L’Horta Nord frente a los puertos y otras imprevisiones

Túria port Pinedo

 The «Horta Nord» facing the port(s) and other improvidences. The Northern Part of the «Pais Valencià» is one of the areas that has undergone the most important changes over the past few decades. disorganised touristic and urban growth and negative management policies carried out by administrative bodies have caused many coastal areas to suffer similar changes. We are standing on the verge of the XXI century with a desolate picture before us, it is imperative for us to draw up definitive conservation measures together with the consolidated support of citizens’ awareness.

“Conspiramos contra nosotros mismos” es un verso de Mario Benedetti que nos viene que ni pintado para comenzar la exposición de una destrucción programada, que ha ido afectando el litoral de L’Horta Nord durante los últimos años. Esta historia de colonización incontrolada viene condicionada por varios hechos, que han llevado a la costa a su estado actual, y que la constituyen como un elemento diferente y variable en su conjunto, con playas ora pequeñas y reducidas, ora bien extensas; ora de arena fina (predominante entre unos 3,5 km al norte del Carraixet y el puerto), ora pedregosas; o simplemente desaparecidas por el efecto de grandes infraestructuras.

Para dar un vistazo general, podemos decir que los factores de cambio han sido naturales y antrópicos. Por razones obvias no hablaremos de los primeros y nos centraremos en los segundos, porque han llevado a un desequilibrio del medio más que evidente. Los casos son paradigmáticos: los puertos de la Pobla de Farnals, de Valencia y de Alboraia, más otras actuaciones como por ejemplo el encajonamiento del barranco del Carraixet y la hipotética regeneración de un espacio natural como el Parque de Els Peixets, al que añadiremos la corrección de la costa de Meliana, etc.

«Quedamos ante una serie de paisajes desnaturalizados en un lugar extraurbano que, además, será costoso de mantener para las generaciones futuras. Es el caso de casi toda L’Horta Nord»

Las consecuencias, en primer lugar, de los puertos, han sido la necesidad de llenar de forma continuada de espigones toda la costa, con el fin de fijar la playa y evitar incluso su desaparición en algunos tramos. Este es el caso del litoral de Meliana y del centro de la comarca, donde el mar y hasta el oleaje amenazan la carretera N-221 y ofrecen un contraste brutal: los días de marejada, prácticamente al lado de una autovía podemos encontrarnos con un oleaje de varios metros. Con la necesidad de corregir estos desequilibrios, quedamos ante una serie de paisajes desnaturalizados en un ámbito extraurbano que, además, será costoso de mantener para las generaciones futuras. Es el caso de casi toda L’Horta Nord.

Como consecuencia de las sucesivas ampliaciones del puerto de Valencia, la playa de Pinedo está en vías de desaparición. Para tratar de paliar los efectos regresivos, se han construido diversos espigones y escolleras que únicamente trasladan el problema hacia otras playas del sur. / © M. A. Gómez-Serrano

La circulación de corrientes en nuestro sector del Mediterráneo sigue el sentido norte-sur, y por tanto, como se actúa de forma brusca sobre el litoral, la sedimentación se acumula al norte y las playas se alargan, como es el caso de la Malvarrosa y la Patacona de Alboraia. Al mismo tiempo se crea un efecto regresivo en el sur, como en el caso del litoral de Pinedo. Ejemplos parecidos hemos encontrado también en los terrenos adyacentes al puerto de la Pobla de Farnals. En este caso, la conservación/recuperación del litoral es posible. Como caso significativo en L’Horta Nord podríamos destacar el de Alboraia, con la recuperación de la playa de Els Peixets que se hará mediante el mantenimiento y la regeneración del sistema dunar y la adecuación de la salida al mar del barranco del Carraixet. No hace falta insistir en la importancia de esta actuación, porque nos referimos a la corriente fluvial más importante de la sierra Calderona.

Por otro lado, también sería necesario prohibir el acceso del tráfico rodado al litoral, limitar las infraestructuras, controlar el sistema de vertidos ilegales y poner en funcionamiento planes de tratamiento residual de aguas. Igualmente sería adecuado limitar el número de infraestructuras en la primera línea de costa, y hacer una limpieza manual de las playas, es decir, sin extracciones de tierra ni movimientos de arena.

Estas actuaciones en parte son frenadas por el hecho que a efectos reales hay una gran diversidad de instituciones con competencias sobre la costa, o que de alguna forma pueden actuar en ella, como la Demarcación de Costas; las confederaciones hidrográficas; la Generalitat Valenciana a través de diferentes instituciones como por ejemplo Medio Ambiente, la COPUT o la Agencia Valenciana de Turismo; el Tribunal de las Aguas con las acequias que vierten al mar directamente (en el caso de L’Horta Nord las de Tormos, Mestalla y Rascanya, pero más al norte también otras); los municipios con sus planes generales de ordenación urbana o con acciones más concretas, etc.

Las desembocaduras de barrancos y acequias se han convertido sistemáticamente en vertederos incontrolados de basura, a pesar de que originalmente son hábitats de gran interés ecológico. En la fotografía de abajo (de A. Hernández Dolç), la desembocadura de un brazo de la acequia de Rascanya en Port Saplaya (Alboraia). En la de arriba (de J. Domingo), la desembocadura del barranco del Carraixet.

Alboraia, un pueblo de L’Horta Nord con un litoral bastante extenso, es un lugar donde la falta de previsión y ordenación se ha convertido en práctica habitual. Independientemente de que el nivel de salubridad de las aguas en conjunto sea bastante peor que el del conjunto de la comarca (en L’Horta Nord ninguna playa roza el nivel higiénico permitido y la comarca no tiene ninguna bandera azul), en Alboraia además de eso encontramos otras deficiencias. A pesar de tener una depuradora en su término municipal que emplean todos los pueblos de la comarca, Alboraia no la utiliza, y los vertidos detríticos o industriales van directamente al mar a través de las diferentes acequias que recorren el término. Eso explica en parte que playas como la de Els Peixets no sean aptas para el baño y que incluso hayan sido consideradas como de las peores de Europa.

Imagen actual de la playa de Pinedo. / O. Mayoral

Más grave todavía es la situación de olvido, por decirlo de alguna forma, que padece el litoral comarcal por parte de las instituciones. Y Alboraia no es ninguna excepción. El parque de Els Peixets es un conjunto que integra un paisaje a la orilla del mar, más otro de huerta al lado del mar, separados ambos por una franja dunar y unos cañavelares irrepetibles en el resto de la comarca. Pues bien, el proyecto de regeneración, valorado en 481 millones de pesetas continúa en los cajones de la Demarcación de Costas. Tampoco se queda rezagado el caso del Carraixet. Una vez terminadas las obras de canalización en 1993, sin estudio de impacto ambiental, ahora la Audiencia nacional ha decretado nula la orden que autorizaba aquellas obras y ha dado la razón al Bloc Nacionalista Valencià de Alboraia, que denunció a la administración gobernada por el PSOE por no incluir el citado proyecto en el proyecto general de canalización. Ahora los nacionalistas han pedido la ejecución de la sentencia, que puede provocar consecuencias incalculables, o bien quedar reducida a la simple ejecución del proyecto de estudio de impacto ambiental.

A la degradación provocada por el retraso de las obras de impacto ambiental se añaden los vertidos de todo tipo, el impacto visual de torres de edificios tanto al norte (Saplaya) como al sur (la Patacona), infraestructuras como por ejemplo el puerto de Saplaya, los espigones o incluso el puente subterráneo en la desembocadura del Carraixet (que no se ve, pero que está cerca de unos hipotéticos yacimientos de época fenicia). Si queremos adentrarnos un poco más en una problemática que desgraciadamente se repite en demasiados pueblos de la comarca, hay otros aspectos, por ejemplo las autorizaciones municipales para instalar “discobares” o chiringuitos de noche a la orilla del mar. Es el caso de los célebres Vulcano o Vanessa (algunos incluso encima de la arena del mar) o los del término de Meliana, como Resaca.

«Es necesario un plan de regeneración de costas, una entidad que coordine todas las políticas que afectan la costa, y que la ciudadanía se conciencie»

En este aspecto, fue ampliamente conocida la autorización por parte del alcalde de Alboraia, Joan Barres, en el límite del parque de Els Peixets y en una zona de primera línea de costa, de una media docena de chiringuitos nocturnos que provocaban el acceso de gente a la playa, la contaminación acústica y también la necesidad de limpiar posteriormente. Justo es decir que el súmmum de la desorganización y desplanificación global del territorio fue, el año pasado, la petición de construcción de un puente que habría enlazado los dos lados del Carraixet. Este puente no estaba fijado en ningún mapa de ninguna instancia pública valenciana ni española, y lo financiaba íntegramente la empresa Alcampo. El puente habría provocado el tráfico rodado por los límites o incluso por el interior del parque natural litoral de Els Peixets, propuesta que la oposición tumbó por abrumadora mayoría de 13 contra 4 votos. Si a eso añadimos la pretensión del Ministerio de Fomento de colocar una cochera de RENFE prácticamente a lado de la desembocadura del Carraixet (al norte), el tercer cinturón (que también arrancará de allá), o incluso el acceso norte al puerto de Valencia, que en algunos tramos no circulará a más de 100 metros de la línea de costa, parece que las perspectivas de conservación del litoral mediante actuaciones medioambientales son bien pobres.

La banalización de nuestras playas ha hecho que por todas partes prosperen paseos marítimos sin personalidad donde siempre encontramos las mismas especies vegetales introducidas. / © J. Domingo

Para poner freno a toda esta situación es necesario un plan de regeneración de costas, una entidad que coordine todas las políticas que afectan a la costa, y que la ciudadanía se conciencie. El litoral, al mismo tiempo, también debe entenderse como una cultura. Igual que los que defendemos la huerta creemos que es una muestra irrenunciable de nuestro ser como valencianos en el imaginario colectivo, también creemos que el litoral, nuestro litoral, el litoral donde nuestros abuelos cargaban arena de la playa para enriquecer los campos, es una parte de nuestra geografía y de nuestro referente común. Y por ello es necesario exigir una actuación rápida, coordinada y eficaz que permita integrar todas las actuaciones en el litoral en un plan común, donde el crecimiento sostenible sea creíble y el mantenimiento del medio ambiente pueda compatibilizarse con un crecimiento moderado. Por que si no, la pérdida la verán nuestros hijos. Una nueva conciencia ciudadana, en la que el progreso y las ventajas no se midan en cambios radicales del paisaje como grandes infraestructuras, sino en la conservación del patrimonio colectivo a largo plazo con la demostración de que los efectos de conservación son mucho más beneficiosos que los del cambio. Una nueva conciencia ciudadana que sin negar el crecimiento urbanístico, inculque el respeto de una forma muy sencilla: planificando el territorio y, por qué no, la costa. De otra manera, cuando nos queramos dar cuenta, la conspiración contra nosotros mismos puede haberse consumado y haber dado frutos inesperados.

© Mètode 2013 - 26. Redescubrir el litoral - Disponible solo en versión digital. Verano 2000

Periodista, Red de Museos de la Diputación de Valencia.