Entrevista a Eduardo Huguet

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Oftalmovet nació en Valencia para llenar un hueco en el mercado. De la mano de Eduardo Huguet, veterinario de animales de compañía especializado en oftalmología, esta clínica se ha forjado una trayectoria de más de diez años de experiencia. El investigador declara pertenecer “al sector puramente privado”, y no tiene ninguna vinculación con el ámbito universitario, aunque no descarta “una investigación conjunta de cara al futuro”. El equipo actual de Oftalmovet lo forman tres veterinarios (contándose a ellos mismos) y un auxiliar.

La clínica se dedica principalmente a curar heridas en los ojos de animales, perforaciones e incluso realiza procedimientos quirúrgicos de cataratas—usando las mismas técnicas que se aplican en oftalmología humana— o tratamientos de glaucoma. “El ojo de un perro o un gato es más problemático que el ojo humano, porque sus particularidades anatómicas lo hacen más inflamable”, explica el doctor Huguet. De momento, está orgulloso del buen funcionamiento del negocio, que además le permite practicar la divulgación. “También nos interesa mucho la formación continua y por eso organizo y participo en encuentros y cursos de formación oftalmológica”.

¿Cómo surgió la idea de crear Oftalmovet?
Estudié tercero de carrera en la Escuela de Veterinaria de Alfort, París. Casualmente el año anterior había conocido a un oftalmólogo francés, encontces aproveche el año Erasmus para pasar algunos ratos en su consulta y me di cuenta de que existía una posibilidad de negocio que no había llegado a España todavía. En los años siguientes me formé para tener los conocimientos necesarios, pero me quedaba la parte de marketing, es decir, darme a conocer en la Comunidad Valenciana. La primera clínica la monté en el año 2000, aunque no fue hasta dos años después que empecé a practicar la oftalmología seriamente. Los primeros clientes eran veterinarios que enviaban casos, y progresivamente empecé a captar clientes gracias a la divulgación. Actualmente funciono mucho por Internet.

¿Cuáles fueron las dificultades más notables con las que se encontró?
El mayor reto fue encontrar clientes. Sin embargo, también me cuesta mucho todo lo relativo a la organización empresarial, hasta el punto de que mi gestión es patética (Bromea). No me gusta hacer números, sino que soy más bien una persona intuitiva. Si no me llegan los clientes, soy consciente del porqué y de por dónde debo tirar. Podría realizar estudios de mercado, pero no me gustan, supongo que me apasiona la parte clínica del negocio. Me planteo contratar a una persona que haga de gestor en el futuro, porque yo no tengo tiempo suficiente para llevar a cabo esas tareas.

¿Qué cree que le ha aportado a su perfil científico el haber emprendido?
Abre muchas puertas para que las empresas de medicamentos y los comerciales del sector veterinario comiencen a contar contigo y busquen tu opinión. Por ejemplo, en Oftalmovet tenemos contacto con un laboratorio francés que nos pide asesoramiento en productos relacionados con una lente intraocular aplicada a la cirugía de cataratas. Es reconfortante ver cómo años después comienzan a llegar los resultados de todo lo que siembras.

Algunos investigadores presentes en el Congreso entienden la crisis como una oportunidad para emprender. ¿Coincide usted con esta visión?
La crisis ayuda a que la gente se reinvente, por lo que se genera un vivero de ideas magnífico. En esta coyuntura hay muchas personas dispuestas a trabajar. Quizá la mayor dificultad sea encontrar crédito, pero creo que cuando hay buenas ideas se encuentra financiación. Quien no tiene trabajo, antes que quedarse quieto podría pensar en ideas y herramientas. Es difícil, pero estoy convencido de que este es una buen momento para emprender. Una vía que me parece muy interesante para explorar es compartir conocimientos entre dos sectores. Por ejemplo, entre un informático que pone sus conocimientos, y los míos de oftalmología, podemos crear un producto sin gastar dinero.

¿Qué opina de la visión tradicional que se ha tenido del investigador emprendedor como traidor a la ciencia?

Ocurría principalmente con los profesores titulares de las universidades, pero creo que esta percepción está cambiando. Mientras que rindan en su trabajo principal, no veo por qué no puede trabajar ese conocimiento en el sector privado de manera paralela. Implica dedicar más horas de su tiempo, pero es perfectamente lícito. Además, ese trabajo debe reportar dinero, se trata de una labor que debe ser premiada. Si Cristiano Ronaldo puede vender sus piernas, ¿por qué no puede un intelectual vender su cerebro?

Pero ese conocimiento se ha desarrollado con herramientas y fondos públicos…

Al sector público también le reporta positivamente la información que consigue mediante dichas investigaciones, además de conseguir beneficios monetarios. Cada intelectual debe encontrar su equilibrio, y ninguno ha de tener vergüenza de recibir dinero por su trabajo.

¿Qué aportó su presencia en el I Congreso Nacional de Científicos Emprendedores?

Yo traté de ser muy sincero con los asistentes en cuanto a mi experiencia, e insistí mucho en relatarles mis errores. Reconociendo tus deficiencias es como más enseñas a los demás y más puedes aprender tú mismo.

Laura Garsando. Estudiante de Periodismo, Universitat de València.
©Mètode 2012.

 

 

«Una vía que me parece muy interesante para explorar es compartir conocimientos entre dos sectores. Por ejemplo, entre un informático que pone sus conocimientos, y los míos de oftalmología, podemos crear un producto sin gastar dinero»

 

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© Mètode 2012