Pasaporte para Pimlico y la seguridad alimentaria

En el cine en lengua inglesa existe un género llamado feel-good movies, que podríamos traducir como “cine de buen rollo”. Comedias amables donde la gracia es reflejar buenos sentimientos y lo mejor del carácter humano; por ejemplo, Forrest Gump, La princesa prometida o Love actually. Si nos vamos al cine clásico, el primer nombre que nos viene a la mente es el de Frank Capra, director de origen italiano, autor de almibaradas comedias familiares que contra todo pronóstico han envejecido muy bien. Y si no estáis de acuerdo, el próximo día de Navidad, después de comeros el puchero, encended la televisión y a buen seguro que en algún canal estarán haciendo alguna.

En el periodo comprendido entre 1947 y 1956, la productora británica Ealing se especializó en comedias satíricas, que podrían enmarcarse en el cine feel-good. En plena posguerra y en un Londres devastado por los bombardeos de la aviación alemana y de los misiles V2, hizo una apuesta para dar un mensaje optimista, como lo es el de Pasaporte para Pimlico (1949), la película que nos ocupa.

«El científico que más vidas ha salvado no es Alexander Fleming, sino Norman Borlaug, el padre de la segunda revolución verde»

En un barrio de Londres estalla una bomba y deja al descubierto una cámara secreta en la que se encuentran unos documentos que registran la donación de una casa y su zona adyacente, en el actual barrio de Pimlico, a Carlos VII, el último duque de Borgoña. Como hay descendentes vivos del duque, estos documentos legitiman que Pimlico ya no es parte de la Gran Bretaña, sino un microestado independiente derivado de un ducado medieval. La historia está inspirada en un hecho real. Durante la Segunda Guerra Mundial, una parte de la maternidad del hospital de Ottawa fue declarada independiente del Canadá para que la princesa Juliana de Holanda, exiliada allí por la ocupación alemana, diera a luz y su hija no perdiera los derechos sucesorios a la corona.

En la película las autoridades inglesas no fueron tan amables como las canadienses. Una vez Pimlico se independiza, Inglaterra le corta los suministros, incluyendo la luz y el agua. Estamos en la época de los racionamientos, así que los habitantes de Pimlico deciden levantar las restricciones de alimentos y crear un mercado libre, con lo cual pueden importar divisas. Nada diferente de lo que hacen muchos microestados en la actualidad. La idea acaba siendo un desastre porque, como no hay ningún tipo de control, se comercializa comida de baja calidad o en mal estado y, cuando los compradores se dan cuenta, el mercado libre acaba cerrando. Un caso parecido al de la crisis de la carne mechada de agosto del 2019, en el que la avaricia y la falta de control provocaron una crisis, y acabaron con la empresa responsable.

Ahora está de moda decir que la comida no es sana o que nos está envenenando. El último Eurobarómetro dice que la principal preocupación alimentaria de los europeos es no encontrar restos de plaguicidas en los alimentos. La realidad es que la exposición que tenemos a estos como consumidores es irrelevante. Gracias a la seguridad alimentaria, enfermedades como el tifus y el cólera prácticamente han desaparecido, mientras que otras como la salmonelosis o la listeriosis están controladas, quitando de casos puntuales debidos generalmente a negligencias. Cuando pensamos en la calidad de vida que tenemos hoy, solemos fijarnos en los adelantos de la medicina, como las vacunas o los antibióticos, pero olvidamos que normalmente comemos tres veces al día. Si no tuviésemos un suministro constante de alimentos, y si estos alimentos no fueran seguros, no podríamos lograr los hitos de esperanza de vida y de bienestar que tenemos en la actualidad. La nevera ha salvado más vidas que los antibióticos, y el científico que más vidas ha salvado no es Alexander Fleming, sino Norman Borlaug, el padre de la segunda revolución verde. Un agrónomo, no un médico. No en vano necesitaremos un médico en algunos momentos de nuestra vida, pero a un agricultor, lo necesitamos tres veces cada día.

© Mètode 2020 - 107. Océanos - Volumen 4 (2020)
Catedrático de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia e investigador en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV).