Para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la «seguridad alimentaria» existe «cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico, social y económico a los alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen sus necesidades energéticas diarias y las preferencias alimentarias para llevar una vida sana y activa». Hoy, este hito no se alcanza en buena parte del planeta, como la mayoría de la población africana y muchos países asiáticos: 900 millones de personas pasan hambre. La presión del crecimiento de la población es un obstáculo para garantizar la alimentación adecuada de la población global. Las previsiones son que la actual población de 6.000 millones de personas llegue a 9.000 millones en el año 2050. Con la tecnología agronómica actual, ¿será posible alcanzar la seguridad alimentaria para todo el mundo, con el cambio climático amenazando la viabilidad de muchos cultivos?
Esta es una de las preguntas clave formulada en Cultivos transgénicos por José Pío Beltrán, profesor de investigación en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV). El libro propone que el objetivo de alimentar bien a la población mundial de ahora y del futuro inmediato no es posible sin el uso de todas las tecnologías disponibles. No solo los métodos tradicionales de cultivo y mejora, sino las técnicas derivadas de la transgénesis, la edición de genomas y la biología sintética. Beltrán explica con rigor estas aproximaciones, sin obviar las limitaciones e inconvenientes asociados y con profusión de ejemplos ilustrativos.
Uno de los capítulos del libro habla sobre «mentiras transgénicas», quizá el de lectura más amena porque el autor elige y critica con habilidad toda una serie de tópicos y malentendidos: los transgénicos son malos para la salud o amenazan la diversidad, todo lo natural es bueno, los alimentos orgánicos son más saludables, los transgénicos son una imposición de las multinacionales, y otras banalidades para disfrute del lector. No salen indemnes de la crítica afilada ni la prepotencia de ciertos biotecnólogos, ni la falta de profesionalidad de algunos medios de comunicación.
El autor acaba con consideraciones sobre el futuro inmediato de la modificación genética de los cultivos. Los métodos derivados del sistema CRISPR/Cas permiten la edición de los genomas y ponen en cuestión el propio concepto de transgénico. En consecuencia, razona Beltrán, su uso merece un tratamiento jurídico diferente. A principios de 2018, coincidiendo con la aparición del libro, el abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitió una opinión con respecto a la aplicación o no a los organismos obtenidos mediante «mutagénesis dirigida» de la directiva europea en materia de organismos modificados genéticamente: la modificación con la tecnología CRISPR/Cas continúa en un limbo legal, sin embargo, por ahora, se considera exenta de la aplicación de esta directiva. Este nuevo episodio de una larga y triste historia –la del fracaso de Europa en la aceptación de los cultivos transgénicos– no ha hecho más que empezar y no sabemos cómo acabará. Mientras tanto cualquier ciudadano con una mínima sensibilidad social y una dosis saludable de sentido crítico sacará un gran provecho leyendo esta pequeña joya.
