Historia natural de una madre

La supervivencia de muchos de los neonatos del mundo animal depende de los cuidados que reciben de sus progenitores y, muy en particular, de sus madres. Los cuidados maternales incluyen todo tipo de comportamientos protectores, incluidas formas muy variopintas de alimentar a la descendencia: desde los huevos tróficos que algunos anfibios e invertebrados depositan junto a los huevos fertilizados a la mucosidad epidérmica que segregan algunos peces. No obstante, de entre todos estos tipos de alimento, la leche de los mamíferos se erige como el alimento materno por antonomasia. Producida por las glándulas mamarias, este líquido blanquecino constituye la única fuente de alimento para el común de los mamíferos neonatos, y en cada especie está diseñada para atender a las peculiares necesidades de su ambiente. En las aguas gélidas en las que cría la foca capuchina, flotando en un inestable mundo de placas de hielo que solo permite cuatro días de amamante, la grasa es un elemento clave para la supervivencia. Con un 60 % de grasa, la leche materna de esta especie de foca contiene entre diez y veinte veces más grasa que la leche materna humana, y más que muchos helados. En la especie humana, la leche materna presenta algunos compuestos que no son digeribles por los bebés, pero que cultivan bacterias de la microbiota intestinal que nos resultan especialmente beneficiosas. Estos ejemplos no hacen sino reforzar la idea tan natural e instintiva de que los mamíferos somos los padres por excelencia.

«Los cuidados maternales incluyen todo tipo de comportamientos protectores, incluidas formas muy variopintas de alimentar a la descendencia»

Las hembras de Toxeus magnus se comportan como la típica madre mamífera. Tras nacer, alimentan a sus crías con una nutritiva leche materna rica en proteínas, grasa y azúcares. Esta leche resulta indispensable para los recién nacidos, y su única fuente de alimento hasta que son capaces de alimentarse por sí mismos. Incluso después, las madres continuarán suplementando a sus vástagos adolescentes con leche materna, lo que favorecerá su supervivencia y éxito reproductivo. Además, se afanarán en limpiar su nido con la suficiente regularidad como para proporcionar a sus crías un espacio libre de parásitos en el que vivir hasta alcanzar la madurez sexual. Cuando llega ese momento, sus hijos ya adultos abandonarán el nido, pero las madres aún darán cobijo a sus hijas adultas durante un tiempo. Con este prolongado y denodado esfuerzo, estas madres consiguen asegurar la supervivencia de aproximadamente el 75 % de su descendencia, muy por encima de lo que resulta común en la naturaleza. La historia natural de estas madres no parece, sin embargo, extraordinaria. Resulta fácil identificarse con su estilo de vida, tan típicamente mamífero. Tanto, que casi nos las podemos imaginar pastando en un prado de alta hierba con un ternero trotando torpemente a su lado, o acechando pacientemente a una gacela en la sabana africana mientras sus crías juguetean al fondo, junto al resto de la manada.

Sin embargo, estas madres en particular no viven en manada, ni lucen pelaje alguno, ni disponen de mamas. Estas madres amamantan a su descendencia a través de unas glándulas modificadas situadas en el canal del parto, limpian su nido desplazándose a ocho patas y cazan para alimentarse usando unos afilados quelíceros y un cuerpo diseñado para imitar a sus presas favoritas, las hormigas. A través de sus cuatro pares de ojos, estas peculiares madres ven el mundo de una forma hasta ahora desconocida para la ciencia, pero acaso más común de lo que sospechamos. Puede que los mamíferos no seamos tan especiales como creemos, y que el tan manido sentido arácnido esconda mucho más de lo que imaginamos.

1L’article original en què es basa aquest text va ser publicat recentment en Science [Chen et al. (2018). Prolonged milk provisioning in a jumping spider. Science, 362, 1052–1055], i representa la primera descripció en un invertebrat de llet materna de característiques molt similars a la dels mamífers, juntament amb cures parentals prolongades més enllà de la maduresa sexual. (Tornar al text)

© Mètode 2019 - 101. La memoria de los huesos - Volumen 2 (2019)

Profesor de Zoología de la Universitat de València e investigador del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universitat de València (España). Doctor en Etología, ha trabajado fundamentalmente en el estudio de la evolución del comportamiento animal. Actualmente, sus investigaciones se centran en estudiar la evolución del envejecimiento y la comunicación animal, y en entender el papel que juega la ecología en la evolución de la selección y el conflicto sexual.