Entrevista a Álvaro Moreno

«Los apéndices tecnológicos están cambiando nuestro cuerpo»

Profesor catedrático de Filosofía de la Ciencia

Álvaro Moreno durante la entrevista a la revista Mètode.

La inteligencia artificial y los nuevos avances científicos moldean el mundo en el que vivimos y  generan un gran impacto en como percibimos la realidad y la vida tal y como la conocemos. Estos cambios han causado un alteración en nuestro entorno y en nuestra forma de pensar, dirigiendo al ser humano hacia el próximo paso en la evolución.

El catedrático Álvaro Moreno es profesor emérito de Filosofía de la Ciencia en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y también investigador asociado en el Donostia International Physics Center (DIPC), donde dirige un proyecto financiado por la John Templeton Foundation. Así mismo, es fundador del Grupo de Filosofía de la Biología IAS Research, desde hace más de veinte años, el cual se ha convertido en uno de los grupos de investigación de referencia en Europa en su ámbito. Es especialista en las áreas de Filosofía de la Biología, Vida Artificial, Sistemas Complejos y Ciencia Cognitiva. En esta entrevista, reflexionamos con él sobre el impacto de los últimos avances tecnológicos en nuestra forma de vida y hasta que punto podemos llegar con la biología sintética desde la perspectiva de la evolución y el origen de la vida.

Actualmente, está visitando el Jardí Botànic de la Universitat de València con motivo de la preparación de su nuevo libro, ¿qué nos puede explicar sobre este proyecto?

Se trata de un proyecto de un nuevo libro junto al profesor Juli Peretó sobre la evolución de la agencialidad desde el origen de la vida. Los organismos hacen cosas –interactúan con otros organismos, con el ambiente, etc.– con un propósito.  Toda acción que realiza una célula, la hace para su autopropagación y automantenimiento, y eso tiene una lógica para la evolución. En este libro, nos interesa estudiar en qué ramas de la evolución la agencialidad se ha hecho más compleja y ha dado lugar a fenómenos muy interesantes, como la visión, la cognición o la inteligencia. Es una propiedad de todos los seres vivos, pero no en todos han evolucionado de la misma manera y lo que nos interesa es saber qué factores están detrás de la evolución hacia la complejidad en el proceso evolutivo y qué implica eso en la propia evolución de la vida en general. La agencialidad nos ayuda a entender la evolución y la historia de la vida de otra manera, comprender sobre todo lo que llamamos grandes transiciones evolutivas, como los saltos de complejidad en las eucariotas o la multicelularidad.

Álvaro Moreno durante le entrevista con la revista Mètode.

Álvaro Moreno: «La cuestión que más me ha interesado siempre es si es posible que haya vida de otras formas, porque este es un problema que ya ha planteado la vida artificial». / Foto: Laura García Román

¿Qué desafíos plantea el proceso de comprender el origen de la vida?

En el campo de la astrobiología, que involucra buscar vidas en otros planetas, puede servir para saber qué buscar exactamente. Desde otras perspectivas, como la biología sintética, implica también saber cómo y qué podemos fabricar en el laboratorio y qué papel pueden jugar las formas de vida intermedia que aparecieron. Desde que el planeta se ha enfriado y ha empezado una evolución química, todo ese proceso de transición, llamado biogénesis, parece que no ha tomado tanto tiempo; al menos, ni de lejos tanto tiempo como el transcurrido desde la aparición de la vida tal y como la conocemos hasta la actualidad, 3.500 millones de años. Todas las formas que han ido apareciendo antes han debido de ser borradas por otras más complejas. Sin embargo, todas las formas de vida más complejas no han borrado a las procariotas, al revés, las necesitan, aunque ellas sí puedan prescindir de las primeras. En ese paso debe haber ocurrido algo muy importante.

Respecto al hecho de definir la vida, ¿cuáles son los aspectos que le han interesado más sobre este concepto?

La cuestión que me ha interesado siempre más es si es posible que haya vida de otras formas, porque este es un problema que ya ha planteado la vida artificial. ¿Vamos a poder crear otras formas de vida, vidas en el ordenador, o incluso en un robot, o la vida solo es posible con biomoléculas? Este hecho nos plantea hasta qué punto la vida que conocemos es un caso particular, pero puede haber otras formas de vida muy diferentes. Detrás de esto hay unas cuestiones relacionadas con la materia y la forma. ¿Podemos crear vida con un robot? Podemos ensamblar unas piezas, aportar una energía y que haga cosas, pero los seres vivos no funcionan así.

¿Podría un sistema de vida artificial llegar a ser autónomo?

Esta cuestión me parece muy importante, pues un programa es una cosa que existe materialmente en un ordenador. Entonces, al final este es un flujo de electrones en una máquina. Si tratamos el programa desde la inmaterialidad y hacemos la abstracción, ¿cómo lo materializamos?  En este caso, lo hacemos en una máquina, pero, ¿cómo se reproduce? Quizá se reproduce el flujo de electrones, pero entonces, de facto necesitamos a la máquina. Creo que los programas de algoritmos genéticos son muy interesantes, porque de hecho ahora se están empleando programas de vida artificial para hacer trabajos en el campo de la biología sintética, por ejemplo, a nivel computacional, para ver cómo evolucionan esas células manipuladas de forma diferente a cómo lo harían en un tejido. Si logramos fabricar algo que esté realmente vivo, y capaz de evolucionar, podría llegar a ser autónomo. Eso, me parece que habrá que hacerlo con biomoléculas, en la línea de la Biología Sintética. Pero en este segundo caso el reto es generar un sistema realmente artificial, no únicamente la manipulación de formas de vida natural.

Álvaro Moreno durante la entrevista con Mètode

Álvaro Moreno: «Desde que nos estamos desarrollando, los seres humanos hemos dirigido la evolución». / Foto: Laura García Román

Siguiendo este planteamiento, ¿qué impacto tendrá en el futuro la biología sintética?

En mi opinión, va a tener un gran impacto. Utilizamos materiales vivos para manipularlos. Ahí creo que las posibilidades biotecnológicas, lo que nos puede enseñar sobre biologías alternativas y los problemas de uso, me parecen muy potentes. Como con todos los inventos tecnológicos, nos vamos a encontrar distintos problemas. Es algo con consecuencias buenas y malas y, entonces, no sé hasta qué punto hablar de vida sintética nos puede plantear unos problemas cualitativamente muy diferentes que desarrollar armas nucleares, por ejemplo. Hay que tener cuidado con obtener algo con buena intención, pero que se desmadre. Siempre ha estado en la historia de la humanidad que aquello que tiene un uso bueno, también puede tener uno malo.

¿Cómo ve el desarrollo tecnológico en la sociedad actual, como una herramienta o como una amenaza para la sostenibilidad de nuestro planeta?

Ambas. Por un lado se abren nuevas posibilidades, ya sean curativas o para remediar problemas ecológicos, como por ejemplo modificando unas bacterias para que degraden los microplásticos, hechas por biología sintética. Al mismo tiempo, este desarrollo puede desestabilizar el ecosistema, o puede ser que tenga otros usos no tan benignos. Siempre que hay nuevas posibilidades, se generan también nuevos problemas.

¿Qué riesgos corremos de dirigir la evolución?

Desde que nos estamos desarrollando como seres humanos, estamos dirigiéndola. Por ejemplo, sin necesidad de desarrollar órganos visuales más grandes tenemos microscopios, telescopios… Sin necesidad de desarrollar apéndices voladores, volamos. Sin desarrollar cerebros más grandes tenemos una memoria y un procesamiento tremendos, por ejemplo, con el Chat GPT. Podemos decir que los apéndices tecnológicos están cambiando nuestro cuerpo.  También lo cambiamos con la cirugía, con el uso de fármacos… Como consecuencia de todo esto, estamos cambiando la ecología, desestabilizando todo el sistema. Eso, desde luego, cambia la evolución. Y lo estamos haciendo desde que nos desarrollamos como una especie racional y estamos desarrollando tecnologías. Esto acelera la velocidad del cambio.

¿Cómo afecta el desarrollo tecnológico a nuestra forma de vida?

La tecnología puede ser útil, por ejemplo, para intentar estabilizar algo que nos está costando muchísimo, que es el cambio climático y toda la devastación del ecosistema. Pero esto nos está resultando muchísimo más difícil de lo que podíamos pensar. Volver atrás es imposible. Imaginemos volver a antes de los satélites y las comunicaciones del teléfono móvil, veinte o treinta años antes, o vivir sin electricidad, como se hacía en 1850. Es imposible e inimaginable. Hemos construido una sociedad que depende tanto –y tan íntimamente– de las tecnologías que hace imposible volver hacia atrás. Por ejemplo, toda la tecnología para previsiones climáticas o para intentar resolver nuevos avances científicos implica unas capacidades de computación tremendas. Ahora están empezando a aparecer noticias de que todo esto –toda la masa de información y la potencia de cálculo de «la nube»– está requiriendo una cantidad de gasto energético enorme. Cada vez necesitamos más espacio y más recursos. Estamos creando una sociedad en que la parte del cerebro que gobierna todo y nos soluciona todos los problemas tiene mucho gasto en términos de energía.

© Mètode 2024
Graduada en Biotecnología y estudiante del Máster Universitario en Biodiversidad: Conservación y Evolución de la Universitat de València.