Investigador, doctor en medicina, profesor de bioquímica a la Universitat de Leicester (Inglaterra), novelista, divulgador, músico… Una se pregunta de dónde saca el tiempo para llevar a cabo todo este trabajo. Sin embargo, este interrogante se desvanece cuando Salvador Macip empieza a hablar. Su conversación brota ágil, casi vertiginosa y siempre llena de contenido. Aporta cifras, cita estudios, ríe, gesticula… Si teclea a la misma velocidad que piensa y que habla, se puede entender perfectamente su capacidad de producción. Salvador Macip acaba de recibir, junto a Chris Willmott – también profesor de bioquímica en la misma Universitat de Leicester-, el XIX Premio Europeo de Divulgación Científica por el libro Jugar a ser Dioses dedicado a la bioética.
¿Por qué elegir el tema de la bioética en este nuevo libro? Después de tres libros explicando las novedades biomédicas, pensé que una cosa que no había explorado tanto era cómo estos avances impactarán en el futuro de la sociedad. O sea, no tanto cómo mejorarán nuestra salud sino todas las dudas morales que pueden generar y los conflictos que pueden suponer para la Humanidad. No se puede separar ciencia de sociedad: nosotros trabajamos para que podamos avanzar juntos, y la gente de la calle se ha de implicar también en los debates éticos sobre la ciencia, pero lo ha de hacer teniendo toda la información en la mano. Por eso, en el libro, Chris Willmott, que es un experto en bioética y comunicación, y yo lo que hemos intentado hacer es plantear una pregunta y presentar todos los datos para que cada uno encuentre la respuesta que más le encaje con sus valores. No pretendemos decir a la gente qué tiene que pensar, al contrario: no se trata de manipular, sino de informar.
¿Qué temas han resultado más complicados de abordar a la hora de escribir el libro? Hay muchos avances que pueden transformar completamente el mundo en el que vivimos, y como científicos, tenemos una idea clara de si estamos a favor o en contra. Lo más difícil ha sido olvidarnos de eso e intentar mantenernos objetivos, sin tomar partido por una postura concreta, para facilitar que los lectores puedan tomar sus decisiones. Temas polémicos, como el diagnóstico prenatal, el uso de sustancias para mejorar el rendimiento, la medicina regenerativa, la posibilidad de aumentar la esperanza de vida más allá de los límites biológicos, plantean dudas éticas muy importantes, y cada uno los ha de valorar según su propio código moral. Pero, como decía, para poder opinar antes hace falta estar bien informado. Esta es la clave y esta es la pequeña contribución que queremos hacer. Hace poco estuvo en Valencia para presentar su libro Qué es el cáncer y por qué no hay que tenerle miedo (Now Books, 2013). ¿Cree realmente que es posible no tenerle miedo al cáncer? Es difícil, pero creo que es el objetivo. Soy optimista y creo que estamos haciendo unos avances importantes en el cáncer. Si miramos la última generación, tal vez el número de cánceres no ha disminuido pero sí que ha aumentado mucho la supervivencia, que es la clave. Y de cara a la próxima generación bajará seguramente el número de cánceres porque estamos controlando cosas como fumar, que ahora sabemos que son perjudiciales. Además, cada vez estamos cogiendo los cánceres más pronto. Por tanto, creo que irá aumentando la supervivencia a la vez que baja que baja la incidencia.
«Temas polémicos, como el diagnóstico prenatal, u otros, plantean dudas éticas muy importantes, y cada uno los ha de valorar según su propio código moral»
Lucía Sapiña
«Tener cáncer en el futuro debería ser como tener diabetes»
Usted dice que no hay que tenerle miedo al cáncer pero, al mismo tiempo, nos explica que una de cada tres personas sufrirá uno en su vida. Este dato creó cierta polémica durante la presentación del monográfico de Mètode dedicado al cáncer, cuando una persona del público reconoció que aquella cifra resultaba aterradora. Claro, pero sobre todo porque aún se asocia cáncer con muerte. Si tú dices que un tercio de las personas sufrirán cáncer ya estás asociando que un tercio de las personas morirán de cáncer. Ahora hablamos de que el 50% de los cánceres se curan. Por tanto, tener cáncer en el futuro debería ser como tener diabetes. Hace mucho tiempo era mortal porque no teníamos insulina pero hoy en día, hemos conseguido que sea una enfermedad como el SIDA, que hace treinta años era mortal y ahora, sigue siendo una enfermedad terrible, pero se puede ir controlando. El cáncer aún no ha llegado a esto, pero estamos yendo hacia aquí. El problema no es, por tanto, cuánta gente tiene cáncer sino cuanta gente muere de cáncer. Es importante que se separen estas dos cosas: que no se asocie automáticamente cáncer con muerte. El fhecho de asociar cáncer con algo que no puedes evitar hace que también nos descuidemos con la prevención y, eso, es el gran peligro. Evidentemente, hay un factor aleatorio pero hay una parte que se puede controlar y eso es lo que quería dejar claro. Cuando los medios de comunicación transmitimos que la mitad de los cánceres se curan ¿no se tendría que especificar el tipo de cáncer para no generar falsas expectativas? El cáncer son muchas enfermedades, muy variadas. Creo que dentro de este 50%, aún es más positivo pensar en los cánceres más frecuentes como, por ejemplo, el de mama, donde estamos hablando aproximadamente de un 80% de curación hoy en día. Por tanto, no sólo el 50% sino que en los más frecuentes, estamos muy por encima de estas cifras. Hay estas buenas cifras de los cánceres más curables. ¿Cuáles son los de peor pronóstico? Los cánceres de mejor pronóstico son los que se pueden descubrir más pronto. Cuando un cáncer no da señales hasta que no está muy avanzado, el caso típico es el de páncreas, las posibilidades de curación son más bajas. Los cánceres de piel, por ejemplo, son de los que tienen mejor pronóstico –incluso el de melanoma, que es agresivo– porque se ven. Pero los que están más escondidos, como el de pulmón, son los que más nos cuesta de encontrar. Y eso será así hasta que no encontremos algún tipo de marcador, de alarma, que se encienda cuando este cáncer comience a desarrollarse. ¿Hay gente más protegida frente al cáncer? Sí. Evidentemente, hay una parte genética que no conocemos y que existe. Pequeñas variaciones en los genes de las proteínas que se encargan de controlar el cáncer, hacen una gran diferencia. Uno de los temores del cáncer es que hay muchos factores que intervienen. Tú puedes controlar algunos, pero la genética, no. Y la mala suerte de que la mutación caiga en el gen que ha de caer, tampoco. Hoy en día, con estas herramientas de la genética, con secuenciaciones masivas de tumores y de genes normales, estamos descubriendo poco a poco genes que pueden estar en esta predisposición. Con la importancia que actualmente ha adquirido la genética ¿no se corre el riesgo de «genetizar» el cáncer, de dar más importancia a factores genéticos que a los ambientales? Efectivamente. Y eso sería un gran error. El 90% son ambientales mientras que un 10% vienen de la genética. Lo que es importante, sobre todo, es actuar en lo que podemos. Si a ti te dicen que tienes un riesgo más elevado, no creo que deba haber demasiada diferencia. Todo el mundo debería hacer la misma prevención del cáncer. No es que digas: «ah, como tengo un riesgo elevado, no fumo». No, nadie debería fuma. Aunque no tengas el riesgo elevado, si tientas la suerte tienes más posibilidades de tener cáncer. Todo son factores que influyen, pero que tengas predisposición no significa que vayas a tener cáncer y que tengas miedo, porque hay otros factores ambientales. Les actitudes que puede evitar el cáncer son cosas bastante asumibles. ¿Por qué cuesta tanto llevarlas a cabo? Es una buena pregunta. ¿Por qué cuesta tanto? No lo sé… Con enfermedades como el cáncer tal vez el desconocimiento de cuál es la situación actualmente está en la base de esta idea de que haga lo que haga, me tocará. Siempre hay alguien en la familia que ha bebido y ha fumado y no ha tenido ningún problema. Claro, si tienes la combinación de genes y suerte que ha tenido aquella persona, fantástico, pero es mucho más lógico intentar controlar y evitar las cosas perjudiciales…
Lucía Sapiña
Lucía Sapiña
«Internet es una gran herramienta de culturización, pero también una forma de esparcir toda la información errónea»
¿Hay aún muchos mitos sobre el cáncer? Sí. Sobre todo, a nivel de tratamiento. Por ejemplo, el del fármaco que les farmacéuticas no quieren que se haga… Hay muchos mitos de estos… Internet es una gran herramienta de culturización, pero también es una forma de esparcir toda la información errónea. En gran parte, esta gente toma ideas científicas correctas, que se han visto en el laboratorio pero que aún no se han investigado suficiente, y te las venden ya como la solución al cáncer. El problema es que los científicos aún estamos investigando con todo eso… Parte de la culpa creo que la tenemos nosotros mismos porque cuando hacemos un descubrimiento tenemos la presión de nuestro entorno, la universidad, de salir a explicarlo y cualquier descubrimiento que hacemos con el cáncer es fantástico, y vas al periódico y cualquiera puede pensar que has descubierto la cura al cáncer cada semana. Además, la gente tiene prisa. Cuando tú tienes un cáncer no te sirve que te digan que de aquí a diez años tendremos una respuesta. Yo entiendo que la gente quiera probar cualquier cosa pero eso permite que surjan una serie de personajes alternativos que muchas veces están haciendo un negocio increíble que, pese a estar basado en principios científicos, no está ni mucho menos comprobado que funcione. ¿Y cómo se evita eso? Porque parece que la responsabilidad es de todos: científicos, medios de comunicación… Estoy de acuerdo. ¿Cómo se ataca eso? Mi granito de arena es lo que hago, salir a explicar qué hacemos en el laboratorio y creo que es un poco lo que nos falta a los científicos: ser capaces de salir a comunicar lo que hacemos. No confiar sólo en el filtro de los periódicos, porque los periodistas científicos hacen todo el buen trabajo que pueden, pero también tienen sus limitaciones; no confiar en los servicios de prensa de tu universidad; no dejarte llevar por la gloria que puedas tener de salir a las páginas del periódico sino explicar qué quiere decir cada cosa… Pienso que la comunicación científica en este siglo ha de ir por aquí: la gente que realmente tiene información adecuada ha de encontrar la manera de explicarla al público directamente.
Usted es un buen ejemplo. ¿Piensa que el periodista ha perdido el papel tradicional de intermediario? No necesariamente. Creo que es complementario. No querría, ni mucho menos, saltarme el trabajo muy bueno que están haciendo algunos periodistas científicos. Lo que creo que debemos participar todos. El error que hemos cometido los científicos hasta ahora es no querer implicarnos en la fase de divulgación, de explicar a la gente qué está pasando. Podemos hacerlo en coordinación con los periodistas científicos, directamente a través de blogs, libros, artículos de los diarios… Hemos de complementarnos los unos a los otros. No querría decir que la única solución sea que los científicos deban tomar las riendas. Muchas veces, lo que nos pasa a los científicos es que nos sabemos comunicar porque no es nuestro trabajo. Por tanto, a veces muchas veces necesitamos ayuda, ir de la mano de un divulgador, de un periodista o de alguien que sepa. Por tanto, la combinación de les dos cosas creo que es importante. Usted es un hombre de laboratorio. ¿Qué despertó su interés por la divulgación médica? Fue un poco de conciencia social… sentía la obligación de hacerlo. Pero también me lo planteé como algo divertido porque me gusta escribir. Es un poco juntar las dos pasiones: la ciencia y la escritura. Usted escribe libros de ciencia y también novela. ¿Es muy diferente la preparación a la hora de abordar un tipo de escritura u otro? Menos de lo que parece. En ambos casos hago mucha investigación previa. Intento leer el máximo y después de esta fase de preproducción, que es muy larga, paso a la fase de escritura. La primera redacción la hago más rápida y después me gusta repasar y volver a repasar, centenares de veces si hace falta, hasta que creo que el texto ha quedado suficientemente bien. Funciona bien dejar el texto, releértelo al cabo de un tiempo, dar a leer tus textos a ciertos lectores de prueba con los que tienes confianza, escuchar las opiniones de todo el mundo, después decidir tú como va, discutir cosas, ver cómo han reaccionado los textos anteriores… Una de las cosas que me gusta hacer en la divulgación es que la historia que estoy explicando tenga una entidad narrativa literaria propia, que sea capaz de ser leída como una historia. Y al revés, cuando escribo ficción, utilizo mucho la lógica de la divulgación. Eso me ayuda mucho a la hora de planificar las historias de ficción.