Robin Dunbar
«Pasé de ser alguien que encontraba la ciencia aburrida, a ser un científico»
Antropólogo y biólogo evolutivo
Robin Dunbar (Liverpool, 1947), antropólogo y biólogo evolutivo, es un estudioso de la evolución de la mente y de los sistemas sociales, tanto en los primates en general como en los humanos en particular. Es profesor en la Universidad de Oxford, donde dirige el grupo de investigación de neurociencia evolutiva y social del departamento de Psicología Experimental y es conocido, sobre todo, por haber propuesto el «número de Dunbar», teoría que sitúa en 150 los individuos con quien una persona puede mantener una relación estable.
Robin Dunbar es autor de numerosos libros y artículos científicos. Está considerado un gran divulgador y, en este sentido, siempre ha mostrado preocupación por temas como la percepción social de la ciencia y por la manera de enseñarla. Entre sus libros de divulgación destacan The Trouble with Science (1996), que es una crítica a los grupos de presión anticiencia, Grooming, Gossip and the Evolution of Language (1997), La odisea de la humanidad (2004) y How Many Friends Does One Person Need? Dunbar’s Number and Other Evolutionary Quirks (2010).
«La ciencia se pregunta si se puede comprobar la validez de la explicación o la descripción, y eso es lo que las humanidades generalmente no hacen o, cuando menos, no lo hacen de manera rigurosa»
¿Empezamos por definir qué es la ciencia?
Se podría decir que la ciencia es lo que en griego significa «conocimiento», y que el conocimiento puede versar sobre cualquier aspecto del mundo, incluyendo las humanidades. Pero en un sentido más estricto, la ciencia se define por el método científico. Para mí se han convertido en lo mismo, que es básicamente un método de comprobación de las hipótesis. Las humanidades aportan explicaciones o descripciones del mundo, hacen sugerencias de por qué o cómo son las cosas desde el punto de vista de su disciplina, pero la mayoría de las veces estas hipótesis no son comprobadas de manera rigurosa como hacen los científicos. La ciencia ha desarrollado un método para comprobar hipótesis muy riguroso. Por supuesto que los historiadores también comprueban hipótesis, pero es un proceso mucho más descriptivo y menos riguroso.
Según su descripción, ninguna de las ciencias sociales podría considerarse una ciencia en el sentido estricto del término.
Bien… hacen experimentos… Tenemos economía experimental, sociología, incluso los politólogos hacen experimentos… Si te fijas en la historia de la ciencia, todo empieza con descripciones. La ciencia del siglo XVIII y principios del xix era una ciencia descriptiva, se estudiaba lo que se había recolectado por el mundo, objetos, especies. Por eso tenemos museos. Pero a partir de mediados del siglo XIX las ciencias evolucionaron para desarrollar un proceso de comprobación de hipótesis mucho más riguroso, aunque algunas disciplinas, y pienso ahora en la geología, zoología, botánica…, continuaron siendo más descriptivas hasta el siglo XX. Por otra parte, la física se convirtió en una ciencia experimental ya con Arquímedes. En este sentido, la sociología y las ciencias económicas se encontrarían a medio camino. Son muy cuantitativas, pero a menudo lo son de una forma descriptiva. Esta es una distinción importante porque con frecuencia la gente confunde el método científico con el método experimental, y eso pienso que no es del todo correcto. El método científico es un método para la comprobación de hipótesis y hacer experimentos tan solo es una forma de conseguir este objetivo, porque no se puede experimentar con todo.
Usted sitúa la formalización del método científico en el siglo XIX, en Occidente. ¿Es la ciencia inherente a la cultura occidental?
No lo creo porque, de hecho, los orígenes del método experimental que da pie al método científico moderno se pueden situar en los filósofos-científicos islámicos de los siglos XI y XII. El mejor libro de óptica hasta los trabajos de Newton fue escrito por un científico islámico en el siglo XII. E influyeron en Bacon, quien describió el método científico en Occidente.
En Against Method, Paul K. Feyerabend insiste en que la ciencia no tiene que tener ningún privilegio y la compara con la poesía, sugiriendo que son hipótesis igualmente válidas. ¿Cree que la ciencia es solo otra manera de entender la realidad?
En cierta medida, sí. Pero volvamos al argumento del principio, según el cual todas las disciplinas, tanto poesía como física, o ciencias sociales, lo primero que hacen es describir la naturaleza, el mundo donde vivimos; ya sea el mundo de la mente, del que se ocupa la poesía, o el mundo real, que es el que las ciencias físicas o típicas tratan de describir. En cualquier caso, tienes que empezar por algún tipo de intuición. Primero tienes que describir lo que ves, después hay que proporcionar una explicación, sea implícita o explícita, de por qué el mundo es así o parece así, y eso lo hacen todas estas disciplinas. La diferencia con la ciencia es que ésta va un paso más allá y se pregunta si se puede comprobar la validez de la explicación o la descripción, y eso es lo que las humanidades generalmente no hacen o, cuando menos, no lo hacen de manera rigurosa. Después de describir lo que pasa en el mundo y tratar de crear generalizaciones de manera inductiva, uno se tiene que preguntar el por qué es así, por qué se observan estos patrones universales, y para hacer eso es necesario un proceso de comprobación de hipótesis, ya sea experimental o de otra clase.
La escuela de Frankfurt fue también muy crítica con la ciencia y la acusaron de ser una especie de religión de la Ilustración. ¿Cuándo y cómo surgen estas discrepancias entre ciencia y filosofía?
Yo creo que es un problema del siglo XX, ya que hasta entonces la ciencia y la filosofía eran prácticamente lo mismo. La gente muy a menudo trataba la ciencia y la filosofía de manera simultánea. En especial físicos, muchos de los cuales a finales del siglo XIX también eran filósofos. Es la sociología del conocimiento en el siglo XX, más que la filosofía, con la escuela de Frankfurt y otros, quien realmente empieza a cuestionar el método científico como única fuente de conocimiento. Este problema vuelve a surgir a finales del siglo XX con la sociobiología y los ecólogos del comportamiento cuando tratan de entender el comportamiento de los organismos desde un punto de vista evolutivo. La reacción virulenta a finales de los años setenta y ochenta protagonizada por gente procedente de las humanidades y las ciencias sociales contra Edward O. Wilson a propósito del determinismo genético es otro ejemplo.
«Tenemos que encontrar una forma mejor entre todos de cooperar para evitar hacer un uso perverso del conocimiento… somos nosotros el problema, no la ciencia»
¿Porqué se produce esa reacción?
Creo que tan solo es miedo de gente preocupada porque sus disciplinas puedan desaparecer. En la reacción contra Wilson se equivocan porque, para empezar, el hecho de utilizar una aproximación evolutiva no implica determinismo genético del comportamiento; y después, porque el hecho de utilizar un enfoque científico no implica que ya no se deban hacer las actividades que siempre se han hecho en las humanidades y las ciencias sociales. Aún se tienen que investigar los mismos documentos, reflexionar sobre el mundo y observar qué hace la gente, porque no se pueden hacer experimentos o comprobar hipótesis si no sabes qué pasa. Por tanto, aún tienes que hacer de historiador, sociólogo o antropólogo para saber qué se tiene que estudiar y es de donde surgen las hipótesis iniciales. Tú no dejas de trabajar en tu disciplina solo porque tiene que comprobar las hipótesis. Eso refleja una falta de comprensión de qué es y cómo se hace la ciencia.
Usted estudió filosofía antes de trabajar como antropólogo. ¿Cree que desde la filosofía se tiene una buena comprensión de lo que es la ciencia?
Supongo que la respuesta tiene que ser que sí, porque hay filósofos de la ciencia y se dedican a ello profesionalmente. Y pienso que mayoritariamente entienden la ciencia que estudian. Pero la palabra filosofía tiene un significado muy amplio y ya no sé si los filósofos de la política o de la religión, por poner unos ejemplos, tienen una buena comprensión de lo que es la ciencia. La filosofía en el mundo anglosajón es de una tradición empírica muy fuerte y se ha interesado principalmente por la comprensión del conocimiento, sobre todo desde los inicios de la época moderna con Locke y Newton.
«El posmodernismo, aunque no se equivocaba en los sentimientos y en la motivación inicial, en la práctica ha acabado siendo un desastre»
Mario Bunge ha acusado la filosofia postmodernista de reaccionària perquè fomenta la substitució del pensament crític pel pensament màgic.
Estoy totalmente de acuerdo. No sé si estaría de acuerdo con todo lo que dice después, pero creo que el posmodernismo, aunque no se equivocaba en los sentimientos y en la motivación inicial, en la práctica ha acabado siendo un desastre. El pensamiento crítico es precisamente lo que se hace constantemente en ciencia. En ciencia se comprueban de manera rutinaria los supuestos sobre las teorías, porque eso es lo que los experimentos fallidos te hacen hacer, es decir, Popper clásico. Hay dos razones por las que un experimento puede no funcionar, que la teoría esté equivocada, o que el experimento esté mal diseñado porque los supuestos no estén justificados. La mayoría de los debates en la ciencia son precisamente sobre los supuestos en que se fundamentan las teorías aplicando el pensamiento crítico. La diferencia entre la ciencia y aquello en lo que se convirtió el posmodernismo a finales del siglo XX es que, aunque en los dos casos se aplica el pensamiento crítico, el posmodernismo no dio un paso más allá y no comprobó sus hipótesis. Pararon al final del proceso de pensamiento crítico porque no supieron cómo seguir, no supieron qué hacer después. Mientras que los científicos, aplicando el pensamiento crítico, hemos descubierto áreas donde estábamos haciendo supuestos equivocados. Creo que este es el gran error del posmodernismo, negarse a dar un paso adelante. Eso es por el hecho de que muchos de ellos no eran científicos, eran filósofos, sociólogos o historiadores… y no estaban acostumbrados a pensar en estos términos.
Alan Sokal y Jean Bricmont, en Imposturas intelectuales, también señalan las incoherencias o mentiras de la filosofía posmoderna. ¿El tema se ha resuelto definitivamente?
Lo está para los científicos, pero no en muchas disciplinas de las humanidades. Como he dicho antes, parece que esta visión negativa de la ciencia es defensiva. La ciencia no es sencilla. Lo que se necesita saber ahora para hacer ciencia es muy complicado y sofisticado: experimentalmente, técnicamente y estadísticamente. Sobre todo en las disciplinas en las que trabajamos, la estadística es esencial. Yo ya no tengo tampoco la paciencia, el tiempo o las ganas de aprender todas las metodologías estadísticas nuevas, por eso contrato postdocs y estudiantes de doctorado que hacen todo el trabajo especializado para mí. Yo dependo de ellos. Somos una cooperativa. Mientras que, tradicionalmente, en las humanidades la gente trabaja como el erudito solitario. En cualquier caso, eso parece que está cambiando. Ahora estoy trabajando en un proyecto donde colaboro con estudiosos de los clásicos de la literatura y donde queremos estudiar la psicología de las audiencias en los teatros. Lo que pretendemos es intentar averiguar qué elementos influyen en la percepción que las audiencias tienen de una obra en el escenario; como las limitaciones de la psicología de las audiencias imponen limitaciones en el dramaturgo para hacer que una historia sea interesante. ¡Y lo estamos haciendo con experimentos!
¿Es aún válida la situación de Las dos culturas descrita por Charles P. Snow en 1959?
Un poco sí, aunque siempre he pensado que estas diferencias son una caricatura. De hecho, siempre he dicho que yo soy el origen de las dos culturas [ríe]. Solo cuando ya estaba en la universidad recibí una formación científica, lo que me permitió ver su valía y disfrutar de la ciencia. Pasé de ser alguien que encontraba la ciencia aburrida, poco interesante, irrelevante, y que pensaba que las cosas realmente importantes se discutían en la filosofía, a ser un científico. Y todo fue gracias al poder que te da entender el método científico. Es posible que la gente que, a diferencia mía, se ha quedado en las humanidades aún tenga esta visión aburrida de una ciencia que se plantea cuestiones menores.
¿Existe entonces esa diferencias entre las humanidades y las ciencias?
El método experimental te da herramientas para comprobar la validez de las propuestas, y te hace plantear preguntas, te hace confrontar los supuestos que sostienen algunas de las hipótesis informales que se te ocurren mientras estás en el sillón. Tú tienes ideas y el método científico simplemente te obliga a explicitar estos supuestos, lo que te permite comprobarlos y asegurarse de que son consistentes. En cualquier caso la gran diferencia no está entre las humanidades y la ciencia, en cierta medida las humanidades también hacen ciencia… buscan probar que sus interpretaciones son correctas. La gran diferencia está realmente con la religión, donde el único conocimiento que se tiene se encuentra en unas escrituras sagradas que se supone que contienen un conocimiento completo de cuanto necesitas saber.
¿Pero no le parece como si una parte muy significativa de los intelectuales fuera profundamente anticientífica?
Sí, eso sí que es cierto. En este sentido, las dos culturas aún existen. Pero este sentimiento se basa, creo, en una visión inadecuada de lo que hace la ciencia. ¡Eso no quiere decir que la ciencia tenga siempre la razón! La ciencia no siempre llega a las respuestas a la primera. Muchas veces lo tiene que hacer tras un largo proceso.
«Tú tienes ideas y el método científico simplemente te obliga a explicitar estos supuestos, lo que permite comprobarlos y asegurarse de que son consistentes»
En El miedo a la ciencia describe el malestar que hay en la sociedad con la ciencia y cita como razones la falta de compromiso de los científicos con la sociedad, cómo se enseña la ciencia y cómo este conocimiento llega a la gente. ¿En este contexto, le parece que Internet y las redes sociales pueden cambiar esta percepción?
Hay dos aspectos en esta cuestión, los dos interesantes. Uno es que hoy en día hay muchísimo más conocimiento al alcance de la gente, tanto por la cantidad de ciencia divulgativa, como por lo que es accesible a través de la red. Por tanto, en este sentido, sí. Sin embargo, por otro lado, crear contenido divulgativo es extremadamente difícil y el científico no está preparado para hacerlo. Para divulgar ciencia, uno tiene que dar un paso atrás, ser menos crítico y más llano de lo que normalmente sería como científico. Este es el motivo por el que durante mucho tiempo la gente que ha hecho divulgación científica ha recibido ataques de otros científicos. Personas como Desmond Morris fueron acusadas de banalizar la ciencia. El problema es que se tiene que simplificar. Si se explican todos los detalles de cómo funcionan las cosas, al ser la ciencia tan compleja, se hace aburrido y la gente no lee. Este es realmente el problema con la ciencia moderna.
«Para divulgar ciencia, uno tiene que dar un paso atrás, ser menos crítico y más llano de lo que normalmente sería como científico»
La creciente especialización de las disciplinas ¿contribuye a esa visión de la ciencia como algo complejo?
Hasta el siglo XIX, cualquier persona culta podía leer la mayoría de libros científicos y entenderlos, porque la cantidad de conocimiento que se necesitaba para entender cualquier disciplina era reducida y a menudo la gente era experta. Incluso en física. Si te fijas, Darwin es el padre fundador tanto de la geología como de la biología evolutiva. Fue extremadamente influyente en geología. Por tanto, la gente podía ser experta en muchos campos y hacer grandes contribuciones. Pero el crecimiento de la ciencia ha comportado que el conocimiento técnico que se requiere para entender algunas disciplinas científicas sea tan grande que es inalcanzable para la gente de la calle. Corremos el peligro de que el mundo una vez más quede dividido en dos tipos de gente, los magos, que como en los tiempos medievales pueden hacer cosas mágicas y conocen la fórmula secreta, y el resto de nosotros. En el fondo de esta visión anticientífica de la sociología y las humanidades se encuentra este miedo a que los magos nos puedan explotar gracias a este conocimiento que poseen. Pero en cierta medida la ciencia es especialización y siempre se correrá el riesgo de que la gente que tiene el conocimiento tenga el poder.