Si el lector se ha parado alguna vez a pensar en cómo se trabaja para esclarecer una muerte violenta, un suicidio, un hallazgo de restos, una paternidad o una violación, entre otros casos, este es su libro de partida. En esta obra de divulgación se explican las técnicas que se utilizan actualmente (y las que se utilizaban en épocas pasadas) para resolver crímenes, buscar asesinos y encontrar culpables de delitos. O para obtener información a partir de restos que puedan reconstruir una historia. Su autor, J. M. Mulet, doctor en Química y Biología Molecular por la Universitat de València, imparte la asignatura de Biotecnología Criminal y Forense en la Universidad Politécnica de Valencia.
Todos los capítulos están ilustrados con casos conocidos. Algunos de ellos siguen sin resolverse, como el de Jack el Destripador, pero aun así el autor presenta los resultados tal y como están en la actualidad. Además, en función de la técnica que se esté describiendo, el libro hace referencia a películas que han tratado en sus argumentos crímenes, asesinatos, violaciones…, y también a series de televisión de actualidad, muy de moda, en las que se resuelven casos (CSI, Bones…).
El autor explica técnicas usadas por los forenses en criminología. Estructurado en nueve capítulos, el libro parte de las técnicas usadas a nivel macro en el análisis de cadáveres y escenarios de crímenes, y llega hasta el nivel micro, molecular y atómico, de estudio de las muestras. Por ejemplo, a nivel macroscópico, el autor explica el uso de fotografía y las medidas antropométricas de las personas. También da una amplia visión del estudio exhaustivo de los cadáveres en el lugar en el que se encuentran: el estado del mismo, la fauna asociada (entomología y entomotoxicología forense), restos vegetales y presencia de polen (botánica y palinología forense), la tierra adherida… El autor hace hincapié en el estudio de los huesos en el marco de la antropología forense, ya que por su estabilidad en el tiempo y su composición permiten aportar información histórica. A escala molecular, la genética forense ha supuesto un avance muy importante en la resolución de casos, por ser una técnica muy fiable y que avanza y mejora día a día. Con diferentes casos reales, como el de la familia Romanov, el libro explica por qué el estudio del ADN no es una prueba definitiva al 100 %. Por último, J. M. Mulet hace referencia a la toxicología forense, que se encarga del estudio de sustancias y moléculas químicas, necesario cuando hay sospecha de envenenamientos o de suicidio, y a la química forense, que se centra en la materia relacionada con un siniestro o un cadáver y sirve para demostrar si un elemento o una molécula concreta está presente en una muestra.
El último capítulo trata del papel que han intentado representar las seudociencias, tema querido del autor, en la resolución de casos. Pero ni videntes, ni la criminalística positiva, se admiten en un juicio. Tampoco los controvertidos detectores de mentiras tienen uso oficial en España.
Como bien dice J. M. Mulet, «nacemos con un envase retornable, biodegradable y reciclable». Somos parte del ciclo de la materia y siempre dejaremos huellas de nuestro paso por la vida.