¿La especie [i]racional?

El matemático Abraham Wald se cuenta entre los millares de judíos que huyeron de Europa en los años precedentes al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Emigrado a Estados Unidos junto con su familia, Wald iba a ser contratado por el Statistical Research Group de la Universidad de Columbia, y su trabajo resultaría clave en el devenir de la guerra. Dado que blindar toda la superficie de los bombarderos aliados los lastraba en exceso, resultaba crítico decidir qué partes era más importante proteger. Wald examinó pormenorizadamente la distribución de impactos de bala en el fuselaje de los bombarderos que volvían del frente y observó que los impactos se acumulaban en áreas muy concretas (como puede observarse en la imagen). La solución parece obvia: reforzar el blindaje en las zonas con mayor número de impactos (de hecho, es la reacción que se observa mayoritariamente entre los estudiantes cuando se les plantea este problema). Nada más lejos de la realidad. Wald comprendió que los impactos de bala se distribuyen aleatoriamente, pero que los bombarderos con impactos en las zonas que aparecían intactas en sus diagramas sencillamente nunca volvieron a casa. Wald concluyó acertadamente que debían concentrar el blindaje precisamente en las áreas que volvían desnudas de impactos, por tratarse de zonas críticas para la integridad del avión.

Esta anécdota pasó a convertirse en un caso famoso de lo que se conoce como el «sesgo del superviviente»: una distorsión en la lógica de nuestro razonamiento debida a que no podemos observar directamente los datos que no han sobrevivido a un determinado acontecimiento. Entre otros errores, el sesgo del superviviente nos invita a prestar demasiada atención a características de personas exitosas aun cuando carecemos de prueba alguna de que tengan algo que ver con su fortuna. Cuando los medios se hicieron eco de que Bill Gates y Mark Zuckerberg nunca terminaron la universidad, un artículo del New York Times alertó de un incremento en el abandono de la carrera universitaria. En realidad, las estadísticas indican inequívocamente que una carrera universitaria incrementa tanto las posibilidades de encontrar trabajo como el salario medio.

El sesgo del superviviente no es una rareza. Nuestra mente está plagada de irracionalidades similares. El llamado «sesgo de confirmación» hace que retengamos los argumentos que confirman nuestras creencias e ignoremos los que las rebaten, mientras que el «sesgo del punto ciego» nos impide detectar fallos en nuestro razonamiento, si bien somos excelentes detectando los mismos fallos en otros. Una combinación explosiva que alimenta la creciente polarización en la era de las redes sociales. De igual manera, los hallazgos del psicólogo Daniel Kahneman sobre la psicología del juicio, que le valieron el Premio Nobel de Economía en 2002, sugieren que la irracionalidad explica una parte importante de la teoría económica moderna (muy recomendable su delicioso libro Pensar rápido, pensar lento).

Algunos de estos sesgos cognitivos parecen ser adaptativos, fruto de una evolución que no ha moldeado nuestra mente para ser perfectamente racional, sino para sobrevivir y reproducirnos dados los desafíos ecológicos a los que nos hemos enfrentado como especie. En algunos contextos, esto puede haber favorecido formas «irracionales» de procesar información porque estas pueden ser más efectivas. Por ejemplo, al permitir tomar decisiones más rápidas, o porque autoengañarnos es a veces la mejor forma de conseguir lo que queremos en nuestro grupo social. Otros sesgos cognitivos parecen sencillamente fruto de limitaciones en nuestra capacidad para procesar información. Deberían, en cualquier caso, enseñarnos un poco de humildad y tolerancia.

© Mètode 2022 - 113. Vida social - Volumen 2
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Profesor de Zoología de la Universitat de València e investigador del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universitat de València (España). Doctor en Etología, ha trabajado fundamentalmente en el estudio de la evolución del comportamiento animal. Actualmente, sus investigaciones se centran en estudiar la evolución del envejecimiento y la comunicación animal, y en entender el papel que juega la ecología en la evolución de la selección y el conflicto sexual.