L’ètica algorítmica
Francesc Torralba
Edicions 62. 222 páginas.
Francesc Torralba ha escrito un interesante libro sobre cuestiones fundamentales que afectan al avance de la inteligencia artificial y los dilemas éticos que se derivan. Es un libro de sencilla y explicativa prosa, que va exponiendo la problemática ética que genera el progreso tecnológico. Se inicia con estas preguntas primordiales: «¿Se ha olvidado la ética de los algoritmos? ¿Se han olvidado los algoritmos de la ética? Noche y día, estamos confrontados a los algoritmos. Su influencia sobre nuestras opiniones políticas, nuestro humor o nuestras decisiones está más que demostrada». Nuestra interacción con Internet y las redes sociales deja un rastro oculto pero accesible, y crea un perfil del usuario, que es empleado para actividades poco reguladas, de las que a menudo no somos conscientes.
En este sentido, Torralba, director de la Cátedra Ethos de Ética Aplicada en la Universitat Ramon Llull, comenta los recelos de los tecnopesimistas, que ven el imparable avance de la tecnología informática y robótica como una amenaza a la integridad de la naturaleza humana. Los tecnopesimistas tildan a los tecnooptimistas de ingenuos y los critican por desconocer la naturaleza humana y los usos perversos de la tecnología tanto a lo largo de la historia como en el presente. Los tecnooptimistas, en cambio, ven a sus interlocutores como figuras románticas, ancladas en el pasado, resistentes al cambio, nostálgicas de un mundo definitivamente superado. Pero es cierto que desde Ian Kerr hasta Geoffrey Hinton, muchos conocedores de la inteligencia artificial se han mostrado preocupados por la deriva destructiva que esta podría tomar, como por ejemplo con robots asesinos que podrían integrarse en los ejércitos.
Por lo tanto, Torralba plantea la pregunta sobre si los robots podrán, un día, convertirse en agentes éticos explícitos como lo son los propios seres humanos. Resulta difícil realizar predicciones en este sentido, pero algunos autores opinan que solo los seres orgánicos y no los robots están dotados de una verdadera sensibilidad. De este modo, estos robots asesinos, integrados en los ejércitos, se convertirían en máquinas eficientes en la destrucción, sin ningún tipo de restricción ética o sentimental que pudiera detener o apaciguar un poco sus actos.
Para evitar situaciones así, como propone Torralba, habría que tratar los sistemas de inteligencia artificial como si fueran nuevos productos farmacéuticos: someterlos a ensayos rigurosos para comprender sus efectos nefastos potenciales y reparar todo sesgo que pueda afectar a los resultados, antes de que los sistemas sean puestos en el mercado.
En resumidas cuentas, el libro del profesor Torralba es un ensayo de gran actualidad, necesario para entender los tiempos inmediatos que viviremos. Y nos alerta, con razón, que «la tecnología desbocada puede conducirnos al peor de los mundos posibles. Necesitamos consolidar un humanismo tecnológico de base amplia, asentado sobre la más noble tradición clásica occidental y construido sobre los ideales de la Ilustración europea». Pero, para ello, por supuesto, habría que abandonar el neoliberalismo aniquilador que cada vez más dirige todas las políticas mundiales, y buscar un amplio consenso sobre los límites del desarrollo tecnológico. Algo nada fácil, tal y como va el mundo.
