Protejamos a las tortugas autóctonas

Proyecto Emys es una iniciativa de voluntariado de Acció Ecologista-Agrò

Ejemplar Mauremys leprosa

El Proyecto Emys es una iniciativa de ciencia ciudadana que la asociación Acció Ecologista-Agró puso en marcha el año 2010. Su objetivo es localizar, estudiar, proteger y conservar poblaciones de tortugas autóctonas. Concretamente, el galápago europeo (Emys orbicularis) y la tortuga de agua ibérica o galápago leproso (Mauremys leprosa), dada la fuerte regresión que han sufrido las últimas décadas. A través de la participación de voluntarios, el proyecto realiza censos en diversos humedales para hacer un seguimiento del estado de estas dos especies protegidas y reintroduce ejemplares para reforzar sus poblaciones.

«Hoy, catorce años después, ya son quince las zonas muestreadas», destaca Ramón Royo, responsable del proyecto en el Marjal de Almenara. Acció Ecologista-Agró, con la colaboración de la Conselleria de Medio Ambiente, comenzó la iniciativa en el Tancat de la Pipa en la Albufera de Valencia y, dado el éxito que tuvo, desde entonces el proyecto ha ido ampliando su campo de actuación a otros humedales, ríos y barrancos del territorio valenciano hasta convertirse en el mayor voluntariado ambiental de la Comunidad Valenciana.

¿Cuáles son las amenazas a nuestras tortugas?

«La población de Emys orbicularis y Mauremys leprosa ha mostrado fluctuaciones significativas en los últimos años», explica Andrea Márquez Escamilla, coordinadora del proyecto Emys. Las dos especies objeto de seguimiento en la iniciativa se encuentran amenazadas en la actualidad por la destrucción y degradación de su hábitat a consecuencia de la ocupación urbanística, las transformaciones agrícolas, la contaminación del agua, el uso masivo de agroquímicos y la introducción de especies exóticas invasoras como, por ejemplo, la tortuga de Florida (Trachemys scripta).

Los voluntarios séniors también colaboran en el proyecto con investigadores de otros países y retiran huevos de tortuga de Florida (especie invasora) del medio natural para llevar a cabo su estudio. /Foto: Ramón Royo.

El galápago europeo está catalogado como especie en peligro de extinción según el Catálogo Valenciano de Especies de Fauna Amenazada mientras que el galápago leproso tiene una mayor presencia en las masas de agua dulce de la Comunidad Valenciana, aunque también está amenazado. «En 2023, se registraron diez individuos de Mauremys leprosa en áreas como los Estanys d’Almenara y la Finca de Penya, mostrando una ligera estabilidad en comparación con años anteriores», informa Márquez.

Los ejemplares autóctonos capturados se miden y se marcan para su seguimiento. En la imagen, un investigador mide el caparazón de una tortuga Emys orbicularis. /Foto: Acció Ecologista-Agró.

«El comercio legal de fauna silvestre sigue siendo permitido y representa una amenaza significativa para la biodiversidad y el equilibrio ecológico», denuncia la coordinadora. La difusión del mensaje de no comprar y no liberar animales al medio natural es fundamental para abordar este problema de manera efectiva. «Cada vez hay más gente concienciada, las invasoras ya no se sueltan al medio, sino que nos avisan para entregarlas», explica Ramón Royo. Para este fin, la colaboración entre organizaciones dedicadas a la conservación, medios de comunicación y la comunidad en general es esencial para generar conciencia sobre los peligros del comercio de fauna salvaje y promover prácticas responsables entre la ciudadanía. Y, añade Márquez: «Además de la difusión, es importante implementar medidas educativas y legales que desalienten el comercio de especies y promuevan la protección de la fauna autóctona».

La ciudadanía y su papel en la conservación

Todas las personas que colaboran y forman parte del Proyecto Emys reciben formación para la manipulación de los animales y para el tratamiento posterior de datos, participando en su captura y la toma de medidas de los ejemplares.  «Hacemos una incisión en la concha del caparazón que corresponde con un código numérico fácilmente identificable» explica Royo. Además, los voluntarios escogen un nombre para las tortugas recuperadas y fomentar así la curiosidad por el seguimiento del estado de los animales en futuras campañas. Los esfuerzos de conservación, como la reintroducción de ejemplares criados en cautiverio y el trabajo de educación ambiental dirigido a la ciudadanía para disuadir de la compra de fauna salvaje y potencial liberación de estas especies al medio natural, son esenciales para mejorar las perspectivas de estas tortugas autóctonas. La colaboración con ayuntamientos y el apoyo de la Generalitat Valenciana, Caixa Popular y el Centre de Recuperació de Fauna Silvestre La Granja del Saler con el proyecto, permite gestionar y proteger las especies autóctonas y la ampliación de la iniciativa a nuevas zonas sin muestrear.

voluntariat ambiental

Los voluntarios aprenden como manipular a los animales y participan tanto en su captura como en la toma de datos para el censo. /Foto: Acció Ecologista-Agró.

Este último año, el Proyecto Emys organizó una nueva sesión formativa e informativa en Carcaixent para fomentar la participación de nuevos voluntarios y la identificación de nuevas áreas de estudio. Sin embargo, muchas zonas de muestreo incluidas en este proyecto de ciencia ciudadana han sufrido un gran impacto por factores agravantes como la sequía, la contaminación o la acción del ser humano. Estos fenómenos afectan negativamente a la población de tortugas, puesto que, como indica Márquez, «la sequía reduce los hábitats disponibles, dificultando la supervivencia y reproducción de estas especies». De igual modo, incide la coordinadora del proyecto, «la contaminación degrada la calidad del agua y puede llevar a la proliferación de especies exóticas que compiten por recursos y espacio, además de depredar a las tortugas jóvenes y sus huevos».

Mornells captura tortuga

Para la captura selectiva de los animales, se colocan mornells como los que se utilizan en la pesca de anguilas, y trampas flotantes y semi flotantes que se revisan cada dos o tres días. /Foto: Acció Ecologista-Agró.

En el actual contexto de crisis climática y con el aumento de la concienciación de la población por el cuidado de nuestro entorno, «la participación ciudadana en proyectos de conservación ambiental, como el Proyecto Emys, ha experimentado una evolución a mejor en los últimos años», enfatiza Andrea Márquez. «Ya son catorce años del proyecto y cada vez participa más gente, es un voluntariado abierto a todo el público donde todos pueden participar», añade Ramón Royo. Este hecho es de gran importancia, ya que, sin las personas voluntarias comprometidas con la causa, proyectos así no serían posibles. El proyecto trabaja la sensibilización orientada a la prevención de la compra de animales y el respeto hacia el resto de especies con las que compartimos espacio, y que desempeñan un papel clave en el mantenimiento del equilibrio de los diferentes ecosistemas que habitamos. En definitiva, el crecimiento continuo en la participación comunitaria en proyectos de ciencia ciudadana como este, es fundamental para abordar los desafíos ambientales a los que nos enfrentamos y que serán mayores en un futuro cercano.

© Mètode 2024
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Graduada en Biotecnología y estudiante del Máster Universitario en Biodiversidad: Conservación y Evolución de la Universitat de València.