Leo la contraportada de este libro. Encuentro un resumen del contenido y una cita de Farhad Manjoo, periodista de The New York Times, que dice: «El libro más espeluznante que he leído nunca.» Me pongo en alerta.
Hace 170 años que la ciencia avisa de los efectos del cambio climático, desde que se enunció por primera vez que el incremento de la concentración de CO2 en la atmósfera generaría un calentamiento del planeta. Una ciencia que ha certificado el origen antrópico de este cambio, su desarrollo y sus consecuencias. Una ciencia cada vez más exacta, pero que todavía deja incertidumbres acerca de varios aspectos relacionados, como por ejemplo la extensión de sus efectos o la rapidez con la que se desarrollará.
Pero lo que la ciencia no puede prever –aunque sí que ha descrito claramente cuáles son las acciones que se tienen que tomar para frenar (que no parar del todo) el cambio climático– es cómo reaccionaremos los seres humanos ante los enormes, rápidos e imprevisibles cambios que están produciéndose a escala global y que afectarán a todo lo que hacemos. Los caminos que podemos tomar ante esta prueba tan exigente que nos cae encima pueden ser tantos como podamos imaginar, desde una total indolencia e indiferencia, hasta la puesta en marcha de una acción clara, decidida, mundial y rápida para hacer frente al cambio global.
El libro no es fácil de leer, con unos contenidos y una redacción complejos. De hecho, puede parecer escalofriante, puesto que presenta una exposición continuada de posibles «terrores» futuros. En algunos momentos parece una mezcla del apocalipsis con una película al estilo Mad Max. Lo más inquietante de todo es que no es una ficción: es pura certeza que algunas de las muchas opciones que expone el autor se harán realidad, y que ninguna de ellas es precisamente favorable. Pero, sin duda, lo que el libro nos deja claramente definido es que cualquier intento de «solución» pasa por la acción humana, aunque tampoco es especialmente optimista sobre la posibilidad que pueda producirse esta reacción: el autor no confía excesivamente en que lleguemos a acuerdos.
El cambio climático nos precipita a una destrucción cultural, ética, política y biológica, y es lo que el autor denomina «apatía climática» la cómplice de todo este proceso; una comodidad que hace que esperemos hasta el último momento para intentar hacer algo, que nos resistamos –con excusas económicas, políticas o de cualquier otro tipo– a acometer cambios profundos que le den la vuelta al sistema, un sistema capitalista al cual el propio cambio climático ha puesto la soga al cuello.
El cambio climático plantea una apuesta sobre la capacidad de la especie humana de hacer frente a un reto que puede atacar directamente su existencia, y que suscita múltiples preguntas: ¿qué seremos capaces de hacer? ¿Qué principios éticos se impondrán? ¿Los sistemas políticos mutarán? ¿Hasta qué punto jugarán a la contra las fuerzas económicas capitalistas…?
Este libro no quiere dar una única contestación a estas y otras preguntas, sino que abre todo un abanico de posibles respuestas, las pone encima de la mesa, y comienza así un debate para reflexionar y pensar hacia dónde queremos ir. Porque, eso sí, nosotros seremos los que decidiremos nuestro futuro, bien por acción o por omisión.