Entrevista a Carlota Escutia Dotti

«La inacción climática es incomprensible»

Premio Rei Jaume I de Protección del Medio Ambiente

carlota escutia

«Siempre me ha gustado la naturaleza y quería un trabajo con el que no tuviera que estar en todo momento metida en un despacho, que pudiera salir», confiesa Carlota Escutia (Monzón, 1959), investigadora científica en el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (IACT-CSIC). Doctora en Ciencias del Mar, cuenta que su interés por el medio ambiente se despierta en los paseos por el monte con su padre y su madre. «Soy de Huesca, de Monzón, y tenemos cerca el Prepirineo y el Pirineo. Cuando estás en contacto con esa naturaleza tan salvaje, te llama la atención», explica.

Y desde las caminatas en familia a las expediciones a la Antártida, que Carlota Escutia ha visitado ya seis veces. La primera, en 1998. En 2022, un brote de covid obligó al equipo a cancelar la campaña ya en el barco, pero en 2024, si nada lo impide, podrá sumar una expedición más. Las contribuciones  pioneras de Escutia en la comprensión de las condiciones ambientales cambiantes en los mantos de hielo antárticos, el océano Austral y la biota, y su impacto en el sistema global, han llevado al jurado de los Premios Rei Jaume I a reconocerla en 2023 en la categoría de Protección del Medio Ambiente. Nos encontramos con ella en Valencia a finales de noviembre, unas horas después de recoger el galardón.

¿Cómo una niña de Monzón termina estudiando la Antártida?
La Antártida vino más tarde. Estudié geología y me doctoré en Ciencias del Mar, pero mis primeros trabajos de geología eran de campo. Al principio, en los alrededores de Barcelona, porque estudié en la Universidad Autónoma de Barcelona. Empecé a trabajar en un grupo de geología marina, que requería ir a campañas, meterse en un barco, buscar datos… Y me enamoré. Fui a la primera campaña y dije: «Esto es realmente lo que a mí me gusta hacer». A partir de ahí trabajé en geología marina. Me fui a América y allí estuve haciendo diferentes cosas, pero surgió la oportunidad de una beca posdoctoral que trataba de temas antárticos y dije que sí.

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Daniel Garcia-Sala

¿Y cómo llegó a la paleoclimatología?
La geología en sí es el estudio de la historia de la Tierra. Puedes estudiar muchas cosas, y una de ellas es el clima en el pasado. Las capas de la Tierra se depositan en un orden, según va pasando el tiempo. Se trata de estudiar esas capas marcha atrás, como hacer un viaje a través de la máquina del tiempo.

Así, sus viajes a la Antártida son también viajes al pasado.
Nosotros buscamos el estudio de sedimentos que tengan un registro de las condiciones ambientales que existían en el pasado de la Antártida. Pretendemos retroceder en el tiempo lo suficiente para llegar a épocas en las que las concentraciones de gases invernadero y las temperaturas eran similares o más elevadas que las actuales. Así podemos ver qué pasaba en la Antártida bajo esas condiciones; qué les pasaba a los ecosistemas de fitoplancton; qué les pasaba a las corrientes oceánicas; qué le pasaba a la capa de hielo y su influencia en el nivel del mar.

Un argumento que esgrimen los negacionistas o los escépticos del cambio climático es que el calentamiento forma parte de un ciclo natural, que ya se ha pasado antes por esto. ¿Cómo explicamos que este cambio no es como los anteriores?
Primero, porque sabemos por testigos de hielo que en los últimos 800.000 años la Tierra no ha experimentado concentraciones más altas de 300 partes por millón (ppm), y ahora estamos por 420 ppm. Ha habido épocas glaciares e interglaciares, pero nunca el planeta había tenido unas concentraciones tan altas. Sin embargo, nos vamos de repente y muy rápido a unas concentraciones mucho más elevadas, fuera de lo que ha sido la variabilidad natural desde que el sistema climático terrestre es el actual. La última vez que se experimentaron concentraciones similares fue hace entre 3 y 5 millones de años, y entonces el planeta era más cálido. Todavía más atrás en el tiempo, ha sido mucho más cálido o mucho más frío, pero los humanos no estábamos en la Tierra cuando estaba en esas condiciones, ni el planeta era igual. Así que a esta gente yo les diría que sí, que el planeta ha estado muchísimo más cálido y muchísimo más frío. Y puede estar mucho más cálido y mucho más frío. El problema es que nosotros estamos en este planeta y sufrimos las consecuencias de este cambio. El segundo problema es que, en la historia que conocemos de la Tierra, un cambio tan rápido como el que estamos experimentando actualmente no es fácil de ver.

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Daniel Garcia-Sala

Saber qué ha ocurrido en el pasado, ¿cómo nos ayuda a afrontar el presente y el futuro?
Nos da un poco de contexto sobre los cambios actuales que estamos sufriendo. Es muy difícil saber qué va a pasar en el futuro en la tendencia de calentamiento global que tenemos, porque contamos con unos datos instrumentales muy escasos. Hace muy poco tiempo que tenemos mediciones, y en la Antártida todavía menos. Si no tenemos datos y no conocemos este clima en el que estamos adentrándonos, ¿cómo vamos a saber lo que va a pasar en el futuro? Estudiar el pasado nos permite aportar datos que calibran los modelos que proyectan los cambios del nivel del mar hacia el futuro, por ejemplo. Nos enseña qué ha pasado con el manto de hielos y qué va a pasar con el nivel del mar.

Y en el presente, ¿cómo afectan los cambios en los polos al resto del planeta?
Todo el planeta está interconectado: cualquier cosa que pase en el Trópico va a afectar a la Antártida, cualquier cosa que pase en la Antártida afectará a todo el planeta. La Antártida es como la sala de máquinas de las corrientes oceánicas, una de las formas que tenemos de distribución del calor en el planeta junto con la circulación atmosférica. Si la sala de máquinas cambia el ritmo, a lo mejor la cinta distribuidora del calor será diferente y eso va a afectar al clima en general. O si calentamos el planeta y el océano, y eso contribuye a que la capa de hielos se derrita, ese hielo va al mar y sube el nivel globalmente, no solo en la Antártida. Eso es lo que solemos estudiar nosotros, pero hay más. Por ejemplo, los polos tienen una influencia tremenda en todo el planeta para controlar el albedo terrestre, que son estos espejos de hielo blanco que reflejan las radiaciones del Sol y nos protegen; son nuestro termóstato. Pero si fundimos ese hielo, los espejos son más pequeños y se refleja menos radiación. Esa radiación que cae en la Tierra, y que antes se reflejaba, es absorbida.

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Daniel Garcia-Sala

Volvamos ahora a la Antártida. ¿Cómo se organiza una expedición de esta envergadura?
Hay dos tipos de expediciones. Están las que hacemos en buques oceanográficos nacionales, tipo el BIO Hespérides o el Sarmiento de Gamboa, para las que pedimos un proyecto de investigación, nos lo conceden y planificamos la campaña. Para la de 2024, empezamos en julio de 2023 a planificar activamente los detalles de la campaña. Implica pensar un plan A, un plan B, C… y Z, porque en la Antártida nunca sabes si el plan que tienes va a poder cumplirse. La meteorología, el hielo o los icebergs pueden no dejarte trabajar donde querías. Debes tener distintos planes, siempre que estén dentro de los objetivos del proyecto que te han financiado. También está la parte logística. Allí no tenemos tiendas, todo lo que vayamos a utilizar tiene que estar muy preparado. Esto lleva mucho tiempo, porque movemos a 22 personas en un proyecto nacional. Tenemos colaboradores extranjeros, pero movilizamos nosotros al equipo. En las expediciones internacionales lleva más tiempo la fase de proyecto y evaluación, pero una vez tu proyecto ha sido aprobado, la logística es bastante sencilla, porque el operador lo hace todo. Solo te tienes que preocupar de tus cosas personales. Y luego, la perforación de un proyecto internacional son dos meses en el mar más lo que cueste ir y volver. Para una expedición del plan nacional, varía con cada campaña. Por ejemplo, la de 2024 son seis semanas en total.

¿Qué hallazgos destaca de la Expedición 318 del IODP (Integrated Ocean Drilling Program), que usted lideró en 2010?
Uno de los principales hallazgos fue que la Antártida Oriental es vulnerable. La Antártida Oriental, que es la que tiene unos espesores de hielo muchísimo más grandes, más de 3.000 metros, se creía muy estable y los modelos no podían reproducir nunca que estos casquetes se redujeran; daba igual qué temperaturas y qué gases invernadero pusieras en la atmósfera. Sin embargo,  la Antártida es vulnerable en condiciones de CO2 similares a las actuales y con unas temperaturas mucho más elevadas, que serían las que alcanzaríamos si superásemos el incremento del Acuerdo de París. Otro hallazgo muy importante es que ese calentamiento tiene que ser mantenido en el tiempo. Si ahora la temperatura sube por encima de los 2 ºC, pero en las próximas décadas, en los próximos cincuenta años, podemos reducir a una temperatura menor, no recuperaremos los casquetes que se hayan derretido, pero no se seguirán perdiendo y no seguirá aumentando el nivel del mar. Por eso tenemos esperanza: hay que actuar, porque se puede reducir. Y encontramos otras muchas cosas que nos llevan más atrás en el tiempo, a unas condiciones a las que espero que no lleguemos nunca. La corriente circumpolar antártica es como una pared que no deja que las masas de agua más cálida lleguen a la Antártida y la conservan fría. Vemos que, cuando hay mucho aumento de temperaturas, las aguas rompen [la corriente circumpolar antártica] y llegan más cerca del continente. Eso significa más deshielo, es otra retroalimentación.

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Daniel Garcia-Sala

En 2023 se le ha concedido el Premio Rei Jaume I en la categoría de Protección del Medio Ambiente. ¿Qué se le pasó por la cabeza cuando se lo comunicaron?
Incredulidad. Vas un día al trabajo normal, estás haciendo tus cosas habituales, recibes una llamada de una persona con la que no has hablado nunca y te dice que has recibido el premio. Tardas un poco en reaccionar. Los nominados seguro que éramos todos merecedores de ese premio; incluso hay gente que a lo mejor lo merecía más. Entonces, se me ocurrió que qué maravilla, porque reconocía un perfil que no es muy común en el estudio del cambio climático, la paleoclimatología. Es un reconocimiento a todo mi equipo, pero también a todas las personas que trabajamos en climas del pasado.

¿Y qué repercusión tiene este premio en sus proyectos de investigación?
En primer lugar, el premio es muy motivante no solo para mí, sino para todo el equipo. Es como decirnos que vamos por buen camino, que es algo que interesa, que aporta. A veces pierdes esta perspectiva cuando estás en ciencia, porque no parece que estés aportando a la velocidad que se requiere. Luego, el premio va a ayudar porque es una dotación importante. Participamos en proyectos en los que es muy difícil obtener financiación, porque al sistema de financiación que tenemos no le puedes decir «voy a ir a perforar a este sitio, pero no tengo ni idea de si voy a encontrar algo». Esto es lo que están haciendo los neozelandeses con un equipo internacional, y nos han mantenido en el equipo a coste cero. El premio me permitirá aportar a los costes de analítica y será una manera de agradecer al equipo internacional que nos hayan mantenido.

¿Qué proyectos lleva ahora entre manos?
Tenemos este proyecto neozelandés, que va a perforar en las dos próximas temporadas antárticas. Nosotros ahora vamos con el barco español a hacer nuestros estudios de climas pasados. Pero el grupo neozelandés está ya en el hielo y nos permiten trabajar en los materiales que recojan. Estamos muy involucrados en el estudio de los sedimentos que traigan. Han ido a perforar a un sitio que está justo por debajo del hielo, por lo que es un punto muy importante para entender cuánto ha retrocedido o no un casquete. Y después tenemos una propuesta que ya ha sido evaluada también por el mismo programa que la Expedición 318 y nos falta que nos den el barco y que nos pongan en el calendario. Pero con estas propuestas, tardas diez años desde que las empiezas a pensar hasta que se materializan.

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Daniel Garcia-Sala

Usted ha formado parte de distintos proyectos y organizaciones internacionales. ¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de la colaboración internacional en ciencia?
Todo es positivo. Especialmente en la Antártida la colaboración internacional es fundamental. Trabajas en condiciones muy difíciles, muy hostiles. La logística es muy complicada y muy cara. Los programas internacionales que he liderado en este contexto de coordinación han sido con el objetivo de facilitar y coordinar la comunidad internacional que trabaja en la Antártida para maximizar el intercambio de datos con un objetivo común. Un país solo no va a poder abordar las cuestiones y los problemas que tenemos en la Antártida, en el Mediterráneo o donde sea. La colaboración internacional te permite dar un salto exponencial.

¿Qué medidas se deberían impulsar para retener el talento científico en España?
La ciencia que hacemos en España es muy buena, y no está bien dotada. También podríamos tener mecanismos de flexibilidad para apoyar a tu comunidad científica con un mecanismo de financiación, incluso cuando no sabes si el proyecto va a ser un desastre o «lo más». Para retener el talento, tenemos que estabilizar a las personas antes. Tenemos el problema de que formamos al personal, se nos va al extranjero y luego tenemos la dificultad de traerlo y retenerlo. Primero, porque a lo mejor se han ido y tienen unos trabajos posdoctorales con unos sueldos tremendos que aquí no les podemos ofrecer. Pero, aparte, no les podemos ofrecer una estabilidad. Hay muchas personas que con un sueldo menor que el que les dan en América, Suiza o Inglaterra vendrían, pero vuelven y tienen que buscarse la siguiente «posdoc» y la siguiente… Llega un momento en el que se estabilizan, pero a partir de los 40 y pico años. ¿Qué hacemos con la juventud? ¿Qué hacemos con las mujeres? Porque ese momento coincide con cuando las mujeres tienen que decidir también qué hacer con su vida: voy a tener hijos, no voy a tenerlos, voy a estar en Inglaterra y mi pareja va a estar en España… Esto es un problema. Creo que podríamos retener talento incluso con salarios no tan buenos si pudiéramos dar una estabilidad al personal.

¿En qué punto de la crisis climática nos encontramos?
Creo que no se puede hablar de forma genérica. Hay cosas que podremos revertir más o menos y hay cosas que son irreversibles. El derretimiento de los casquetes es irreversible. Aunque lo logremos parar, lo que hemos perdido ya está perdido. Lo que nos da miedo es que lleguemos a un punto de inflexión en el que esa irreversibilidad ya no sea un cambio lineal, sino que de repente haya un cambio brusco. Que no solo sea irreversible, sino catastrófico. Estamos en un punto en el que hay que actuar.

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Daniel Garcia-Sala

Hablar de irreversibilidad, ¿puede llevar a la inacción?
No, porque hay muchas cosas en las que no hemos llegado a un punto de no retorno. Es una decisión de qué calidad de vida quiero vivir yo, mis hijos, mis nietos… ¿Cómo quiero vivir? Estamos sufriendo unas condiciones bastante desagradables que ya nos habían anunciado. Si no hacemos nada, vamos a ir in crescendo. Nunca en la historia de la humanidad hemos sabido tanto sobre nuestro futuro. Tenemos un reto, pero sabemos lo que hay en el futuro. Nos podremos equivocar en muchas cosas, podemos tener incertidumbre, pero sabemos que vamos en esa dirección. Somos conscientes también de que, si tomamos las medidas que sabemos que tenemos que tomar, podemos frenar. Tenemos el conocimiento, tenemos la tecnología, tenemos tantas cosas a nuestra disposición que la inacción es incomprensible.

¿Le preocupa la entrada en los gobiernos de partidos manifiestamente negacionistas?
En este momento en el que nos encontramos, en el que es urgente actuar, me gustaría mucho más ver que los gobiernos tienen verdaderos líderes que están mentalizados en que esto es un problema y darle soluciones. Por supuesto, es una preocupación.

Otra postura ante el cambio climático es el retardismo. ¿Qué perfiles considera más peligrosos: los negacionistas o los retardistas?
Los negacionistas o los escépticos no me preocupan nada, porque no puedo hacer nada. Tienen ya sus ideas, ven la evidencia de otra manera, supongo. También hay gente que cree que la Tierra es plana. Me preocupan más los que consideran que el cambio no es tan rápido. Ahí, les diría que estamos sufriendo las consecuencias antes de lo que estaba previsto, así que por lo menos podríamos aprender de lo que estamos viendo. Y luego, casi que me preocupan más los que dicen «de perdidos al río».

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Daniel Garcia-Sala

Cada año, la celebración de la COP produce mucha expectación y atención mediática. ¿Cómo valora estas cumbres del clima?
He estado en dos COP y a veces salgo desilusionada. Pero reconozco que son importantísimas y que es una manera de tener la llama viva. Las COP tienen también muchos eventos paralelos en los que se dan charlas y vienen personas que están participando en las negociaciones, y en ocasiones te preguntan y se interesan. A veces es frustrante que no se alcancen los acuerdos que una preferiría que se tomaran, pero suponen pasos para adelante.

¿Y qué acuerdos considera que sería imprescindible adoptar?
El Acuerdo de París está bien, pero no vamos a cumplirlo al paso que vamos. Lo más seguro es que nos pasemos de 1,5 ºC y que lleguemos a los 2 ºC, esperemos que no más. Y, sobre todo, que si llegamos a los 2 ºC no lo mantengamos mucho en el tiempo y lo podamos revertir. Esta sería la situación perfecta para mí: primero, no pasar del 2; y si nos pasamos, bajarlo. El registro geológico nos dice que si pasamos de 2 ºC a 3 ºC y lo mantenemos durante un siglo, los resultados serían bastante desastrosos. Y, entre medio, por ejemplo, tendríamos subidas del nivel del mar de más de un metro, que es lo que ahora hay como predicción en el IPCC. 

© Mètode 2024 - 120. Ciencia a diestro y siniestro - Volumen 1 (2024)
Periodista (València).