La dama blanca del ADN

ANIRUDH

En 2023, se han cumplido setenta años de la elucidación de la estructura del ADN y de su publicación. El 25 de abril de 1953 se publicaron tres artículos, dos de los cuales estaban firmados con fotos y trabajos experimentales de cristalografía del ADN, uno liderado por Rosalind Franklin y el otro por Maurice Wilkins (ambos del King’s College de Londres). El tercer artículo, de una sola página y un único dibujo, era totalmente teórico; fue escrito por James Watson y Francis Crick (del Cavendish College, en Cambridge) y proponía la famosa estructura en doble hélice del ADN. Nueve años más tarde, solo tres de estos autores recibieron el Premio Nobel: Wilkins, Watson y Crick. Franklin había fallecido de cáncer de ovarios cuatro años antes. Ni los Premios Nobel se dan post mortem ni tampoco se reparten entre más de tres personas.

Watson y Crick son la pareja de científicos más famosa del siglo XX. De ambos, Watson nunca ha destacado por ser una persona ponderada en sus opiniones. De hecho, últimamente ha caído en cierto ostracismo a causa de declaraciones con matices misóginos y racistas. Tampoco en aquella época era mucho más amable con la gente que le caía mal o con la que se había enfrentado, y Rosalind Franklin era muy asertiva en la exposición y defensa de su trabajo. En un libro publicado en 1968, tras recibir el Nobel, Watson contó una historia distorsionada sobre el descubrimiento de la estructura de la doble hélice. A Rosalind Franklin la tildó de «insolidaria, poco atractiva e incompetente», reflejando cómo las opiniones personales subjetivas («insolidaria y poco atractiva») pueden acompañar a una descripción profesional («incompetente»), en un comentario claramente sexista. Según esta historia, cuando Watson vio la famosa imagen 51 –de la que son autores Franklin y Gosslin– se le cayó la venda de los ojos e intuyó directamente la estructura del ADN como una doble hélice; él, que era un novato en cristalografía, intuyó lo que una excelente cristalógrafa no supo ver. Y podríamos preguntarnos qué hay de verdad y qué hay de distorsión en esta realidad que nos han hecho creer durante tanto tiempo. ¿Es realmente cierto que Watson y Crick vieron a hurtadillas la foto y los datos obtenidos por Franklin, gracias a la deslealtad de Wilkins (con quien Franklin también mantenía una pésima relación a pesar de ser compañeros)?

La investigación llevada a cabo, de forma independiente, por Cobb y Comfort (dos biógrafos de Watson y Crick) y publicada en la revista Nature les ha llevado a replantear cuál fue realmente el papel de Rosalind Franklin en el descubrimiento de la estructura del ADN. Esta no es una cuestión menor, ya que Franklin es uno de los referentes femeninos icónicos en ciencia, erigida como muestra del olvido de la contribución científica de las mujeres en un mundo mayoritariamente dominado por el intelecto masculino. Sin embargo, ambos autores cuestionan que Franklin no supiera nada de la doble hélice. Gracias a cartas e informes del archivo de Franklin, han seguido cómo ella fue formulando ideas durante todo su trabajo, cómo las fue comunicando, cómo supo que Watson y Crick sabían de sus avances y deducciones, de forma que la figura 51 no es ni mucho menos «la imagen» que abrió los ojos a Watson y Crick, sino la imagen final que hizo demostrar fehacientemente que el modelo propuesto por ambos concordaba totalmente con los datos experimentales. De hecho, los informes de Franklin demuestran la posición de los fosfatos en el exterior, medidas sobre la distancia de vueltas dentro de la hélice y la simetría en dos cadenas, mientras que Watson y Crick infirieron la complementariedad de bases y las cadenas antiparalelelas. Quizás no hubo un comportamiento ético hasta cierto punto, pero claramente, el descubrimiento de la doble hélice fue cosa de cuatro, y el papel de Franklin está a la altura de la contribución de Wilkins, Watson y Crick. Quizás, más allá de las anécdotas, reivindiquemos la posición de honor que merece la dama blanca del ADN.

© Mètode 2023 - 118. Parientes primates - Volumen 3 (2023)

Profesora titular de Genética de la Universidad de Barce­lona (España), con una amplia trayectoria científica y académica en genética. Dirige un grupo que investiga las bases genéticas de dolencias hereditarias minoritarias, en particular, la ceguera. Es miembro del Instituto de Biomedicina (IBUB), adscrito al CIBERER, y de varias comisiones de bioética. Es cofundadora de la empresa DBGen, dedicada al diagnóstico genético. Ha escrito dos libros divulgativos y tiene una columna semanal de divulgación científica en www.elnacional.cat.