Los calabacines pertenecen a la especie botánica Cucurbita pepo, que resulta ser una especie muy interesante: trabajos recientes la muestran como una de las especies domesticadas desde tiempos más remotos; hay restos de hace aproximadamente 10.000 años. Mucho más antigua que otros cultivos americanos como el tomate o el pimiento, C. pepo fue domesticada inicialmente por sus semillas. Después aparecieron plantas de carne dulce. Pero no acaba aquí su interés: al ser domesticada tan pronto, ha dado lugar a muchas formas diferentes. Una de las muchas formas cultivadas de esta especie, la llamada Zucchini, es el calabacín que acostumbramos a encontrar en los mercados, el que todos conocemos. Pero hay muchos otros tipos.
«Puesto que los calabacines crecen muy rápido, podremos recolectar prácticamente cada dos días»
El calabacín es un cultivo fácil en el huerto: la planta es rústica y de crecimiento rápido, y solo pide luz y calor. Por lo tanto, la sembraremos al pasar el riesgo de helada en el campo. La siembra de las semillas en la tierra da plantas con raíces más profundas y potentes, pero si hace mal tiempo podemos hacer el plantel protegido y después sacar las plantas al bancal. Si hacemos plantel o compramos las plantas, las matas tienen que ser jóvenes cuando las trasplantemos. A veces compramos plantas de vivero con flores; esto no es nada recomendable puesto que la floración y los primeros frutos frenan el crecimiento de la planta, que, de este modo, se endurece. Por lo tanto, habrá que quitar las flores hasta que la planta tenga un tamaño considerable.
En cuanto a la siembra, el marco de plantación para conseguir una planta compacta es de un metro por un metro. Le gustan las tierras fértiles y muy abonadas; también el agua, pero sin embalsar, puesto que es muy sensible a enfermedades de hongos, que aumentan con el exceso de humedad.
Igual que las calabazas, los calabacines tienen, en la misma mata y separadas, las flores de los dos sexos. Aquí el trabajo de las abejas es necesario para polinizar. Las flores masculinas aparecen primero, así que, cuando florecen las femeninas, listas para ser fecundadas, las abejas ya han aprendido el camino. Es conveniente tener dos o más plantas en el huerto para que las abejas encuentren siempre polen disponible, aunque los calabacines son muy productivos y una mata puede dar más de treinta piezas, si todo va bien.
Como vemos, la polinización es delicada. Uno de los aspectos que afecta a este proceso y que preocupa mucho a los hortelanos es la pérdida de flores, lo que provoca que, finalmente, no cuajen frutos. Otra situación que impedirá buenas fecundaciones son las temperaturas por debajo de los 10 u 11 ºC a lo largo del día.
El fruto crece rápidamente: entre cinco y siete días tras la fecundación llega al tamaño comercial de 15 a 20 centímetros de longitud y 3 o 4 de grosor. Realmente todavía es un fruto muy joven, pero las normas de comercialización actuales exigen que sean rectos y que no sobrepasen esas medidas. Esto hace que se rechace una parte muy importante de la cosecha, a pesar de ser piezas excelentes. Nosotros no haremos caso de la normativa y aprovecharemos los frutos hasta que las semillas se marquen mucho.
El calabacín recolectado es muy delicado: se raya y se marca con facilidad ya que la piel es muy fina, así que lo trataremos con mucho cuidado. Puesto que los calabacines crecen muy rápido, podremos recolectar prácticamente cada dos días. Si algún fruto se nos pasa de cosecha, lo dejaremos para semilla. Esto es cuando el calabacín es largo y grande, de color crema a naranja y tiene muchas semillas dentro. Por cierto, tanto las semillas como las flores de los calabacines se comen con provecho. Los mexicanos, que saben mucho de esto, prefieren las flores masculinas de los calabacines a las de las otras calabazas. Dicen que son más digestivas, y se las comen hervidas o fritas. Como vemos, el calabacín es otra maravilla para nuestro huerto.