Una primavera desde el balcón

Tres botánicos y un ornitólogo acercan la flora y la fauna de las calles a las casas

cinamomo calle valència naturaleza balcón

Como cada año, la primavera estalla y llena las calles de flores, hojas y frutos que crean alfombras de vivas tonalidades para anunciar la llegada del buen tiempo. Los árboles de la ciudad y los animales que habitan en ella son elementos que pueden llegar a pasar desapercibidos en el día a día, pero durante esta cuarentena causada por la pandemia de COVID-19, el canto de las golondrinas al atardecer o el suave danzar de las hojas se han convertido en espectáculos que acercan la primavera a los balcones.

naranjo amargo naturaleza balcón

Naranjo amargo. / @daveheere, en UNSPLASH

Historia de las plantas urbanas

Segundo Ríos, director del Jardín Botánico de Torretes (de la Universidad de Alicante), cuenta que que los romanos ya creaban pasillos vegetales por donde pasear, jugando con la forma de las especies que plantaban: cipreses con forma alargada, pinos piñoneros con copa en forma de parasol, encina, palmeras o romero. El nombre en latín de este último, que proviene de ros («rocío») y marinus («mar»), recuerda al Mediterráneo. A su vez, los musulmanes construían «andenes» en las vías de paseo donde se plantaban árboles frutales. De este modo, la zona de quedaba a una altura de medio metro, cosa que permitía a los peatones coger la fruta durante el paseo sin mancharse las babuchas de barro.

La flora ornamental de la ciudad está compuesta por especies exóticas, en su mayoría, y otras autóctonas, como la carrasca (Quercus ilex rotundifolia), que todavía se pueden encontrar por las calles del centro histórico de Valencia y de las avenidas de Tarongers y de Aragón. Jaime Güemes, director del Jardín Botánico de la Universitat de València, explica que las especies vegetales que se encuentran en la calle dependen de las tendencias de cada momento, así como del plan del ayuntamiento correspondiente.

ficus naturaleza balcón

Fotografía de detalle de un ficus. / @richardhewat, en UNSPLASH

Árboles característicos de la ciudad

En Valencia, algunas de las especies más reconocibles que menciona Güemes son el naranjo amargo (Citrus aurantium) que se encuentra por toda la ciudad; el ficus de la calle Colón y la zona de Joaquín Sorolla; el cinamomo (Melia azedarach), árbol procedente de países orientales como China e India que en verano da flores de color rosado que se pueden ver en Guillén de Castro y en las calles próximas de la avenida del Puerto; los árboles del amor de la avenida Menéndez Pelayo (Cercis siliquastrum, originarios de las regiones mediterráneas); el ginkgo (Ginkgo biloba) de la calle Pizarro, y la jacarandá (Jacaranda mimosifolia), árbol originario de Latinoamérica que inunda de flores lila zonas como la plaza del Carmen y la Glorieta.

Flor de Jacaranda mimosifolia. / Jardín Botánico de la Universitat de València

Güemes también recuerda algunos de los árboles monumentales de la ciudad, como el Ficus macrophylla del Parterre y la Glorieta –proveniente de la familia de las higueras y llegado a Valencia durante el siglo XIX por influencia francesa–, o la Magnolia grandiflora del Palacio de la Justicia, originaria de Norteamérica y característica por sus enormes flores blancas, que actúan de pista de aterrizaje de unos escarabajos un poco torpes encargados de la polinización. Además, su perfume es considerado por muchos como un aroma «exquisito». Aun así, el botánico explica que hay una serie de árboles que se han utilizado mucho por las calles de la ciudad, como por ejemplo el platanero, el almez, la morera, Lagunaria, Tipuana o las palmeras, entre otros.

Platanero

Ríos cuenta que el platanero más antiguo, Platanus orientalis, utilizado durante la época romana y griega por su sombra, se unió con una especie traída desde América del Norte, el Platanus occidentalis. De estas dos salió el Platanus x hispanica, que actualmente ocupa la mayoría de los jardines peninsulares y europeos. En Valencia lo podemos encontrar por grandes vías como la avenida Blasco Ibáñez o el paseo de la Alameda.

Almez

El almez (Celtis australis) es uno de los árboles que se está recuperando durante los últimos años. Es un árbol arraigado a la cultura tradicional del País Valencià, tanto es así que da nombre a la patrona de Castelló de la Plana, la Mare de Déu del Lledó (lledó es la denominación en valenciano de almez).

Güemes cuenta que los planes de flora ornamental suelen cambiar según el equipo que trabaje en el consistorio. Por ejemplo, durante esta legislatura el almez y el negundo o –Acer negundo, el árbol que tiene semillas ‘aladas’ que planean hasta llegar al suelo–, están sustituyendo a los naranjos plantados durante los años del gobierno anterior.

Morera

Otro de los árboles tradicionales de la ciudad es la morera (Morus alba), cuyas hojas alimentaban a los gusanos de seda. De hecho, la seda fue la industria más potente de la ciudad desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII. El monocultivo de la morera precedió al del naranjo, pero su influencia se ha quedado en muchas de las calles de Valencia. El conflicto que provoca este árbol es que los frutos caen al suelo y «ensucian» la vía, por lo que se ha sustituido por una variedad híbrida y estéril que no produce fruto, denominada Morus alba ‘fruitless’.

fulles i escorça de morera

Hojas y corteza de morera. / Andre Abrahami, en Wikimedia Commons

Una de las cosas que destaca Ríos son las técnicas de poda agresivas que se emplean en la ciudad. Según explica, traspasar un cierto calibre de poda puede ser peligroso para los árboles y producirles una serie de malformaciones y cánceres que le darán un aspecto «monstruoso». Para el botánico, ejemplos de poda «salvaje» pueden ser la que se le hace a la morera cuando todavía tiene hoja –porque le resta mucha fuerza al árbol– o la que se le hace al platanero para evitar que coja demasiada envergadura, al contrario que a los plataneros del Reino Unido, que se dejan crecer con total libertad.

Tal como explica Güemes, la jardinería ornamental es un equilibrio entre la flora natural y la adaptación al medio urbano. Así, hay plantas que tendrán más facilidad a la hora de «convivir» con las personas en la ciudad y otras que menos, como por ejemplo el aligustre o Ligustrum lucidum, un arbusto con frutos parecidos a los del olivo que cuando caen manchan el suelo y los coches con un tinte rojizo, provocando molestias entre el vecindario.

Lagunaria

El botánico y profesor de la Universitat de València Emili Laguna explica que Lagunaria patersonia es una parienta próxima del hibisco y de las malvas. El fruto es una cápsula con semillas duras, separadas por pelos cortos urticantes, que pican mucho si se ponen sobre la mano u otras partes del cuerpo, hecho que justifica uno de sus nombres populares, árbol pica-pica. El género de este árbol se dedicó al médico, farmacólogo y botánico segoviano Andrés Laguna. Trabajó para la corte de Carlos I, de Felipe II y del papa Julio III. Su obra más conocida es la primera transcripción y adaptación al castellano de la obra de Dioscórides, una de las compilaciones de plantas medicinales más importantes hasta el momento.

palmera datilera primavera balcon

Palmeras datileras. / @monicaballesterb, en UNSPLASH

Tipuana

Tipuana tipu es otro árbol común en la ciudad. Sus hojas se asemejan a las de las acacias pero las flores tienen tonalidades amarillas. Laguna explica que una de las particularidades de Tipuana es que su fruto, en vez de ser una vaina –como el resto de las leguminosas–, es una legumbre alada o sámara, similar al de Acer negundo pero más grande, que cae al suelo recordando al giro de la hélice de un helicóptero. Aunque es caducifolio, este árbol no pierde la hoja en otoño sino durante los meses de febrero o marzo, y enseguida está haciendo hojas nuevas y flores, que a menudo forman una alfombra de color dorado cuando caen al suelo.

Palmeras

Las palmeras son uno de los árboles más característicos del territorio valenciano y se encuentran en muchos lugares de nuestra geografía, como el palmeral de Elche, que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. En la ciudad de Valencia, las palmeras más comunes son la palmera datilera (Phoenix dactylifera), con un tronco alto y cubierto de hojas viejas que resiste muy bien las condiciones de calor y sequedad extremas. Las hojas nuevas pueden llegar hasta los cuatro metros de longitud y sus frutos se pueden consumir. Son las protagonistas de algunas avenidas de la ciudad, como por ejemplo Antiguo Reino de Valencia.

Otra especie común es Washingtonia robusta o palmera mexicana, con un tronco que puede llegar hasta los 35 metros de altura, ensanchado en la base y con una alta resistencia a la falta de agua. Se puede ver en el paseo marítimo de la Malvarrosa. Por último, la palmera canaria (Phoenix canariensis), una especie con hojas más oscuras que las de palmera datilera y con un tronco más grueso. Se puede encontrar en zonas como la Glorieta.

Palmeras mexicanas. / @travelnow_or_crylater, en UNSPLASH

Las grandes supervivientes

Simón Fos es botánico y autor de Les plantes del nostre entorn. Flora silvestre de Paiporta (Edicions Bullent). Ha estudiado la flora que surge de manera espontánea en descampados, grietas, bocas de cañería o incluso tejados. El profesor denomina a estas plantas «las grandes supervivientes» porque están adaptadas a vivir en condiciones muy duras, soportando las inclemencias meteorológicas y ambientales del entorno urbano. Algunas de estas plantas pueden ser la cerraja o lechuga de las liebres (Sonchus), borrajas (Borago officinalis) o la olivarda (Dittrichia viscosa), que también crecen en las zonas de huerta próximas a la ciudad. A pesar de que pueden pasar desapercibidas, algunas de ellas tienen usos culinarios y se han utilizado en la gastronomía tradicional, como por ejemplo las flores de la borraja.

También destacan las plantas que salen a los alcorques de los árboles y llenan el recuadro de hierbas o flores que no gustan a todo el mundo. Según explica Güemes, estos espacios se han mantenido «pelados» en la ciudad de Valencia con el uso de herbicidas durante el gobierno de Rita Barberá, pero a partir del 2015 se comenzaron a dejar crecer.

Gorrión común hembra. / Joaquin Matamales, SEO/BirdLife

Los residentes de los árboles

Si nos fijamos en las especies de árboles y arbustos que se extienden por nuestras calles encontraremos otros habitantes que también forman parte de la ciudad y que viven, normalmente, entre las hojas. Es el caso de la fauna urbana, compuesta principalmente por aves, insectos, felinos y pequeños roedores. Durante esta cuarentena, se han empezado a ver nidos de aves en zonas inusuales, como por ejemplo en la avenida de Blasco Ibáñez, cosa que indica un cambio de comportamiento en los animales de la ciudad.

Según explica Pablo Vera, ornitólogo y técnico de SEO/BirdLife, las últimas semanas han generado dos cosas. La primera, un cambio en el comportamiento de las especies urbanas gracias a que se ha reducido el número de personas y coches en las calles. Por eso los pájaros pasan más tiempo en el suelo, hacen más nidos y han bajado el tono de su canto. En segundo lugar, el confinamiento ha comportado una mayor observación de las aves por parte de las personas. Vera explica que durante los últimos días nos estamos fijando más en aquello que nos rodea y esto puede hacernos descubrir compañeros alados a los que antes no prestábamos la misma atención.

Durante esta época de cría se puede encontrar la paloma doméstica, la tórtola turca, el estornino negro, el gorrión, el mirlo, el vencejo, la golondrina, el carbonero, el verdecillo, la gaviota o la cotorra argentina. El ornitólogo explica que durante la primavera, las pequeñas aves autóctonas como los gorriones, los carboneros o los verdecillos necesitan proteína animal para producir una cáscara de huevo de huevo adecuada para que sus crías se desarrollen de la mejor manera. Y esta proteína viene de insectos o invertebrados que los pájaros encuentran en los parques y en las zonas de tierra, como por ejemplo los escarabajos, las orugas o las chinches.

tórtola en balcón

Durante esta época de cría se puede encontrar la paloma doméstica, la tórtola turca, el estornino negro, el gorrión, el mirlo, el vencejo, la golondrina, el carbonero, el verdecillo, la gaviota o la cotorra argentina. / Mètode

¿Con quién conviven las aves?

Las aves conviven con otros ejemplares de fauna urbana, como los gatos y roedores –ratas y ratones– y otros pequeños animales como los murciélagos. Vera alerta de que situar las colonias felinas –que ayudan con el control de plagas de la ciudad– cerca de entornos atractivos para los pájaros, como los parques, puede resultar un peligro para la población de aves. A su vez, ratas y ratones se buscan la vida en los jardines y a los árboles, por ejemplo en las palmeras, donde hacen nidos. En cualquier caso, alimentar a los animales de la ciudad durante la cuarentena no está prohibido y puede ayudar a evitar desequilibrios en la fauna urbana.

carbonero común

Ejemplar de carbonero común. / SEO/BirdLife

Desde SEO/BirdLife se han puesto en marcha iniciativas como #quedateenelnido, que invita a la gente a observar las aves que encuentre en el balcón durante el confinamiento, o su programa de ciencia ciudadana, un seguimiento que se hace con voluntarios formados por la asociación para crear un censo de población de aves en determinados puntos de la ciudad.

Por último, Vera hace referencia a la Albufera de València, una importante reserva de aves cerca de la ciudad y explica que ahora es un mal momento para ellas a causa de la sequedad del ambiente. Además, asegura que todavía no han tenido tiempo de ver los efectos de la cuarentena en las aves de la reserva, pero deduce que habrá cambios, como por ejemplo la impactante imagen de la llegada de los flamencos a la Albufera.

Para continuar acercándonos a la flora y fauna de nuestras ciudades, desde Mètode os invitamos a descubrir cuáles de las especies que forman el paisaje urbano se pueden ver desde vuestro balcón y compartirlo en las redes con la etiqueta #primaveradesdelbalco.

© Mètode 2020
Periodista, revista Mètode.