Cuando el chef de un prestigioso restaurante empieza a perder el sentido del gusto, acude a la Universitat Politècnica de Catalunya para tratar el problema con la última tecnología.
La memoria táctil nos permite formar imágenes en nuestro cerebro gracias a los receptores sensoriales de manos y dedos.
El uso de un flash externo situado en posición cenital, acompañado de una alta velocidad de disparo, me permitió congelar uno de los lengüetazos quimiosensoriales.
El olfato es el menos estudiado de todos los sentidos y estamos aún lejos de conocer las implicaciones funcionales de esta enorme variabilidad genética, pero podemos afirmar que no existen dos narices iguales.