Un efecto perverso

Niño pequeño

La pandemia de la covid-19 ha alterado las rutinas de infección de otras enfermedades respiratorias como la gripe o el resfriado común. Las medidas preventivas no farmacológicas –como confinamientos, distancias, hidrogeles, mascarillas…– puestas en práctica contra el SARS-CoV-2 también disminuyeron la circulación global de otros microorganismos infecciosos, pero especialmente de los virus respiratorios. Inicialmente, podría pensarse que una circulación reducida de microorganismos patógenos es una circunstancia deseable, pero se ha constatado que no siempre es así. De hecho, en los veranos de 2021 y 2022, coincidiendo con la retirada de las medidas profilácticas contra la covid-19, algunas de estas enfermedades respiratorias estacionales parecen haber vuelto con fuerzas renovadas.

El incremento detectado de casos extemporáneos de infecciones respiratorias posteriores a los momentos más críticos de la pandemia no se explica por la aparición de nuevas variantes virales más agresivas o transmisibles. La explicación más plausible es el aumento anómalo del número de individuos susceptibles a la infección. Son aquellos pacientes que deberían haberse contagiado, e inmunizado, si no se hubieran aplicado las medidas preventivas. Y si el número absoluto de casos de infección se incrementa significativamente, el número de casos graves y hospitalizaciones, también, y de forma proporcional.

Una de estas enfermedades destacadas es la causada por el virus sincitial respiratorio (VSR), que se manifiesta a menudo en adultos como un resfriado común en su expresión más benigna, pero que puede derivar en bronquiolitis o neumonía en grupos vulnerables. Este virus pertenece al grupo de virus de ARN monocatenario de sentido negativo. Conocemos a otros miembros de este filo, como el virus de la gripe, el virus de la rabia o el virus del Ébola. El nombre de sincitial (del griego sin, ‘junto’ y cito, ‘caja’ o ‘célula’) atiende a que las células infectadas tienden a fusionarse y mostrarse como plurinucleadas.

El virus sincitial respiratorio es especialmente nocivo en bebés prematuros y personas mayores o con el sistema inmune debilitado. La infección por VSR es la principal causa de hospitalización pediátrica por bronquiolitis, y una de las principales enfermedades de mortalidad infantil en todo el mundo. Para aportar cifras, durante el año prepandémico, en 2019, el virus sincitial respiratorio mató a más de 100.000 niños y niñas menores de cinco años en el mundo. Alrededor de la mitad de estas muertes se produjeron en criaturas menores de seis meses.

¿Por qué se ceba el virus sincitial respiratorio con los bebés? El virus primero infecta los ojos y la nariz, y después las células epiteliales de las vías respiratorias superiores, pasando a continuación a las inferiores, los bronquios y los bronquíolos. Estos últimos tienen un diámetro extremadamente estrecho en bebés y quedan fácilmente obstruidos por la mucosidad generada por la infección.

En ausencia de vacuna, obviamente, la infección es la única vía de adquisición de cierta defensa; es, de hecho, el método ancestral de inmunización de los tiempos prevacunales. Es una inmunización barata, según se mire, y arriesgada, según para quien. Con el añadido de que, en el caso de este virus y otros que tenemos en mente, la inmunización generada es temporal e ineficiente, y que nos reinfectaremos varias veces a lo largo de la vida.

Últimamente, y gracias a la investigación previa al tsunami de la pandemia, se ha obtenido un medicamento específico, de tipo anticuerpo, el nirsevimab, que ha empezado a suministrarse en casos graves. Por otro lado, un ensayo clínico de una vacuna contra el VSR en el que participan varios países europeos también está mostrando niveles altos de protección y seguridad muy alentadores. Inventar recursos contra los virus es un no parar.

© Mètode 2023 - 116. Instantes de ciencia - Volumen 1 (2023)
Profesora del Departamento de Genética de la Universitat de València.