Xilolítico

Ilustración: Anna Sanchis

El término Xilolítico es completamente nuevo. Lo sé seguro porque me lo acabo de inventar. Quiere decir “de madera y de piedra” (del griego ξυλον [xýlon], “madera”, y λίθος [litos], “piedra”). Es como, en mi opinión, se habría tenido que llamar el Neolítico, que significa “de piedra nueva”, por contraposición a Paleolítico, que quiere decir “de piedra vieja”. En efecto, el Paleolítico se habría tenido que llamar Lítico, tout court, y el Neolítico, a la luz de lo que ahora sabemos, habría tenido que llamarse Xilolítico.

El cambio climático está provocando una drástica desaparición de los glaciares, es algo sabido. La fusión de los hielos permanentes deja al descubierto elementos orgánicos que quedaron atrapados hace milenios y que ahora afloran intactos. Son una especie de fósiles por congelación. Es el caso del hombre de Ötzi, un humano masculino momificado encontrado en el Tirol del Sur. El hielo ha permitido la conservación, no solamente del cadáver, sino de su ropa de pieles cosidas con fibras vegetales. Por esta inesperada vía, recuperamos actualmente elementos orgánicos putrescibles que los arqueólogos no habían encontrado hasta ahora.

El hombre de Ötzi tiene poco más de 5.000 años. Los descubrimientos arqueológicos de elementos orgánicos neolíticos parecidos a los que llevaba el hombre de Ötzi son escasos y fragmentarios. Por eso resultan tan valiosos los que se han producido en el poblado de la Draga, a orillas del lago de Banyoles. La arqueología progresa a fuerza de rigor interpretativo y golpes de suerte. Napoleón ya lo decía de sus generales: triunfan los buenos estrategas que, además, tienen buena suerte. Fue un golpe de suerte encontrar accidentalmente al hombre de Ötzi, en 1991, y también la suerte permitió el descubrimiento, un año antes, del poblado neolítico de la Draga. Corresponde a un asentamiento humano de más de 7.000 años de antigüedad. La anoxia por inundación ha permitido la perfecta conservación de muchos elementos orgánicos: granos de cereales (sobre todo de trigo de grano desnudo, tetraploide, no como los trigos hexaploides modernos), cientos de pilares de roble, utensilios de boj, de pino y de saúco, arcos de tejo, herramientas de roble e incluso una cuerda de arco fabricada con fibras de ortiga, además de numerosos elementos de hueso o de cuerno y fragmentos de cerámica cardial (es decir, decorada con incisiones hechas con conchas de Cerastoderma o Cardium). El poblado de la Draga pone de manifiesto lo que ya suponíamos: la revolución neolítica, con la invención de la agricultura, la sedentarización y la consolidación de las rutas comerciales, conllevó la generalización de la cerámica y de los utensilios hechos con materiales orgánicos, sobre todo vegetales (madera, fibras, etc.). La piedra está presente todavía, pero de manera secundaria. ¿Qué sentido tiene llamar Neolítico a este período presidido por la madera y ya sin apenas piedra…?

«¿Qué sentido tiene llamar Neolítico a este período presidido por la madera y ya sin apenas piedra?»

El término hizo fortuna a partir de la proposición del historiador británico John Lubbock en su libro Prehistoric Times, publicado en Londres en 1865; también introdujo la palabra Paleolítico. Eran términos cargados de sentido, pues la gran mayoría de restos prehistóricos hallados hasta entonces eran utensilios de piedra. Pero hoy sabemos que la Edad de Piedra propiamente dicha fue el Paleolítico, es decir, el período simplemente ­Lítico. Más tarde vino la Edad de los Metales. Y, entremedias, la Edad de la Madera, la Piedra y la Cerámica, es decir, el Xiloceralítico o simplemente Xilolítico

Las palabras son etiquetas de conceptos. Las frases enhebran palabras para expresar universos de conceptos relacionados. Por eso es tan importante recurrir siempre al término justo que evoque el concepto con claridad y exactitud. No es el caso del término Neolítico. Para pensar con acuidad conviene hablar con precisión, ya que pensamos hablando en silencio hacia adentro. Pero el lenguaje se elabora a partir de los conocimientos disponibles, que suelen ser imperfectos. Esta limitación entorpece nuestro relato cognitivo. Es una cruz que cargamos. Mala suerte…

A Jorge Wagensberg, in memoriam

© Mètode 2018 - 97. #Biotec - Primavera 2018
Doctor en Biología, socioecólogo y presidente de ERF (Barcelona). Miembro emérito del Institut d’Estudis Catalans.