Solución espacial: Puerto de Valencia
La geografía del capitalismo global
La producción del territorio está marcada por prácticas sociales. Los intereses políticos y económicos, y los discursos sobre el medio ambiente que los sustentan, generan nuevos espacios para la urbanización. En 1986 se aprobó la ampliación del Puerto de Valencia hacia el sur. Nazaret, barrio marinero y de pescadores, lugar de veraneo popular, se quedaba sin playa ni vista al mar. Años después, la Punta perdía buena parte su huerta productiva; campos urbanizados y alquerías y barracas derruidas para construir una zona de actividades logísticas para el puerto. Un barrio agrícola y un barrio marinero transformado en suelo urbano mediante actuaciones encaminadas a convertirlos en en vertederos y fuentes de extracción de recursos. No es casualidad que desde hace décadas las actividades sociales y ambientalmente más costosas para la ciudad se desplazan hacia el sur.
La construcción del Puerto de Valencia ha supuesto una transformación espacial a gran escala, la producción de nueva masa de suelo destinada a usos industriales: una nueva socio-naturaleza. Existe una conexión entre la producción de esta socio-naturaleza, o medio ambiente construido, y las dinámicas de la globalización y la expansión urbana propias del capitalismo. En el ámbito de la geografía crítica, la producción y reproducción del espacio es fundamental para entender como opera la economía política del modelo capitalista. Como argumenta David Harvey, la globalización es la forma actual que ha adoptado el proceso de producción y reconstrucción de espacio que caracteriza el capitalismo. Harvey utiliza el concepto de solución espacial para describir la expansión geográfica que se da como respuesta a los problemas causados por la sobreacumulación capitalista. De esta manera, el capital, mediante inversiones públicas y privadas, se fija en el territorio, se enraíza en la tierra, abriendo nuevos espacios que transforman la geografía, creando nuevos paisajes para la acumulación. Así. unos territorios se desindustrializan, otros se reindustrializan, y los espacios rurales y litorales son sometidos a procesos de desarrollo urbano. Son respuestas temporales para evitar las crisis del capitalismo a costa de sembrar de cimiento el planeta, rehaciendo la geografía del mundo para localizar el excedente de capital.
Propongo hacer un ejercicio de geografía crítica y pensar en el Puerto de Valencia como una solución espacial, como un nuevo paisaje para la acumulación de capital. El proyecto de construcción y ampliación del puerto ha supuesto la transformación del territorio, de la socio-naturaleza previamente existente (huerta de la Punta y playa de Nazaret) en un nuevo tipo de suelo que puede ser comprado y vendido. El suelo producido se ha convertido en una área industrial para las actividades portuarias y logísticas y los intercambios de mercancías del comercio global. Se ha destinado una gran cantidad de recursos a este proyecto, fijando o arraigando determinadas relaciones socio-naturales y creando un nuevo medio ambiente construido, un medio ambiente industrial. El nuevo territorio resultante ha generado nuevas dinámicas espaciales (pérdida del espacio agrícola productivo, desaparición de playas urbanas y grandes inversiones en infraestructuras de transporte y logísticas) y sociales (expropiaciones, deportaciones, desaparición de saberes y formas de vida y destrucción del patrimonio histórico).
La producción de territorio que generan las soluciones espaciales suscita un problema político: ¿cómo planificarlo y gestionarlo? El problema se tendría que resolver a través de las instituciones y procesos democráticos medinte debates públicos. En cambio, en el caso que nos ocupa, el problema de la planificación del frente litoral de la ciudad no se ha resulto de forma democrática sino designando a un ente autónomo constituido ad hoc, la Autoridad Portuaria, como entidad responsable de este proceso de creación de espacio. La Autoridad Portuaria es un elemento de la administración estatal a nivel local (depende de Puertos del Estado, perteneciente al Ministerio de Transporte), constitutida en 1993, que desde entonces ha estado marcando el devenir de la fachada marítima de la ciudad.
La Autoridad Portuaria es mucho más que una entidad encargada de gestionar la actividad del Puerto de Valencia. Ha sido un actor clave en el planteamiento urbano y de la franja litoral y en la planificación del transporte marítimo y terrestre. Ha usado un discurso ideológico que defiende los intereses económicos de las empresas exportadoras, del sector de la construcción, de las corporaciones transnacionales y de las grandes navieras, y que promueve un modelo de globalización neoliberal basado en la competitividad, la rendibilidad, el crecimiento económico y la proyección y el posicionamiento internacional de la ciudad. Un modelo que queda así palsmado en el territorio y que demuestra que en una democracia liberal ni los procesos de toma de decisiones ni los resultados de los mismos son ideológicamente neutrales. Y no son neutrales porque proveen el marco adecuado para que el capitalismo se mantenga como sistema hegemónico.
El actual proyecto de ampliación del Puerto de Valencia es una medida pensada para atraer capital mediante una solución espacial que aplaza en el tiempo la verdadera planificación de la franja litoral de la ciudad y de las actividades logísticas. No es un caso aislado. Se trata de un caso más de acumulación por desposesión, una estrategia global que busca concentrar la riqueza y el poder en unas pocas manos a costa de lo que le quita a la ciudadanía.