Los primeros pasos y el trasfondo de ‘(ciència)’

La contribución de la revista a la historia de las publicaciones científicas en catalán

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Un compromiso científico y social

La segunda etapa de (ciència)1, revista catalana de ciència i tecnologia, editada durante los períodos 1980-87 y 1990-91 en Barcelona, ​​nació en un momento político y social especial y único. Existían unos movimientos sociales que facilitaban hacer cosas porque las ganas de cambio estaban, porque todo estaba por hacer, porque la gente se posicionaba por un futuro democrático y nuevo, porque los modelos de referencia que había eran de hacía más de cuarenta años. En este contexto había un núcleo de personas entusiasta, motivado, con espíritu crítico y activo, organizado desde finales del franquismo, que pensaba que la ciencia debía tener una vertiente social y que creía en el compromiso social de los científicos.

Cuando todo era posible y las iniciativas progresistas eran bien recibidas en las instituciones gestionadas por personas con firmes convicciones democráticas y con mentalidad abierta, propuestas que muchas veces no correspondían estrictamente a la función de la institución eran bien acogidas, recibían cobijo institucional posibilitando un espacio de reunión y ofreciendo facilidades para cosas tan elementales como hacer fotocopias, almacenar material o usar el teléfono. Todo se hacía sin pedir nada a cambio, con la voluntad por las diferentes partes de contribuir al cambio social para que fuera lo más abierto y participativo, riguroso y democrático posible. La ciencia empezaba a verse como uno de los motores de cambio y la argumentación científica como un aporte indiscutible.

Durante la segunda mitad de los años 70 la Comisión de Investigación del Colegio de Licenciados de Cataluña y Baleares, con sede en Barcelona, ​​jugó un papel clave coincidiendo con los últimos años del decanato de Eulàlia Vintró (1971-77) y gracias a las facilidades que posibilitó la junta del Colegio. La Comisión de Investigación del Colegio de Licenciados de Cataluña y Baleares agrupaba jóvenes científicos becarios, investigadores y profesores de universidad con intereses reivindicativos del puesto de trabajo, preocupados por el papel de la ciencia en la sociedad y por la responsabilidad social del científico. Participaban activamente en la lucha antinuclear, en la defensa del medio ambiente, en la formación e información en temas científicos a las agrupaciones vecinales y grupos de defensa del medio (Comité Antinuclear de Cataluña [CANC], campaña antivertedero del Garraf, defensa de espacios naturales, campaña «Salvem Catalunya per la Democràcia» de la Asamblea de Cataluña, entre otros), en el diseño de la política científica (Congreso de Cultura Catalana), en la formación de enseñantes (Escuelas de Verano), así como en la elaboración de documentos y participación en foros de debate (García y Martínez, 1978).

Cuando el cambio democrático fue una realidad sin marcha atrás, en los inicios de la consolidación, las instituciones fueron recuperando sus estrictas funciones, e iniciativas como la de la Comisión de Investigación fueron presa de las luchas internas y externas para controlar las actividades o para borrarlas del mapa social. El fraccionamiento de las izquierdas y las luchas políticas entre grupos se introdujeron dentro de la organización y, junto con las dificultades en el marco institucional del Colegio, minaron la eficacia y acabaron con la actividad y existencia del grupo.

La gestación de la revista

En este contexto histórico de la Transición se gestionan los orígenes de la revista (ciència). Como en todas las actividades humanas detrás hay unas personas. En el trasfondo de (ciència) está el grupo de amigos de la Comisión de Investigación del Colegio de Licenciados de Cataluña y Baleares, la necesidad de disponer de un vehículo de difusión de los documentos generados, de comunicarse con la sociedad, un deseo de buscar sinergias con otros grupos de actividades complementarias, unas ganas de jugar un papel en el cambio democrático que se producía en el país, un creer en la ciencia como motor de la sociedad y sobre todo mucha ilusión puesta en la construcción de la sociedad futura.

La idea de un medio de comunicación científico se cernía sobre unas cuantas personas, entre ellas el biólogo y periodista Joan Senent-Josa, uno de los miembros más activos de la Comisión de Investigación del Colegio de Licenciados de Cataluña y Baleares, que iba dando vueltas a la idea desde hacía tiempo. Coincidió que en una cena en el piso de la calle Telégrafo de Barcelona donde vivíamos Ricard Molas (que en aquella época tenía una empresa de diseño y comunicación con Martí Metge) y yo, en el que entre otros estaba también Joan Senent-Josa y su pareja Caterina Lloret, profesora de la Escuela Normal, hablábamos de la necesidad de una vía adecuada de comunicación científica. En un momento dado Ricard, que conocía las actividades de la Comisión de Investigación del Colegio de Licenciados de Cataluña y Baleares pero no formaba parte, nos dice: «¡Pues si no existe, hacedla vosotros esta revista!». Nos dejó cortados, callados unos segundos, y acto seguido nos arrancamos a hablar sobre la dificultad que tenía para nosotros hacer una revista sin saber nada de nada de las publicaciones y aún menos de las de divulgación científica. Después de un rato de estar hablando Ricard nos dice: «¡Si no os atrevéis decidme como la deseáis y os la haré yo!». Y de este modo, la cena se convirtió en el punto de partida de la segunda etapa de la revista (ciència).

Para hacer realidad la revista hacían falta algunas cosas: I) comprometer en el proyecto al mundo científico; II) demostrar una continuidad con la revista Ciència de la época de la República; III) el apoyo institucional de unas instituciones democráticas que estaban en los inicios; IV) recursos económicos; V) un apoyo del mundo intelectual progresista; y, sobre todo, VI) mucha ilusión y voluntad de hacerlo.

Un incipiente consejo de redacción comenzó a reunirse para diseñar el contenido de la revista, para hacer propuestas de colaboradores y de números dedicados a temas específicos. Formábamos parte de éste miembros de la Comisión de Investigación del Colegio (las biólogas Montserrat Vallmitjana y Montserrat Ponsà, el farmacólogo Eduard Rodríguez-Farre), así como otros jóvenes científicos (el geólogo Francisco Calvet, el médico Adolf Tobeña y los oncólogos Francisco Xavier Bosch y Pau Viladiu). Poco después se incorporó al comité de redacción Antoni Roca (Roca, 2011), físico de formación e historiador de la ciencia. Teníamos corresponsales en el extranjero aprovechando estancias postdoctorales de algunos miembros de la Comisión de Investigación como el bioquímico Xavier Parés o la socióloga Françoise Breton en Boston, o de amigos como Antoni Lloret, físico nuclear en París, Pere Puigdomenech, físico en Berlín, y Mireia Artis, profesora en la Universidad Nacional Autónoma de México. Roser Nogués llevaba la secretaría de la revista y Joan Senent-Josa preparaba el contenido de los números. Roser era estudiante de medicina y compañera de curso y amiga del hijo de Antoni Tàpies y a través de ella se pudo acceder al pintor, que dio una obra al fondo de arte de la revista.

Ricard Molas y Joan Senent-Josa se entrevistaron con Ramon Margalef, catedrático de Ecología en la Universidad de Barcelona, ​​el ecólogo Ramon Folch y el bioquímico de la NASA Joan Oró para ver cómo respondían a la iniciativa y a fin de obtener su apoyo, y con alguno de ellos se mantuvo el vínculo. Cuando se constituyó el consejo asesor formaron parte de él junto con el filólogo Jordi Carbonell, el médico Josep Laporte, el geólogo Lluís Solé Sabaris, y el matemático Eduard Bonet y el ingeniero industrial Gabriel Ferraté que se incorporaron a partir de los números 3 y 4/5 respectivamente.

Para asegurar la continuidad con la primera etapa de la revista Ciència, Joan y Ricard solicitaron entrevistarse con Ramon Peypoch i Pich, fundador en 1926 de la revista Ciència durante la República, para pedirle que les cediera el nombre para hacer la nueva revista. Peypoch estuvo encantado de que un grupo de jóvenes entusiastas resucitara la iniciativa y no puso ningún problema.

Del proyecto a la realidad

Los hermanos Vicens, de la editorial Vicens Vives, se mostraron interesados ​​cuando se les explicó el proyecto e hicieron una aportación económica a la revista. Pere Vicens formó parte del consejo editorial desde el primer número. Francesc Solé, físico que había estudiado en la Alemania del Este, también contribuyó económicamente. Aunque los recursos económicos eran insuficientes, la ilusión por el proyecto suplía las carencias y Ricard Molas decidió jugársela y seguir adelante con la revista. Se presentó el proyecto al presidente Tarradellas, que se mostró verdaderamente interesado y se comprometió a apoyarlo. Pere Vicens, Joan Senent-Josa, Joan Oró y Ricard Molas se entrevistaron también con Jordi Pujol.

En agosto de 1979 se hizo una primera presentación del proyecto a los medios de comunicación; La Vanguardia, Tele-eXpres, El Correo Catalán y Mundo Diario, los diarios de mayor tirada en la época, se hicieron eco. El 18 de abril de 1980 se hizo el anuncio de la inminente aparición de la revista y Antoni Roca recuerda que ese día no las tenía todas: «estábamos presentando algo que todavía no existía y donde todo estaba por hacer». Para presentar la revista se preparó un dossier de diseño muy innovador con una reproducción del original de Antoni Tàpies creado expresamente para la revista (ciència), con un dibujo de Jaume Perich hecho para la revista en el que se interpreta la evolución como una escala que va del chimpancé al hombre a través de la ciencia, y cartas de apoyo al proyecto de Ramon Espasa, consejero de Sanidad y Asistencia Social, Pere Pi Sunyer, consejero de Educación y Cultura de la Generalitat, y Enric Casassas, presidente de la Sección de Ciencias del Institut d’Estudios Catalans. También contaba con el apoyo de artistas plásticos catalanes, entre ellos Antoni Tàpies, Joan Guinovart, Joan Miró, Albert Rafols Casamada, Joan Hernández Pijoan, Joan Pere Viladecans y Antoni Clavé. Se presentaba el equipo de (ciència): el comité científico (Jordi Carbonell, Josep Laporte, Ramon Margalef, Joan Oró y Lluís Solé Sabaris), el consejo editorial (Martín Médico, Ricard Molas, Francesc Solé y Pere-Joan Vicens), el consejo de redacción ligeramente diferente de lo que después se concretó (Manuel Sacristán, Eduard Bonet, Francesc Solé, Ramón Carbó, Montserrat Ponsa, Montserrat Vallmitjana, Josep Maria Camarasa, Francesc Calvet, Joan Prat, Eduardo Rodriguez-Farré, Francesc Xavier Bosch , Pau Viladiu, Adolf Tobeña, Eduardo Averbuj, Lluís Marquet, Laura Tremosa, Rafael Aracil y Jordi Porta), el director Joan Senent-Josa y la secretaria Roser Nogués.

Un largo listado de más de sesenta científicos, la mayoría jóvenes promesas pero también ilustres catedráticos y rectores, firmaban el manifiesto de apoyo a la creación de una «revista científica catalana con la voluntad de contribuir al restablecimiento cultural de los Países Catalanes y para contribuir a la normalización del catalán como lengua de expresión científica».

En el texto que acompañaba la presentación se justificó la necesidad de hacer ciencia en catalán en el contexto del momento histórico de reconstrucción política y cultural, y se dice, entre otras, que «un país de espaldas a los avances científicos y tecnológicos, o un país sin conciencia y voluntad de hacer suyas las modalidades y transformaciones de la ciencia y la tecnología actuales, es un país muerto o hipotecado». Se hacía referencia a las iniciativas previas que fueron significativas: Crónica Científica (1878-1892) y Ciència, revista catalana de ciència i tecnologia (1926-1933). La primera, editada en castellano a iniciativa de Rafael Roig i Torres; la segunda, que se empezó a publicar en febrero de 1926, fundada y dirigida por Ramon Peypoch i Pich, fue la primera revista de divulgación y comunicación científica redactada totalmente en catalán.

los primeros obstáculos

(ciència), la nueva revista Ciència, se presenta como continuadora de la obra iniciada en la primera, haciendo patente que Peypoch i Pich está entre los impulsores del proyecto, a la vez que llena el vacío de la inexistencia de revistas catalanas divulgación científica. La nueva revista (ciència) es ambiciosa, se presenta para conseguir varios objetivos: ser una revista de comunicación entre científicos y de divulgación, útil para enseñantes y estudiantes, y al alcance de todos los ciudadanos con inquietudes culturales, a la vez que pretende contribuir a reducir el divorcio existente entre la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas en el marco económico catalán, y finalmente quiere ser un instrumento eficaz para contribuir a la proyección internacional de la cultura catalana.

La presentación del primer número se hizo en el Salón de Ciento del Ayuntamiento de Barcelona el 3 de julio de 1980. El salón lleno hasta la bandera, tal como eran los actos en aquellos días de efervescencia con la gente ávida de novedades y ganas de participar (Editorial (ciència) 1981). De allí salimos todos con el primer número de la revista que aparecía con una portada impactante hecha por Enric Satué en la que se veía un sugerente montaje fotográfico con unas gafas de sol sobre la punta de un cañón/manga del que mana una gota negra, dedicado a la crisis energética. El número tenía un diseño muy cuidado, muy innovador, totalmente rompedor con lo que se podía ver en las revistas editadas hasta el momento.

En esta etapa Joan se encarga de buscar los artículos y contactar con los redactores, Ricard de la gerencia y de la presentación y promoción, y Antoni Roca lleva la tarea de seguir el día a día que permita que los números salgan puntualmente. Con la incorporación de Antoni Roca las cosas funcionan con orden, pero los problemas económicos continúan y ponen de manifiesto la falta de capital inicial.

Del primer número se hace una tirada de 12.000 ejemplares para asegurar una amplia distribución y como campaña promocional para asegurarse de que llega a todas partes. Los otros la tirada era de unos 5.000. La revista estuvo muy bien acogida, rápidamente se consiguieron un millar de suscriptores privados, una buena presencia en la calle con una más que aceptable venta en los quioscos y librerías.

Las dificultades económicas mejoran algo con la promesa de una ayuda de la Generalitat que, aunque se mostró interesada, no se concretó más allá de la suscripción de las bibliotecas de la Diputación recientemente traspasadas a la Generalitat y de los centros de investigación. La contribución se visualizó a partir del número 5/6, cuando la revista se hizo eco de convocatorias y nombramientos relacionados con búsqueda de la Generalitat. Dicho número, además de una entrevista a Ramon Margalef, incluía una reseña sobre la constitución de la Comisión Interdepartamental de Investigación e Innovación Tecnológica y estaba dedicado al futuro de las ciencias.

Se inicia una nueva ronda de visitas: esta vez Ricard llama a la puerta de Pere Duran Farell (Gas Natural) y Salvador Millet i Bel (La Caixa de Pensions). Él mismo y Joan Senent visitan a Salvador Dalí en Port Lligat; el pintor propone hacer un holograma que no se llegó a materializar. Las ayudas no se concretan, las nuevas aportaciones no llegan y la presión de los acreedores es insostenible. Ricard, hasta el momento socio mayoritario, vende su parte de la revista a Francesc Solé.

Tiempo de cambios

El número 5/6 de junio de 1981 es el número del cambio gerencial. La gerencia pasa de Ricard Molas a Antoni Roca y la propiedad de Molas a Solé. Este número y algunos más ya estaban diseñados, y los textos entregados, corregidos y con la fotocomposición realizada, ya que durante aquellos meses ni el consejo de redacción dejó de reunirse ni el equipo gestor dejó de hacer su trabajo. La revista vio la luz mensualmente durante el 1981 y el 1982, un par de números correspondían a dos meses juntos y sólo en noviembre del 81 no salió ninguno. Bajo la gestión de Antoni Roca, la propiedad de Solé, y con Joan Senent-Josa que sigue como director científico, la revista cambia ligeramente el diseño gráfico para facilitar la edición manteniendo la huella inicial Satué, y no siempre se hacen números dedicados a un tema específico. Hasta el número 29 Antonio Roca lleva la gestión y consta en los créditos como gerente y a partir del número 30 Francesc Solé consta como director de la publicación desapareciendo la figura gerencial, indicando un nuevo momento de crisis interna en la gestión de la revista. Algunos cambios lo ponen de manifiesto, como el acompañamiento de firma en algunas editoriales. A partir de 1986 Joan Senent-Josa deja la dirección científica, la revista cambia de formato, cambian los contenidos y cambian también durante un tiempo las características portadas que habían dado personalidad a (ciència). Sin embargo se sigue editando con regularidad hasta el número 63 (1987) con una tirada muy limitado de ejemplares prácticamente reducido sólo a los suscriptores. Finalmente, después de una larga parada, se reanuda la publicación en 1990 y se publica hasta el número 73 (1991) que es el último número de (ciència).

 

«Había un núcleo de personas entusiasta, con espíritu crítico y activo, organizado desde finales del franquismo, que pensaba que la ciencia debía tener una vertiente social y que creía en el compromiso social de los científicos»

«La idea de un medio de comunicación científico se cernía sobre unas cuantas personas, entre ellas el biólogo y periodista Joan Senent-Josa, uno de los miembros más activos de la Comisión de Investigación del Colegio de Licenciados de Cataluña y Baleares»

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La nueva (ciència) se presentaba como continuadora de la obra iniciada por la revista Ciència de la época de la República. En la imagen, portada del número 1, publicado en 1926. 

 

«Un largo listado de más de sesenta científicos firmaban el manifiesto de apoyo a la creación de una «revista científica catalana con la voluntad de contribuir al restablecimiento cultural de los Países Catalanes y para contribuir a la normalización del catalán como lengua de expresión científica»»

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El dossier de presentación de (ciència) incluía la reproducción de un original de Antoni Tàpies creado expresamente para la revista (arriba) y un dibujo de Jaume Perich (abajo).

«Del primer número se hace una tirada de 12.000 ejemplares para asegurar una amplia distribución y como campaña promocional para asegurarse de que llega a todas partes»

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Portada del primer número de (ciència), diseñada por Enric Satué. 

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Portadas de los números 63, 64 y 73 de (ciència).

El diseño inicial de los contenidos, que nos planteamos en el consejo de redacción, contemplaba un tema destacado en cada número, candente, de los que no se hablaba en ninguna parte, y con una entrevista a un científico reconocido que hacía algún colaborador conocedor del tema. Gracias a la digitalización que ha hecho el Institut d’Estudis Catalans los contenidos de la revista se pueden consultar en http://revistes.iec.cat/index.php/CIENCIA2/index (Vallmitjana, 2013). Se puede ver la participación de científicos de alto nivel, nacionales e internacionales, algunos reconocidos con el premio Nobel, medalla Fields o premio Príncipe de Asturias.

Muchos son los que pusieron su grano de arena a lo largo de la vida de (ciència). Joan y Ricard en la gestación con Antoni y Francesc en los inicios. Todos los que contribuimos aportando ideas y tiempo en aquellos consejos de redacción y haciendo el trabajo que venía después para contactar con los colaboradores y entusiasmarlos para que aportaran su contribución en forma de artículo. Todos los autores de los artículos que contribuían puntualmente y desinteresadamente, los colaboradores en secciones fijas, entrevistadores y entrevistados, los que estuvieron en la gestión del día a día: secretarias, correctores, paginadores, traductores… Muchos con dificultades para cobrar a tiempo el trabajo hecho. Y los lectores, suscriptores que me consta que esperaban la llegada de la revista y se preocupaban por el retraso si no la veían en el quiosco. Fue un proyecto bonito que no habría sido posible sin una buena dosis de ingenuidad y de inconsciencia, sin la capacidad de soñar y vivir sin tener los pies en el suelo de los que más fuertemente se implicaron.

1. Escrito entre paréntesis como era la grafía de la palabra «ciència» en el logotipo de la revista (ciència), revista catalana de ciència i tecnologia. (Volver al texto)


Referencias

Editorial (1981). (ciència) revista catalana de ciència i tecnologia, 12, 4.
Garcia, M. & Martínez, E. (1978). Evolució i valoració de la Comissió d’Investigació del Col·legi de Doctors i Llicenciats de Catalunya i Balears. En J. Alsina, P. Bohigas, & J. Casassas (Eds.), La Recerca als Països Catalans: llibre d’homenatge a Jordi Rubió i Balaguer (pp. 277­–302). Barcelona: Secretariat de l’Àmbit de Recerca del Congrés de Cultura Catalana.
Roca, A. (2011). Una experiència inoblidable…per moltes raons! Mètode, 69, 38. Consultado en https://metode.cat/Revistes/Article/Una-experiencia-inoblidable-per-moltes-raons
Vallmitjana, M. (2013). Ciència magazine, second period (1980-1991): Recovering normality for catalan scientific language. Contributions to science, 9, 177–182.

Montserrat Ponsà Fontanals. Catedrática emérita de Biología Celular de la Universidad Autónoma de Barcelona.
© Mètode 2015.

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«El diseño inicial de los contenidos contemplaba un tema destacado en cada número, candente, de los que no se hablaba en ninguna parte»

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Catedrática emérita de Biología Celular de la Universidad Autónoma de Barcelona.