La COVID -19 está representando la disrupción de la sociedad humana no bélica más grande que hemos sufrido en la historia reciente. Para mucha gente ha significado un sufrimiento físico, la pérdida de una persona querida, problemas por el trabajo o cambios en las costumbres, como la reducción de los viajes. Hay muchas lecciones que aprender de lo que ha pasado. Es un ejercicio que el Institut d’Estudis Catalans hizo el año pasado y los textos del debate a que dio lugar acaban de salir publicados en el informe Allò que hem après de la COVID-19.
Por una parte, hay que hacer una reflexión de lo que ha supuesto esta gran pandemia para aprender cómo reaccionar si vuelve a aparecer otra. Eso implica primero saber identificar que una enfermedad está causada por la infección de un nuevo virus, un trabajo que hacen médicos especializados en enfermedades infecciosas; más tarde, hay que identificar el virus del que se trata, lo que hoy en día hacen virólogos usando las técnicas de ADN, y una vez la enfermedad se extiende, los epidemiólogos analizan cómo se propaga y también los matemáticos hacen modelos para tratar de predecir la evolución de la enfermedad. Para analizar una pandemia hace falta el concurso de diferentes disciplinas científicas compuestas por profesionales que tienen que estar muy entrenados en sus diferentes disciplinas. Por lo tanto, una de las lecciones es que temáticas científicas que a veces parecen alejadas de la realidad tienen que ser cultivadas de forma activa.
Una vez la pandemia llega, hay que reaccionar. La urgencia es tratar a las personas que han enfermado y por eso tenemos un sistema sanitario al que hemos pedido durante meses que trate a los enfermos para hacer que salgan de esta de la mejor forma posible. Por lo tanto, hace falta un sistema sanitario muy financiado y muy organizado. Pero también hace falta que sea un sistema flexible que haga que las infraestructuras y sobre todo los profesionales tengan la formación y la mentalidad para cambiar de trabajo cuando la emergencia lo necesite. Y hemos visto que disponer de una ciencia que usa las técnicas más avanzadas posibles sirve para sacarnos del problema. Ha sido la biología molecular más avanzada la que, con todas las medidas de seguridad precisas, nos ha proporcionado vacunas y medicamentos que han minimizado el impacto de la pandemia.
«Tenemos que integrar en nuestra cultura aquellos criterios y costumbres que podrían evitar, retrasar o minimizar una pandemia cuando esta se presenta»
Y todos juntos tenemos que aprender a entender qué quiere decir una pandemia y que hay que reaccionar de formas que implican disciplina y solidaridad. En una sociedad democrática eso significa comprender el alcance y la evolución de la infección y la necesidad de medidas públicas que pueden acabar teniendo un fuerte efecto sobre la vida de la gente, como ha sido el caso del confinamiento que hemos sufrido. Disponer de criterios científicos y médicos elaborados de la forma más cuidada posible necesita de debate. En nuestro país no hay tradición de comités científicos a los que se consulten cuestiones complejas, que estén constituidos por expertos de varias disciplinas y que transmitan sus conclusiones y sus incertidumbres a quienes tienen que tomar decisiones y a la población en general. Por eso mismo son indispensables unos medios de comunicación de calidad que puedan identificar las noticias falsas o las opiniones interesadas. Todo eso lo tendríamos que realizar cuando no hay urgencia por saber cómo hacerlo cuando las cosas van mal.
Y tenemos que aprender a saber si podemos evitar otra pandemia en el entorno en que vivimos. La COVID -19 se ha extendido de una forma rapidísima y está afectando a la población humana de una forma global. La densidad de la población en algunos lugares, el incremento de los intercambios comerciales y de personas han sido factores determinantes en la propagación del virus y sus variantes. A todos los niveles, global, regional, estatal o local tenemos que integrar en nuestra cultura aquellos criterios y aquellas costumbres que podrían evitar, retrasar o minimizar una pandemia cuando esta se presenta. Hemos aprendido que hacen falta sistemas científicos y médicos sólidos y muy financiados, con la flexibilidad suficiente y muy comunicados con los que toman decisiones y con la gente. Porque somos todos los que acabamos sufriendo los efectos sobre la salud, el trabajo y nuestro estilo de vida y quienes tenemos que reaccionar para que la pandemia pase.