La constelación de Orión destaca en el cielo nocturno del invierno por sus tres estrellas brillantes y en línea. Al final del otoño la vimos, inmensa, saliendo por el horizonte este al caer la noche. Cuando se acabe el invierno la veremos bajar hacia el oeste en las primeras horas del atardecer.
Nos ofrece una bella vista, pero la mitología nos cuenta una historia muy diferente. Orión representa el gigante cazador altivo y sexista, seguido por los perros, Can Mayor y Can Menor. Dice la leyenda que un día Orión fue invitado a visitar la isla de Quíos, donde conoció a la hija del rey Enopión, Mérope, de quien se enamoró locamente. Aun así ella lo rechazó por bruto y salvaje. Una noche, animado después de haber abusado del vino de la tierra, trató de violarla. Al enterarse, el rey lo castigó severamente, mandó que le arrancaran los ojos y lo echaran de la isla. Otras versiones de la leyenda nos lo muestran persiguiendo a las Pléyades, siete germanas hijas de Atlas y Pléyone. Las acciones del gigante acabaron al fin cuando se atrevió a asaltar a Artemisa, la diosa virginal de la cacería. Esta, muy ofendida y con razón, con su bastón hizo salir de bajo tierra un escorpión gigante que picó mortalmente a Orión en el talón. Y así acabó su historia de depravación.
Pero la de Orión es mucho más que una historia de lucha feminista avant la lettre. Desde el punto de vista astrofísico, esconde muchos secretos relacionados con el nacimiento, la vida y la muerte de las estrellas. Si buscamos un lugar muy oscuro, lejos de las luces contaminantes de las ciudades, distinguiremos a primera vista una pequeña neblina bajo la estrella central del cinturón del gigante. Un telescopio pequeño ya nos revelará una encantadora nebulosa de gas y polvo donde ahora mismo se están formando estrellas. Esta casa cuna de estrellas ha sido escudriñada por nuestros mejores telescopios y hemos encontrado también discos de materia donde van creciendo nuevos planetas. Nubes colapsadas de gas que dan a luz estrellas y planetas que, quizás, si las condiciones son favorables, alojarán vida en un futuro lejano. Cómo se alegrarían al saberlo Giordano Bruno o Camille Flammarion, entre otros, que siempre hablaban de la pluralidad de los mundos habitados.
«La estrella Betelgeuse ya ha pasado por la fase tranquila y ahora se prepara para morir en una espectacular explosión supernova»
Orión esconde también la otra cara de la moneda. Betelgeuse, situada en el hombro derecho del gigante vicioso, es un astro viejo, próximo a la muerte, astronómicamente hablando. La estrella ya ha pasado por la fase tranquila y ahora, hinchada exageradamente como supergigante roja y en cuyo interior cabría perfectamente la órbita de Júpiter, se prepara para morir en una espectacular explosión supernova. Todos los elementos químicos que habrá sintetizado a lo largo de su vida, desde el helio de los primeros años hasta el hierro de unas horas antes, además de otros que se crearon después, serán lanzados al espacio para abonar las nebulosas próximas y que los nuevos soles y planetas que se formarán en el futuro tengan, quizás, la oportunidad de crear algún tipo de vida.
Betelgeuse morirá pronto. Los especialistas calculan que dentro de unos 10.000 años. La futura humanidad, si todavía está, verá como una luz intensa, tan brillante como la Luna llena, iluminará las noches y los días durante meses. Vivir cerca de una supernova no es nada sano para la salud de un planeta y de la posible biosfera, por las intensas radiaciones X y gamma del fenómeno explosivo. Aun así Betelgeuse se sitúa a unos 700 años luz, bastante lejos, así que podemos estar tranquilos. De la destrucción de la biosfera terrestre ya nos ocupamos nosotros solos, no nos hace falta ayuda exterior.
La futura explosión del hombro de Orión es un aviso del carácter violento del universo. Y Joan Amades, en el Costumari català, nos lo recuerda. Las tres estrellas de Orión, denominadas en català Ulls del Porc (“ojos de cerdo”), vigilan la conducta de la humanidad hasta el día del Juicio. Y entonces:
El cielo y la tierra
caerán a pedazos,
bajarán los ojos de cerdo
que se lo llevarán todo,
las riquezas y los palacios.