Entrevista a Marga Sánchez Romero

«La arqueología puede transformar la sociedad»

Catedrática de Prehistoria y autora de Prehistorias de mujeres

Marga Sánchez es catedrática de Prehistoria, divulgadora y vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Sostenibilidad en la Universidad de Granada. Su principal interés como investigadora es reivindicar la importancia del papel de las mujeres y la infancia en las sociedades prehistóricas. Con otras compañeras, creó el proyecto Pastwomen, que tiene como objetivo dotar de visibilidad a las líneas de investigación en arqueología e historia vinculadas al estudio de la cultura material de las mujeres.

Marga Sánchez Romero visitó recientemente el Museo de Prehistoria de Valencia para presentar su libro Prehistorias de mujeres (Destino, 2022), publicado el pasado mes de octubre. Hemos conversado con ella para tratar de romper mitos, reflexionar sobre el origen de la desigualdad y destapar la contribución esencial de nuestras antepasadas más lejanas.

Marga Sánchez, autora de Prehistorias de mujeres durant la presentació del llibre

Marga Sánchez, autora de Prehistorias de mujeres, en el centro, durante la presentación del libro en Valencia. / Foto: Lautaro Iglesias Gómez

¿Qué es el feminismo aplicado a la arqueología?

El feminismo, cuando se aplica a la arqueología, intenta también buscar la igualdad en la representacióny la participación de las mujeres a lo largo de la historia. Ahora mismo tenemos una ciencia muy androcéntrica construida desde parámetros que tienen que ver con lo masculino, con el hombre adulto, heterosexual y occidental, y esa es la historia que hemos construido. Y nos hemos dejado atrás muchos grupos: a las mujeres, a los niños, a las niñas, a las personas de edad avanzada, la gente con distintas discapacidades… Estas personas no están en la historia. El feminismo lo que hace es intentar reivindicar el papel de las mujeres en la historia e intentar que formen parte de ella, del relato.

¿Piensa que el feminismo necesita de una visión histórica real y objetiva para poder reforzarse?

El feminismo tiene varias aproximaciones. Por un lado, tienes el feminismo activista, el que está en la calle, el que sale a manifestarse; tienes un feminismo que hace política, que promulga leyes; y tienes un feminismo académico que tiene que proporcionar el conocimiento suficiente como para que quienes hacen las políticas o quienes salen a la calle, tengan los argumentos necesarios. Y eso es fundamental. Cuando una niña va a un museo y solo ve hombres, ve que ella no está, ve a alguien que se parece a su padre, a su abuelo, hombres que están cazando, pintando, con el metal, con la agricultura, están en todo… Y las mujeres están en un segundo plano, más pequeñas, con un niño en brazos, sin calificarlas, es decir, sin explicarlas, simplemente están allí. Eso hace que un niño se vea allí y diga nosotros hemos estado en la historia, vosotras no, ¿cómo vas a querer mis mismos derechos si tú no has trabajado como yo para construir esta historia? Es muy necesario dar argumentos para que se sepa que los hombres no han aportado más a la sociedad que las mujeres.

En el libro, explica que se dio cuenta de que quería dedicarse a la arqueología feminista al final de su tesis, cuando llegó a las conclusiones y se dio cuenta de que no había tenido en cuenta cuestiones de género. ¿Cómo fue este momento para usted? ¿Se puede decir que cambió su visión de la arqueología?

Fue paulatino. De pronto te das cuenta de que te han enseñado una historia en la que las mujeres no estamos y yo no era consciente. Mi tesis la hice sobre producción lítica, y cuando empiezas a hablar de este tema te das cuenta de que todo se piensa desde los masculino, que son los hombres los únicos que la hacen y la utilizan. Me di cuenta de que eso realmente no tenía por qué ser así. Y a partir de ese momento fue cuando decidí que iba a romper con lo que había estado haciendo hasta ese momento. Estoy muy contenta con la decisión que tomé porque algo que tenía claro desde hace tiempo era que la arqueología como disciplina científica puede transformar la sociedad, me parece que es un instrumento de transformación social muy importante. Y lo asumí con mucha naturalidad, decidí que desde la arqueología lo que yo iba a hacer era eso, intentar transformar la sociedad en la que vivimos.

¿Encontró posturas contrarias o quien le puso dificultades ante esta decisión?

El problema es que se ha configurado una idea de feminismo errónea, se piensa que el feminismo pretende otra cosa que no es la igualdad, sino que las mujeres seamos más que nadie. El feminismo lo que pretende es la igualdad real entre hombres y mujeres. Y me decían que si hablas de mujeres entonces estás haciendo política. Porque hablar solo de hombres no es hacer política, es hacer ciencia. Pero yo no estaba sola, la arqueología de género en este país ya llevaba años funcionando, y hemos tenido mucha relación entre nosotras, hemos creado Pastwomen, una red de divulgación nos ha hecho muy fuertes, hemos hecho una red que nos sustenta a todas y eso nos hace fuertes, y como nos hace fuertes no nos acapara tanto, nadie nos dice determinadas cosas y si nos las dicen nos da igual.

Marga Sánchez

Foto: Lautaro Iglesias Gómez

¿Qué papel cree que tiene la divulgación tanto en el feminismo como en la arqueología feminista?

Para mí la divulgación es fundamental. Yo investigo porque quiero transformar la sociedad y hacer ver a las mujeres de hoy en día que todas esas ideas preconcebidas de cómo somos no están basadas en ningún conocimiento científico, sino en estereotipos de hace 150 años que no se han movido. Puedo hacer entender a las mujeres que lo que hacen tiene mucho valor, que no son menos que nadie, que son fundamentales, cosas que no se les ha dicho nunca. Pero si eso que yo sé a través de la ciencia, no soy capaz de comunicarlo, entonces hemos fallado. La divulgación es inherente a la investigación, hasta que no haces divulgación no termina el ciclo de la investigación.

En el capítulo 5, titulado «Aquí no pintáis mucho», habla del arte rupestre y como su representación o explicación ha estado manchada siempre por una mirada «masculina» que deja de lado a las mujeres, ¿a la hora de interpretar estos dibujos de forma «objetiva» como se consigue desprenderse de ese visión heredada?

Repito mucho que mi interés en ciencia no es ser objetiva, porque yo no voy a poder ser objetiva, yo lo que quiero es ser honesta. Ni la arqueología ni ninguna disciplina científica son objetivas, el método científico es el que es y se sigue un método objetivo. Pero lo que estudiamos y cómo lo estudiamos en ninguna disciplina científica lo es, porque tú estudias lo que la sociedad te permite hacer económica, cultural y socialmente. Yo pienso que la honestidad es mucho más importante, porque yo te digo lo que veo, lo que entiendo a través de ese análisis objetivo del dato, que es la metodología arqueológica, y con ese resultado, hago una hipótesis. Y el debate científico consiste en poder discutir unos datos científicos que son objetivos pero que interpretamos de forma que no siempre es objetiva.

Prehistorias de mujeres

Pone ejemplos de muchos momentos en los que los estudios arqueológicos han asumido que los restos encontrados pertenecían a hombres por el tipo de ajuar que tenían al lado, pero que después, las pruebas de ADN han demostrado que se trataba de mujeres (muy probablemente guerreras) pero la comunidad científica se negaba a admitirlo, ¿a qué cree que se debe ese escepticismo?

Como he dicho, el feminismo pretende una transformación radical de la sociedad y parece que al poner en duda esa verdad estás poniendo en duda la historia… Y lo que yo estoy poniendo en duda es el relato que un señor hizo hace un siglo, no la historia. Un manual de historia del medieval no es la verdad sobre lo que pasó en la época medieval, es lo que un señor o una señora en un momento determinado escribe sobre la historia medieval. Si yo pongo en duda ese manual, no estoy poniendo en duda la historia, estoy poniendo en duda lo que dice ese señor o esa señora. Entonces hay mucha gente que se resiste, sobre todo cuando son modelos en los que se ha basado la desigualdad existente entre mujeres y hombres en la actualidad.

Comenta cómo los avances científicos permiten obtener muchísima información sobre la situación en la que se encontraban nuestros antecesores. ¿Cree que los avances tecnológicos que vayan a tener lugar de aquí al futuro van a permitir una mirada más feminista de la arqueología?

Si, porque fíjate que cuando se dice una cosa como «solo los hombres pintan arte rupestre» no hay ningún conocimiento científico detrás, pero para decir «las mujeres también participan en el arte rupestre» tienes que encontrar una huella dactilar. Y estas metodologías nos están ayudando, porque los datos del ADN, de una huella dactilar o del isótopo son inamovibles, eso es el método científico. Pero sobre todo, lo importante es que ahora estamos haciendo preguntas distintas, porque si siguiéramos haciendo las mismas preguntas que hicimos hace un siglo, por mucha metodología que tuviéramos, no nos serviría de nada.

Una de las conclusiones que se extraen del libro es la necesidad de volver a revisar toda la historia, ya que se ha excluido a la mitad de las protagonistas. ¿Qué supondría realizar esta revisión de la historia y de todas las conclusiones a las que se ha llegado?

En eso se está trabajando. El Museo de Prehistoria de Valencia está reformando sus salas, poco a poco, pero ya estamos empezando a ver que los nuevos museos están cambiando los diseños. Ya es un avance, porque cuando entras a la sala del Paleolítico se está viendo la sociedad: con los niños, con las niñas, con todos… O en educación primaria y secundaria se pueden usar recursos en clase para dar ese giro. Muchas veces es solo el lenguaje, simplemente con decir «las sociedades del pasado cazaban, hombres y mujeres» ya está. Con decir eso ya has aportado algo que hasta ahora no se estaba aportando. La igualdad fundamentalmente es cuestión de educación.

© Mètode 2023

Graduada en Ciencias del Mar y estudiante del Máster en Biodiversidad y Conservación de Ecosistemas (Universitat de València).