Silencio; oscuridad; humedad; polvo; más silencio. Al entrar en una cueva, el anhelo –casi necesidad– de percibir el entorno se acrecienta. Algo nos dice que estamos lejos de nuestro ambiente óptimo. Y es cierto. La carencia de luz reduce cuantiosamente la presencia de plantas verdes, la fotosíntesis y, por ende, la producción primaria. El laberinto de grietas y cavidades, así como las estalactitas, estalagmitas, los desniveles del terreno, o el tipo de sustrato, a menudo resbaladizo, son un desafío continuo a nuestro equilibrio. Algunas cuevas incluso llegan a inundarse. En definitiva, el ser humano parece no estar hecho para la vida subterránea, al menos no durante prolongados periodos de tiempo. No es así en el caso de la fauna troglobia (o estigobia si es acuática), cuya supervivencia fuera del entorno subterráneo es inviable. Su especialización a este medio es sorprendente. Algunas especies pierden la pigmentación, la visión, y pueden desarrollar órganos y otras estructuras con los que descifrar su entorno en total oscuridad.
«Algunas especies pierden la pigmentación, la visión, y pueden desarrollar órganos con los que descifrar su entorno en total oscuridad»
Recientemente se ha publicado la descripción del «hada de los bosques valencianos» o Valenciolenda fadaforesta (Hoch & Sendra). Una nueva especie, y género, para la ciencia. Este hemíptero troglobio de 3-4 milímetros ha sido solo observado en algunas cuevas de la Comunidad Valenciana, y se le considera un relicto que podría ser muy útil para obtener información de una fauna ya extinta. La excepcionalidad de este hallazgo es un ejemplo más de la importancia del medio subterráneo al albergar un tipo de fauna tan singular como extraordinaria, con una historia evolutiva y un patrimonio genético únicos. Sin embargo, estos ecosistemas no suelen aparecer en el imaginario colectivo al hablar de biodiversidad. Esto a pesar de ser los más abundantes tras los ecosistemas marinos, y de que año tras año nuevas especies son descritas en multitud de rincones por todo el mundo. Mostrar esta fauna, por ejemplo, a través de la fotografía, puede ser un camino prometedor para cambiar esta percepción, y arrojar luz a la fascinante biodiversidad que esconde el mundo subterráneo.