Salvemos la Luna

salvemos la luna

Desde la montaña, veo la Luna asomarse tras el cerro, grandiosa, dorada, con las manchas oscuras muy visibles, donde hay quién ve las figuras de unos amantes. Cómo dice Estellés, el poeta, la luna de la montaña es limpia y clara, y esta claridad nos invita a pasear a oscuras, solo con su luz, para disfrutar de la belleza de la naturaleza nocturna, de la cadenciosa vocecilla de los búhos, del vuelo mortecino de los murciélagos y del débil brillo de las luciérnagas en busca de pareja.

Como estoy de buen humor, no me enfadaré al recordar que, en la ciudad, el alumbrado excesivo ha hecho desaparecer el ciclo lunar de la noche con un fuerte impacto sobre la comunicación, la reproducción, la cría, y la depredación de muchas especies de animales terrestres y marinos como insectos, anfibios y corales.

Y es que, a parte del Sol, la Luna es el principal lucero del cielo. No es extraño, pues, que desde la antigüedad se ganaran los estatus de dioses: Helios, del día, y su hermana Selene, la diosa de la noche. Pero, así como el Sol sale fielmente cada día, la Luna es inconstante. Hay noches que brilla alta en el cielo durante todas las horas de oscuridad, y otras que vigila tímidamente y muy disminuida al lado del Sol, bien al atardecer o bien al amanecer. Incluso hay algunas noches que desaparece del cielo.

La Luna orbita nuestro planeta en el sentido de oeste a este en 27,3 días, de forma que cada día, a la misma hora, la veremos unos 13° más hacia el este que el día anterior (360°/27,3 días). Y es por esta razón que, al separarse angularmente cada vez más de la dirección del Sol, la parte iluminada de nuestro satélite, la fase, crece un poco a cada día.

«No es extraño que desde la antigüedad el Sol y la Luna se ganaran los estatus de dioses»

El día en que la separación del Sol y la Luna es de 90°, las sombras proyectadas por los accidentes lunares son máximas. La Luna ha recorrido una cuarta parte de la órbita para mostrarse en cuarto creciente, el momento óptimo para admirarla. Un pequeño telescopio o unos prismáticos nos permitirán ver claramente las cordilleras montañosas, los cráteres y los mares.

La Luna es el único astro donde podemos ver a primera vista algunos detalles, como por ejemplo las sombras oscuras que los primeros observadores renacentistas y barrocos denominaron mares, a semejanza de los terrestres. El primero que los dibujó sin ayuda óptica fue el genial Jan van Eyck, en el Díptico de la crucifixión y el juicio final el 1425. Ya con telescopio, hace 410 años, Galileo Galilei dibujó la Luna de manera realista, con la superficie llena de cráteres y montañas, como la Tierra, y así rompió el mito de la pureza de los cuerpos celestes y abrió las puertas a la ciencia moderna. Los objetos del cielo ya podían ser estudiados como se estudiaban los terrestres.

Pero, lunáticos como somos, si observamos con un telescopio podremos disfrutar mejor la geografía lunar. Un mundo lleno de cráteres, creados por un verdadero bombardeo de asteroides y cometas que hace unos 3.800 millones de años dejaron nuestro satélite con el aspecto actual; y los llamados mares, zonas oscuras y planas como consecuencia de unas extraordinarias erupciones volcánicas que rellenaron antiguos cráteres y formaron grandes llanuras basálticas, unos paisajes que siempre dejan boquiabiertos a los niños que se acercan a un telescopio.

Hace cincuenta años, dos humanos pisaron el mar de la Tranquilidad. Durante un tiempo, también se exploraron otros lugares, pero muy pronto todos abandonaron la Luna. Ahora, sin embargo, el interés por la explotación de los recursos de nuestro satélite se intensifica. Las agencias espaciales y las empresas privadas ya preparan el camino para extraer metales de tierras raras o el isótopo helio 3, todos muy escasos o difíciles de extraer en nuestro planeta. Unas minas a cielo abierto pueden malograr por siempre jamás nuestra visión ancestral de la Luna, a primera vista, o a través de un telescopio. ¿Protestaremos para conservar este patrimonio cultural o, como siempre, nos quedaremos a la Luna de Valencia?

© Mètode 2019 - 103. Formas infinitas - Volumen 4 (2019)
Departamento de Astronomía y Astrofísica de la Universitat de València.