Emergencias

Ya me disculparán que, de forma excepcional, rompa la cuarta pared, pero no pasa a menudo que sea tan difícil suponer en qué situación nos encontraremos todos juntos cuando salga el número 106 de Mètode. ¿Estaremos confinados de nuevo? ¿Habrá un confinamiento parcial? ¿O haremos vida normal, pero con menos besos y apretones de manos? ¿Todavía estaremos en situación de emergencia sanitaria? Para bien o para mal, hace días que la ciencia ocupa nuestras conversaciones. La epidemiología, la virología y la biología molecular se han convertido en temas familiares.

Desde que hubo las primeras expresiones de preocupación por la llegada de la COVID-19, se ha puesto de manifiesto la dificultad de comunicar la ciencia a varios niveles: para transmitir información a la población general, para asesorar a los que toman decisiones políticas e incluso para debatir entre la comunidad médica. Además de los expertos que lo resuelven todo en Twitter, y de los incautos que difunden teorías de conspiración imaginativas y emocionantes.

Mucha gente ha descubierto que los científicos cambian de opinión cuando disponen de datos nuevos, y eso les ha parecido inaceptable: estamos demasiado acostumbrados a defender los errores más allá de toda demostración.

Aunque sea de manera aproximada, muchas personas también han aprendido a distinguir entre una PCR y un análisis de anticuerpos, y por qué con la PCR se detecta el virus mientras que con los anticuerpos se detecta si se ha estado expuesto en algún momento. Hay que reconocer el acierto de los comunicadores que han sabido transmitir este conocimiento en todo tipo de formatos. Los informativos están llenos de curvas y han aparecido epidemiólogos de debajo de las piedras, aunque a estas alturas ya sabemos quién entiende y quiénes no.

De todo lo que hemos visto hasta ahora, me quedo con el minuto en que Angela Merkel explica la justificación científica para el confinamiento de la población alemana. Con la claridad de quien sabe muy bien de qué habla, Merkel explica que una décima más o menos en la tasa de infección significaría un colapso de las UCI en tal fecha o algunas semanas más tarde. Merkel tiene un doctorado en Química y se mueve con facilidad en este tipo de razonamientos basados en la evidencia.

El contraste trágico con Merkel son algunos dirigentes que, más allá de tomar decisiones acertadas o erróneas, rechazan aceptar que esto es un problema. Cuando hagamos balance de los resultados de las políticas negacionistas, nos podrá servir como aviso de lo que pasa cuando se ignoran las advertencias de la comunidad científica. Quizás el cambio climático no nos afectará de forma tan repentina como una epidemia, pero cuando pase esta emergencia sería un buen momento para revisar la estrategia de comunicación para evitar la que nos caerá más adelante.