Los efectos ambientales del coronavirus
Los expertos analizan la relación entre el confinamiento y la calidad del aire
El confinamiento ha traído imágenes inusuales a las calles. La ausencia de coches, la presencia de animales normalmente alejados de las grandes urbes o la transparencia de aguas a menudo turbias parecen indicar que algo está cambiando. ¿El planeta se está beneficiando del paro de movimiento humano? ¿Está disminuyendo la contaminación? Ante estas dudas, los expertos empiezan a estudiar la situación y ya han encontrado algunas respuestas, sobre todo en cuanto a la reducción de gases nocivos como el dióxido de nitrógeno. Aun así, se debe tener en cuenta que hay muchos agentes responsables de la contaminación del medio ambiente y también hay que saber que se tienen que tomar medidas para limitarlos o incluso eliminarlos si queremos vivir en una ciudad donde respirar no suponga un riesgo para la salud.
El impacto de la cuarentena está generando un aire de mejor calidad y más respetuoso con la salud de la ciudadanía pero ¿cuánto tiempo se mantendrá esta mejora ambiental una vez volvemos a la normalidad?
Después de hacerles esta pregunta, las respuestas de los expertos han sido unánimes: los efectos positivos durarán poco, a no ser que se activen mecanismos de reducción de la contaminación, como por ejemplo la limitación del tráfico en la ciudad. También coinciden en que no es necesario esperar a sufrir otra crisis para tomar medidas y manifiestan la necesidad de establecer técnicas para mejorar el medio ambiente y así proteger a la ciudadanía ante futuras pandemias y luchar de manera efectiva contra la emergencia climática.
¿Qué es el dióxido de nitrógeno?
El Centro de Tecnologías Físicas de la Universidad Politécnica de Valencia ha publicado un estudio que muestra cómo han disminuido los niveles de concentración de dióxido de nitrógeno en una media del 64% después del confinamiento. Una de sus autoras, Elena Sánchez, ha explicado a Mètode que para hacer el estudio se ha hecho una selección de imágenes de satélite de la nueva misión Sentinel-5P, del programa Copernicus de la Agencia Espacial Europea (ESA). Estas imágenes corresponden a Valencia, Castellón y Alicante y a otras ciudades peninsulares con un elevado eje de contaminación atmosférica a causa de su actividad industrial, como por ejemplo Barcelona, Madrid, Bilbao o Málaga. Según el estudio, las capitales de provincia del País Valencià han experimentado un descenso elevado de contaminación: Castellón, un 76%; Alicante, un 68%, y Valencia, un 64%.
«La situación actual ha originado una descenso de los gases contaminantes en el ámbito local, pero los valores de contaminantes en la atmósfera continúan batiendo récords»
Los óxidos de nitrógeno presentes en el aire urbano provienen de la combustión a altas temperaturas de los vehículos motorizados. Así, el oxígeno y el nitrógeno se combinan y dan lugar al óxido nítrico (NO), que cuando se oxida parcialmente origina el dióxido de nitrógeno (NO2). Las altas concentraciones de dióxido de nitrógeno pueden afectar al sistema respiratorio y agravar patologías pulmonares, y también están relacionadas con la formación de lluvia ácida.
Elena Sánchez explica que ya se han hecho unos primeros test con monóxido de carbono (CO) y dióxido de azufre (SO2), otros gases contaminantes medidos por la misión de satélite Sentinel-5P. Aun así, no se han obtenido resultados tan claros como los del NO2. Según la investigadora, esto se debe al hecho de que la medición del dióxido de nitrógeno es más sencilla que la del monóxido de carbono y el dióxido de azufre, que requieren periodos de medición más largos para obtener resultados claros.
Según Elena Sánchez, la situación actual ha originado una descenso de los gases contaminantes en el ámbito local, pero los valores de contaminantes en la atmósfera continúan «batiendo récords» día tras día con cifras elevadas de gases con vida a largo plazo, como por ejemplo el dióxido de carbono y los gases de efecto invernadero.
Material particulado, el tóxico en suspensión
A parte de gases como el dióxido de nitrógeno hay otro contaminante muy importante en las zonas urbanas, el llamado material particulado (PM). Según explica Víctor Estellés, profesor del área de termodinámica de la Universitat de València, el material particulado puede tener orígenes diversos, desde el polvo de tierra formado naturalmente hasta la combustión de los vehículos de motor. Según cuenta, este segundo tipo es el más peligroso para nuestra salud tanto por su composición como por su tamaño. El material particulado proveniente de los vehículos penetra en las vías respiratorias hasta llegar a los alvéolos pulmonares, donde resulta difícil de eliminar. «Incluso hay veces que las partículas más pequeñas son capaces de atravesar las paredes de los alvéolos y penetrar en el torrente sanguíneo, acumulándose en nuestro organismo», explica el profesor.
«El material particulado puede tener orígenes diversos, desde el polvo de tierra formado naturalmente hasta la combustión de los vehículos de motor»
Estas partículas sólidas suspendidas en el aire son inhaladas por las personas y pueden llegar a una mayor o menor profundidad de nuestro organismo en función de su tamaño. Según el experto, por un lado podemos encontrar el PM10, que corresponde a partículas con un diámetro aerodinámico menor de 10 micras que se depositan en las vías respiratorias superiores, y por otro lado encontramos el PM2.5, correspondiente a las partículas con un diámetro aerodinámico menor de 2,5 micras y que puede llegar a las vías respiratorias inferiores, incluyendo bronquios y alvéolos pulmonares. «Las partículas más pequeñas son las que pueden causar más problemas respiratorios en la población, especialmente en la más vulnerable o con problemas previos como el asma», comenta Estellés.
El profesor explica que, según un informe publicado el año pasado que analiza la mortalidad diaria por causas respiratorias y cardiovasculares relacionadas con la concentración de PM y otros parámetros atmosféricos de contaminación del aire, se encontraron relaciones directas entre las muertes y la concentración de PM2.5 y PM10. El estudio, que analizó 652 ciudades de 24 países, incluyendo Valencia, concluyó que no hay un parámetro mínimo por debajo del cual no existan efectos negativos en las exposiciones del material particulado. Es decir, cualquier reducción de PM resulta beneficiosa, independientemente de la calidad inicial del aire. El experto indica que estas mejoras se traducirían en un menor número de defunciones derivadas de la contaminación del aire que, según un informe de la Sociedad Europea de Cardiología, causa alrededor de 790.000 muertos cada año en Europa.
¿Políticas de salud pública o sanidad pública?
Los vehículos motorizados son, junto con las emisiones derivadas de la industria, los grandes responsables de la contaminación del aire en las zonas urbanas y de los efectos de esta sobre la salud. Es de aquí de donde surgen movimientos como la organización València per l’aire que reivindican una reducción del tráfico motorizado y una mejora de la calidad del aire en la ciudad.
«Hacen falta políticas que limiten el uso de vehículos en el ámbito urbano e incentivan los medios de transporte alternativos»
David Hammerstein, exeurodiputado por Los Verdes y miembro de València per l’aire, asegura que hace falta una reducción drástica del tráfico motorizado en la ciudad. Según explica, la reducción de los vehículos en las calles durante estos días no es suficiente porque, a parte de que todavía hay coches que circulan, ha habido un aumento de los camiones de reparto que contaminan más que un coche normal. Aun así, también reclama la responsabilidad del sector industrial valenciano. «Valencia sufre la contaminación industrial de las grúas del puerto, de los grandes buques, de los cruceros que contaminen como centenares de miles de coches, de las fábricas que barnizan la cerámica, de las cementeras…», puntualiza.
Según el exparlamentario, hacen falta políticas que limiten el uso de vehículos en el ámbito urbano e incentiven los medios de transporte alternativos. Una de las medidas que plantea el eurodiputado es, por ejemplo, reducir al máximo las plazas de aparcamiento para estudiantes y profesores del campus de Tarongers de la Universitat de València y crear convenios con la red de transporte público para ofrecer servicio gratuito o a un precio reducido, así como aumentar la red de transportes dentro del área metropolitana.
Bajo la afirmación de que «las políticas de salud pública no existen en España», Hammerstein reclama una mayor atención e inversión en las medidas de prevención de enfermedades para no sobrecargar el sistema sanitario, sobre todo de cara a futuras pandemias. «Hay que reducir al máximo los agentes responsables de la contaminación del aire como los vehículos, la producción industrial o las obras tipo la ampliación del puerto de Valencia o el PAI de Benimaclet. La mala calidad del aire nos hace más vulnerables ante las enfermedades y ahora es momento de invertir en la salud pública preventiva», afirma.
El impacto del confinamiento en la salud
Por su parte, el catedrático de enfermería de la Universitat de València Ferran Ballester afirma que a pesar de que la mejora de la calidad del aire durante estos días comporta beneficios para la salud, también hay que estudiar los efectos del confinamiento total para las personas, estudios que se empiezan a hacer en países como China.
En primer lugar, Ballester afirma que ante esta situación excepcional se están perdiendo los beneficios de la actividad física. El hecho de que ya no se pueda salir a la calle para hacer deporte o que ya no se realicen desplazamientos a pie y en bicicleta puede tener un impacto negativo en la salud de las personas a largo plazo. Como medida de prevención, el experto se plantea la posibilidad de habilitar espacios abiertos con diferentes franjas horarias para que la ciudadanía pueda realizar un poco de actividad física, especialmente si el confinamiento se dilata en el tiempo.
«A pesar de que la mejora de la calidad del aire comporta beneficios para la salud, también hay que estudiar los efectos del confinamiento total para las personas»
«Otro de los problemas derivados del confinamiento es la exposición al tabaco de los fumadores pasivos», comenta el catedrático. Según explica, el encierro en casa puede provocar que se fume más en espacios cerrados y, por lo tanto, un aumento en la exposición de familiares o compañeros de piso a los componentes nocivos del tabaco, que perjudican la salud respiratoria y provocan posibles patologías a largo plazo que aumentan la vulnerabilidad de los pacientes a la hora de enfrentarse a una enfermedad o infección.
Sin embargo, el experto afirma que podemos aprovechar el impacto que la crisis del coronavirus está teniendo en nuestra sociedad para cambiar hábitos que mejoran nuestra salud, como por ejemplo establecer medidas para mejorar la calidad del aire (y así prevenir muertes prematuras derivadas de la contaminación de partículas en suspensión) o instaurar nuevas maneras de relacionarnos entre nosotros, más higiénicas y seguras, como por ejemplo la distancia social de seguridad.
«La salud pública ha avanzado a base de desastres», asegura Ferran Ballester e invita a reflexionar sobre el sistema sanitario y su situación actual después de años de recortes. Según explica, actualmente nos encontramos en un momento de impacto y todavía no tenemos perspectiva para analizar las consecuencias de lo que está pasando. Aun así el experto se plantea una disyuntiva que repercutirá en la salud de cara al futuro: la decisión de priorizar entre la ecología o la economía.