El programa Ramón y Cajal: una iniciativa abierta

El pasado 10 de julio se hizo pública la lista de los candidatos elegibles de la convocatoria 2003 del Programa Ramón y Cajal. Esta ha sido la última de las tres convocatorias que se han realizado desde 2001, mediante las cuales se han incorporado 2.000 investigadores al sistema de ciencia y tecnología del estado español. Se trata de investigadores con una experiencia dilatada y reconocida, que han tenido que acreditar un mínimo de 18 meses de estancia en centros de investigación extranjeros tras la licenciatura. Los centros receptores, universidades y centros de investigación públicos o privados sin ánimo de lucro hacen la oferta de plazas y se comprometen a una cofinanciación gradual y progresiva que, al final de los cinco años, suma el 20% de la inversión total.

La participación de la Universitat de València en el programa ha implicado la incorporación efectiva de cerca de 70 investigadores, especialmente en las ciencias básicas y experimentales, y en mayor número en las áreas de Física y Ciencias del Espacio, Química y Agricultura. Esto implica que nuestra Universidad cuenta con casi el 50% de los contratos de las universidades de la Comunidad Valenciana y se sitúa la tercera entre las españolas.

«El número de investigadores afectados por la falta de carrera investigadora aumenta y el desengaño alcanza niveles críticos»

Con este programa se pretendía paliar dos problemas que afectan a la investigación española: la baja proporción de investigadores respecto a la población activa y lo que se conoce como “fuga de cerebros”. En cuanto al primer problema, es interesante destacar que la media de científicos en España en relación a la población activa es de 4,56 por millar de habitantes, mientras que la media de la Unión Europea es de 5,4 y la de Estados Unidos es de 8,8. Estas cifras ya son indicativas del origen del segundo problema. La fuga de cerebros, sobre todo hacia los Estados Unidos, continúa produciéndose de manera incremental por el hecho de que ni el sector privado ni el sistema universitario y de investigación español son capaces de absorber a los investigadores que se forman en los centros de investigación. Una paradoja de nefastas consecuencias para la investigación.

En el panorama actual, las condiciones de los contratos (cinco años con el sueldo equivalente a profesor titular de universidad) las hacen atractivas para los miles de doctores que se han presentado a la convocatoria de 800 plazas en 2001, 500 en 2002 y 700 en 2003. Ahora bien, este colectivo, que tendrá cuarenta años por término medio cuando acaben los contratos, tiene que convivir con la incertidumbre de la continuidad laboral.

Así, es cierto que la política de contratación de personal investigador avança en uno de los aspectos más deficitarios del sistema de I+D+I español. Pero el problema de base, que afecta a otros investigadores contratados y también a los becarios de investigación, no se soluciona si no hay una política de incorporación de doctores y de investigadores a largo plazo, que prevea la consolidación de las plazas con presupuestos adicionales a los que se aplican a la ampliación de plantilla por necesidades docentes. Con los investigadores del programa Ramón y Cajal se plantea de manera clara este problema. El número de investigadores afectados por la falta de carrera investigadora aumenta y el desencanto y la desincentivación de cualquier persona que quiera y pueda dedicarse a la investigación alcanza niveles críticos.

El reto ahora es encontrar mecanismos para consolidar una plantilla de investigadores en las universidades. En este punto, la intervención de los gobiernos autonómicos es fundamental: por una parte, las competencias en universidades están descentralizadas; por otra parte, las universidades, sin un aumento de sus presupuestos, difícilmente podrán hacer frente a la integración de un contingente de investigadores que realizan una tarea importante en nuestros centros.

En conclusión, la consolidación de la investigación en España, que nos pueda situar en niveles comparables con la media europea, pide una mayor inversión pública y privada y una concienciación real de que las universidades no son sólo centros superiores de enseñanza sino también centros de investigación que, como tales, necesitan incrementar y consolidar sus recursos humanos.

© Mètode 2003 - 39. Del grito a la palabra - Disponible solo en versión digital. Otoño 2003

Vicerectora de Investigación y Política Científica, Uni­ver­sitat de València.
Actualmente Maria Josep Cuenca no ostenta este cargo.