directamente en el buzón de su amiga, que vivía a pocas calles de su domicilio. Esto nos demuestra que la correspondencia se convirtió en un canal de comunicación más íntimo, que les permitía compartir todo tipo de información y de inquietudes personales. Seguramente, la relación epistolar es el contrapunto a la necesidad de pasar desapercibida en una sociedad franquista, en la que las mujeres estaban silenciadas y menospreciadas.

Las cartas documentan sus viajes, excursiones y estancias en la naturaleza, así como aspectos de la profesión y del trabajo artístico. Pero lo remarcable es que prácticamente en todas aparece alguna referencia botánica bien documentada.

Estancias en la naturaleza: fuentes de inspiración y de conocimiento

Ayer fui al Montseny y me asaltó una violenta tormenta. El Montseny parecía un enorme león berreando con su crin de árboles agitados por el viento. Tuve miedo. (Suzanne Davit, Barcelona, 17 junio 1949) (Figura 2)

La exaltación de la naturaleza que encontramos en sus escritos transmite, por un lado, el placer por su intensa y seductora belleza y, por otro, el temor por su hostilidad incontrolable. Davit describe de forma poética estos momentos sublimes en los que la naturaleza exhibe su grandeza, cuando la belleza natural es efímera, inmedible y difícil de definir.

Esto ha ido bien. Si estaba melancólica, la locura de mi trabajo me ha consolado, me ha dado ánimos y he trabajado aún más. La contemplación de las grandes y pequeñas cosas de la naturaleza como siempre me ha apaciguado. (Suzanne Davit, Corbera de Llobregat, Fonda Pujol, 4 enero 1953)

A lo largo de su vida llevó a cabo, periódicamente y sin interrupción, muchas estancias y salidas a la naturaleza. Algunas excursiones están conectadas con las invitaciones que recibe de amigos y conocidos, como Maria Estalella, viuda del pintor Joaquim Mir.

El domingo quizá iré a Corbera: mis amigos están allí y me gustaría poder ir a dormir bajo un olivo: es mi gran embriaguez […]. (Suzanne Davit, Barcelona, 8 agosto 1951)

Postal de los Baños de Arties a inicios del siglo XX

Figura 3. Postal de los Baños de Arties de las primeras décadas del siglo pasado, uno de los preferidos de Suzanne Davit. / Archivo Àngel Romo

Las estancias más relevantes que se conocen las hace en solitario y tienen claramente como objetivo la apreciación y el recogimiento. Aquí la naturaleza se convierte en un bálsamo para la artista, una forma de huir de lo cotidiano, de aliviar miedos y hechos traumáticos que todavía tiene muy presentes, tal y como escribe en relación con el viaje a París que está planificando:

Antes de irse; tomar el sol en Corbera para tener un buen aspecto físico para mis parientes, aunque me van a encontrar terriblemente cambiada, porque he pasado el calvario más doloroso de mi vida. Salvo hambre, he pasado de todo, y pensaba que había tocado el fondo de la desesperación humana. (Suzanne Davit, Barcelona, 8 agosto 1951)

Sin embargo, tiene algunos lugares preferentes donde siempre regresa, como los baños de Tredòs y Arties, en el Valle de Arán; el Chalet de la Molina, y la Fonda Pujol, en Corbera de Llobregat (Figura 3).

Acabo de vivir horas de intensa felicidad: la contem­plación de la naturaleza es fuente, interminable, de infinitas satisfacciones. Una hoja de papel, colores y mi espíritu olvida la tierra y sus servidumbres. (Suzanne Davit, Corbera de Llobregat, 3 febrero 1952)

En estas estancias creemos que se limitaba a estudiar y a hacer de cosechadora. Davit no era una gran excursionista: no caminaba mucho, iba lenta y siempre acompañada de un bastón –tenía una buena colección de bastones, con los mangos moldeados por sí misma. De hecho, en la carta enviada desde París, en 1951, explica que, de acuerdo con el diagnóstico de un médico, posiblemente había pasado hacía poco la poliomielitis y no una polineuritis, como le habían diagnosticado, y estas dificultades eran las secuelas de la enfermedad.

'Pancratium maritimum' en flor

Figura 4 (izquierda). Suzanne Davit, ‘Pancratium maritimum’ en flor, 1951. Gouache, 21 × 30 cm. / Institut Botànic de Barcelona (CSIC) – Ajuntament de Barcelona

Era una gran conocedora de la flora pirenaica aranesa, gracias a largas estancias. Deducimos, por las cartas, que el matrimonio Davit pasó seis años en estas tierras en tiempo de guerras. Es importante destacar que la siguiente misiva es la única en la que se ha cortado un fragmento, seguramente por miedo a la información que contenía.

[…] Conozco, mejor dicho, creo que puedo describir MUY BIEN todo el valle aranés. Estuve seis o siete años y, cuando murió mi marido, estuve once meses, en dos estancias. Allí es donde hice casi todos los estudios de flora pirenaica, para el Congreso Luso-Español de Farmacia. […] mi marido no podía concebir la vida sin una estancia en Lushon: sacó grandes beneficios para su salud y sin el lío de las guerras, que lo suprimieron todo, quizá su final no hubiera sido tan prematuro. (Suzanne Davit, Barcelona, 30 agosto 1951)

Por tanto, es interesante constatar que las estancias en la naturaleza que hemos comentado hasta ahora se diferencian claramente de los viajes que hará a Francia, y en concreto a París. En las primeras, la aproximación a la naturaleza es más existencial y va acompañada de una percepción absolutamente poética, mientras que París representará un estímulo cultural, donde desarrollará la parte dedicada a la investigación artística y se nutrirá de unos conocimientos técnicos que le permitirán alcanzar una gran profesionalidad.

Arte y ciencia: profesión y reconocimiento en el ámbito científico

Aunque las colaboraciones y los encargos con científicos seguramente ya se inician antes de la guerra –como Karl Faust (1874-1952), del Jardín Botánico Marimurtra, de Blanes, y Pius Font i Quer (1888-1964) y Antoni de Bolòs (1889-1975), del Instituto Botánico de Barcelona–, no es hasta abril de 1952 cuando obtiene una estabilidad contractual con el CSIC:

[…] se me aplica la fórmula de los estudios de botánica: un tanto de láminas al año y los ejemplares se me traen a casa. (Suzanne Davit, Barcelona, 26 mayo 1952)

Es interesante que, pese al ansiado reconocimiento de su trabajo en el ámbito científico –que le permitió vivir de forma autónoma y disfrutar de una discreta pensión hasta el fin de su vida–, diferencia claramente su actividad artística de la científica.

Ayer terminé los trabajos de I. B. y el Dr. Bolòs […] ha venido aquí, ha sido muy elogioso […]. Mañana vendrá el ilustre Dr. Font y espero su veredicto temblando, porque siempre es muy riguroso y no hace concesiones en lo que se refiere a la exactitud. Luego podré lanzarme al trabajo de arte puro, porque lo que deseo realmente es exponer con los artistas de Gràcia –dado que soy una graciense, de hecho y de corazón– para las fiestas de Gràcia. (Suzanne Davit, Barcelona, 16 julio 1952)

Carta de Suzanne Davit, Barcelona, 8 agost 1951

Figura 5 (derecha). Carta de Suzanne Davit, Barcelona, 8 agosto 1951. / Carta del archivo de la familia de Elisa Canela

Ambos trabajos le exigen muchas horas de dedicación y concentración. Esto responde a la idea de la «tarea bien hecha sin más» del artesano, que «explora las dimensiones de habilidad, compromiso y juicio de una manera particular», y lo hace con esta estrecha conexión entre la mano y la cabeza (Sennett, 2009, p. 21). En este sentido, como persona perseverante, que se involucra en su oficio y se concentra en él, es una femina laborans, que pone una parte de sí misma en todo lo que hace, lo que los clásicos llaman meraki.

Necesito rehacer un poco mi documentación artística, en la que «picoteo» constantemente. Siempre que tengo encargos (o trabajos) de ilustración o de composición, abro los cuadernos de estudio… –pero se están empobreciendo: poco a poco me he ido sirviendo de casi todo y se acerca la hora que no me quedará nada, abeja hambrienta que soy, que pueda libar. Necesito un mes en Corbera, en mayo, y una estancia en Bohí, a razón de ocho a diez horas de dibujo al día, y todo volverá a estar en orden. (Suzanne Davit, Barcelona, 26 mayo 1952)

El estallido de color: procesos creativos

No disponemos de mucha información de cuál era el proceso creativo de elaboración de las ilustraciones de Suzanne Davit. No nos han llegado ni apuntes ni esbozos ni documentación procesual. En toda su correspondencia solo hace referencia una vez a los cuadernos de estudio (citados anteriormente), y parece que se trataría más de recursos artísticos que de notas de campo. Otro rasgo significativo es que todas las explicaciones botánicas de sus cartas nunca van acompañadas de ningún dibujo para ilustrar los caracteres de los especímenes que describe.

La ausencia de cuadernos de campo nos hace pensar que dibujaba directamente de lo natural. Prueba de ello son sus estancias en los Pirineos y, por otra parte, la preferencia que tenía de obtener –o que le hicieran llegar directamente a casa– plantas vivas recién recolectadas, para poder pintar a partir de material fresco, que a menudo se le marchita.

Aquella planta seca, en esbozo, gustó mucho al Dr. Bolòs: todavía no está hecha «en limpio»: puesto que tengo que pintarla a partir de esa cosa tan pequeña seca y negra que visteis, no tengo ninguna prisa […]. Ahora mismo, en la nevera, tengo esperándome el Pancratium maritimum –lo que aquí se llama azucena de mar, y que tiene una fragancia tan dulce. (Suzanne Davit, Barcelona, 8 agosto 1951) (Figuras 4 y 5)

Probablemente, poseía una memoria eidética, que le permitía captar y retener todos los detalles que observaba sin interferencias, lo que explicaría también el uso que hacía de la técnica del gouache, de aplicación rápida y precisa. La elaboración de las ilustraciones requería de una concentración absoluta, por lo que trabajaba siempre sin público ni distracciones. Sabemos que todo el trabajo lo hacía de puertas adentro, ya fuera en el estudio de su casa o en la privacidad de las habitaciones de las fondas, donde siempre pedía la misma:

He pasado tres días en Corbera: una pequeña celda monástica en la que trabajo tan bien, cuando cae la noche, paseo sin rumbo, a través de la campaña. (Suzanne Davit, Barcelona, 1 febrero 1957)

Narcíso, 1949, de Suzanne Davit

Figura 6. Suzanne Davit, Narcís, 1949. Técnica mixta, 12 × 16 cm. El uso del lápiz graso en el apunte aporta una calidad que nos recuerda a la técnica litogràfica. / Álbum de dedicatorias de Elisa Canela

Su piso de la entonces llamada avenida del Generalísimo Franco, en Barcelona, daba al chaflán con Bruc. Toda la vivienda era una especie de «gabinete de ciencias naturales», donde mesas y estanterías estaban recubiertas de colecciones de piñas, caracoles, raíces, fósiles, etc. Por todas partes había ramos de flores y plantas secas:

Tus flores iluminan el salón grande, dispuestas en un jarrón isabelino […] su perfume todo lo invade: hasta la mesa de mi estudio, leve, delicioso perfume. (Suzanne Davit, Barcelona, 18 mayo 1952)

A lo largo de sus escritos encontramos un sinfín de apreciaciones poéticas de los colores, fruto de un conocimiento extenso de la paleta pictórica:

[…] Pero por la mañana, todo se calmó: el cielo era cerúleo, el sol lucía y los almendros estaban florecidos. (Suzanne Davit, Corbera de Llobregat, 3 febrero 1952)

Asimismo, la artista se interesa por los fenómenos químicos de los cambios de colores en las plantas y los estudia ampliamente (añade en la carta), a través del artículo «Los colores del otoño» (Pearsall, 1949).

El uso del lápiz graso en el apunte –como en el narciso (Figura 6) que encontramos en el álbum de dedicatorias–, aporta una calidad pictórica que nos recuerda a la técnica litográfica, la cual toma especial relevancia en sus trabajos artísticos (Figura 7). Durante el otoño de 1951 pasa una larga temporada en casa de su hermana, en París, donde asiste cada mañana a un taller litográfico.

Cuando haga algún trabajo litográfico os enseñaré con mucho gusto lo poco que sé. Es un arte noble por el que siento una auténtica pasión. Mi sueño es poder, algún día, comprarme una prensa y realizar todas las manipulaciones necesarias en casa. (Suzanne Davit, Barcelona, 30 agosto 1951)

Su paleta es muy personal, de colores sobrios y profundos, y la técnica minuciosa de superposición de capas y veladuras le aporta una gran densidad. La saturación de colores hace que se incremente la sensación naturalística. La composición está pensada para captar la atención visual, en ocasiones con diferentes centros de focalización, no hay observaciones microscópicas o de la micromorfología, dado que todo está hecho a escala real.

Sus composiciones nos remiten al género del bodegón o de la «naturaleza muerta», que en inglés, paradójicamente, se llama still life. La vanitas del Barroco está presente, con elementos orgánicos en descomposición que acentúan la idea del paso del tiempo. Por todo ello, las plantas vivas representadas son de gran expresionismo.

Tarjeta navideña de la Família Laforest

Figura 7. Suzanne Davit, Tarjeta navideña de la Familia Laforest, 1959. Litografía a una tinta azul sobre cartulina, 15 × 21 cm. Durante el otoño de 1951 pasa una larga temporada en casa de su hermana, en París, donde asiste cada mañana a un taller litográfico. / Archivo de la familia de Elisa Canela

Sus pinturas son bellas y muy naturalísticas, ya que utilizaba un acercamiento directo. No emplea el cognitivismo de un científico, que escrupulosamente disecciona cada una de las partes. Ella, sin lupa, hace un zum sentimental para obtener una imagen casi fotográfica, a veces parcial, de lo que le interesa resaltar.

En cierto modo, en las ilustraciones de Suzanne Davit las plantas superan el marco de referencia establecido, por el que debían transitar las ilustradoras en un mundo científico androcentrista. Además, lejos de servir de tema puramente ornamental, esbozan un relato poético, a la vez que científico, que sale de los marcos previstos (Figura 8).

Las flores y las mujeres: botánica en femenino

En los últimos siglos, las mujeres han llevado cabo una importante contribución al campo de la botánica, que en la mayoría de los casos no ha sido reconocida y todavía hoy es desconocida. La escasez de nombres de estas en la indexación linneana de las plantas es una evidencia. Maria Sibylla Merian, Johanna Herolt, Emily Dickinson, Elizabeth Blackwell, Marianne North, Rosa Luxemburgo y Hilma von Klint son algunas de las mujeres que se han acercado al mundo de las plantas como amateurs a través de otras áreas del conocimiento como la pintura, la poesía, la medicina, la espiritualidad, etc. Todas ellas confeccionarán e ilustrarán sus propios herbarios.

De hecho, será a partir del siglo XVIII cuando la botánica se convierte en una disciplina admitida para ser practicada por las mujeres. El género epistolar será adoptado para instruir a las mujeres en la cultura de la botánica, como es el caso de Lettres élémentaires sur la botanique (1771-1773) de Jean-Jacques Rousseau. Pero también se convertirá en un canal íntimo de intercambio de conocimiento entre mujeres: An introduction to botany, in series of familiar letters (1796), de Priscilla Wakefield, es el primer libro de texto de botánica bajo el sistema linneano escrito por una mujer y que se desmarca de lo que habían sido hasta entonces los manuales de plantas medicinales.

La mayoría de estas mujeres vivieron en un ambiente culto y un entorno familiar favorable al estudio de las ciencias naturales. Asimismo, el apoyo de una figura masculina tuvo un papel importante, ya fuera el padre, el hermano, el marido o el mentor. A menudo vivieron al margen de las servidumbres domésticas del matrimonio y sin lazos familiares, lo cual les permitió dedicarse a la exploración, la aventura, la ciencia y el arte. En cierto modo, representan la naturaleza indómita de unas mujeres empoderadas que intentaban quedar fuera del control patriarcal. Liberarse del proteccionismo masculino y del exacerbado androcentrismo representará desarrollar su vocación y sus sueños. Sin embargo, el trabajo como ilustradoras naturalistas siguió bajo la supervisión del mundo masculino, como es el caso de Suzanne Davit con los botánicos Antoni de Bolòs y Pius Font i Quer, del Instituto Botánico de Barcelona. Por lo tanto, la búsqueda de la belleza por parte femenina se incardina en un contexto en el que los círculos científicos todavía eran reservados exclusivamente a los hombres.

Sambucus nigra

Figura 8. Suzanne Davit, Sambucus nigra, 1949. Gouache, 17 × 27 cm. En las ilustraciones de la artista, las plantas no sirven solo como adornos, sino que esbozan un relato poético y también científico. / Archivo de la familia de Elisa Canela

El caso de Suzanne Davit es uno de los pocos en el contexto de la España franquista de posguerra, pero cabe recordar también a Paula Millán Alosete (1899-1979). Con la muerte del marido, Davit tendrá que sobrevivir sin el proteccionismo masculino. Sin lazos familiares y con un marcado espíritu cosmopolita, adquirió los conocimientos sobre botánica, micología y zoología de forma autodidacta. Prefería viajar sola para tener la máxima autonomía y hacer sus ilustraciones en los hábitats naturales donde crecían las plantas silvestres. Davit construye narrativas visuales botánicas a partir de las montañas pirenaicas, consideradas la cordillera ignota desde el punto de vista naturalístico. Describe y visualiza la naturaleza de forma edénica, con imágenes muy sensoriales que enfatizan la vitalidad y belleza de las plantas. Se desmarca de los recursos de la ilustración botánica tradicional, en lo que se refiere tanto al discurso visual como a la técnica. El uso del gouache, técnica nada habitual en el ámbito científico, le permite un estallido visceral de colores en sus pinturas. Así, traspasa el marco de las plantas que ilustra para introducirnos en su entorno evolutivo, es decir, con las especies con las que conviven, y lo hace a través de la reconstrucción de una puesta en escena con materiales autóctonos. Por lo tanto, existe un conocimiento profundo del sitio. Lugares idílicos en los que llevar a cabo sus fantasías de exploración científica, de identidades soberanas y de anhelos personales más profundos.

«La ilustración botánica es una forma de arte que merece lecturas más complejas de las que ha recibido hasta ahora», afirma Dyson (2003). Habría que realizar una investigación y un análisis más cuidadosos para indagar sus complejas interacciones con el contexto social donde se desarrolló. El arte botánico de una serie de mujeres artistas naturalistas con un amplio bagaje no solo podemos entenderlo desde el punto de vista de la ciencia objetiva, sino que también debemos leerlo desde la subjetividad de su mirada y de su mundo. La obra de Suzanne Davit nos hace disfrutar de la belleza de las plantas, dado que rezuma una sensibilidad artística singular hacia el mundo natural que nos rodea, y especialmente de los seres vivos estáticos que a menudo nos pasan desapercibidos.

Nota: De las publicaciones donde se incluyen láminas de Suzanne Davit, cabe destacar las de Pius Font i Quer: Botánica pintoresca (Font i Quer, 1958) y Plantas medicinales (Font i Quer, 1973).

Referencias

Dyson, J. (2003). Botanical illustration or flower painting: Sexuality, violence and social discourse. Colloquy, 7. https://www.monash.edu/__data/assets/­pdf_file/0005/1768379/dyson.pdf

Font Quer, P. (1958). Botánica pintoresca. Ramón Sopena SA.

Font Quer, P. (1973). Plantas medicinales: El dioscórides renovado. Labor.

Pearsall, W. H. (1949). Los colores del otoño. Endeavour, 8(3), pp. 157–162.

Puche, C., Puche, C., Romo, À., & Susanna, A. (2007). Una il·lustradora a l’Institut Botànic de Barcelona. http://hdl.handle.net/10261/112038

Sennett, R. (2009). El artesano. Anagrama.

 

Agradecimientos

Elisa Canela conservó en vida setenta documentos epistolares de su amiga Suzanne Davit. Posteriormente, los archivó su hija Pilar Viladomiu Canela, a la que queremos agradecer la accesibilidad y la traducción de las misivas. En este artículo solo se han utilizado fragmentos de las cartas de los años cincuenta.

© Mètode 2023 - 116. Instantes de ciencia - Volumen 1 (2023)
Artista visual y doctora en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona. Actualmente, es profesora del Departamento de Artes Visuales y Diseño, en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona (España) y coordinadora del Máster en Producción e Investigación Artística de la Universidad de Barcelona. Su investigación explora las conexiones entre arte, botánica y dendrología mediante proyectos artísticos interdisciplinares. Recientemente, se ha focalizado en el estudio de las colecciones de los herbarios históricos en varios institutos botánicos europeos.
Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona. Actualmente, es científico titular del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) adscrito al Instituto Botánico de Barcelona (CSIC-Ayuntamiento de Barcelona) (España). Ha sido explorador y estudioso de la biodiversidad de las plantas y de las comunidades vegetales de las montañas mediterráneas. En la actualidad, indaga sobre las raíces y fronteras de la ilustración científica.