Miguel Ángel Sabadell, editor de ciencia de la revista Muy Interesante, nos habla de la búsqueda del interés en el lector de ciencia y de cómo, en palabras del editor, «la ciencia vende». En la actualidad, Muy Interesante es la revista de ciencia más leída en España y la más seguida en Twitter. ¿Cómo consiguen tanta popularidad? Miguel Ángel Sabadell nos muestra las claves de la divulgación científica en su revista.
Uno de los problemas a los que se enfrentan los periodistas es cómo tratar la información científica para hacerla atractiva y divulgativa. ¿Cuáles cree que son las claves para atraer al lector? Este problema está presente en cualquier otro tema a tratar por los periodistas. ¿Cómo haces que sea legible un reportaje de política? Primero hay que conocer la materia, y después buscar un enfoque diferente, cuidar el titular, el comienzo del artículo, porque es la única manera de enganchar al lector para que siga leyendo. Y estas técnicas no solo son para periodismo científico, sino para cualquier otro. Tienes que conocer cuáles son los intereses de la gente, pero lo importante es la creatividad y el conocimiento previo del tema.
¿Cuáles cree usted que son las principales diferencias entre el mundo de la ciencia y el del periodismo? ¿Son irreconciliables? Para mí la principal diferencia es que tienen dos objetivos muy diferentes. El científico lo que busca es conocer el mundo y el reconocimiento de sus compañeros. Y el periodista busca entretener e informar, pero sobretodo unos niveles de audiencia. El equilibrio entre ambos mundos es muy inestable. El científico a veces olvida una cosa muy importante: lo que interesa al científico no tiene por qué interesarle al público. Y tampoco sabe relacionarse con un periodista. Depende del medio: si hablas para televisión, tienes 30 segundos, para radio es otro enfoque. El periodista también debe conocer el mundo de la ciencia para escribir bien un artículo. Y de todo esto vienen los choques entre estos dos mundos.
¿Cuál de estas dos opciones cree que es preferible para su revista de divulgación científica: periodista con nociones de ciencia o científico con conocimientos de periodismo? Necesitas un divulgador. Personalmente, me da igual de donde venga y la formación que tenga. Si divulga bien, da igual de donde proceda. Que alguien sepa de ciencia no implica que sepa divulgar, y que sepa divulgar no implica que sepa hacerlo sobre ciencia. Entonces tienes que saber divulgar ciencia, independientemente de donde procedas.
Las redes sociales y la era de la información han modificado la realidad comunicativa. ¿Qué ha cambiado en su revista con las nuevas tecnologías? ¿Cree que en su ámbito el periodismo impreso tiene futuro? Es curioso, porque a lo largo de los últimos años, hemos rebajado la extensión de nuestros artículos. Se publica menos texto y más fotografías y ahora estamos viviendo la era del conocimiento débil: existen los 140 caracteres de Twitter que no dan para mucho. Tienes que adaptarte a estos nuevos medios, pero teniendo en cuenta que hay cosas que hay que contar con cuidado y con detalle. Y eso no se puede perder. Yo creo que el medio escrito que no estará en internet es el de reflexión, el que profundiza y te da el panorama completo. El resto es para informaciones puntuales que no te van a dar una reflexión global.
Vuestra revista es la revista más seguida en Twitter, ¿cómo explica usted esa gran popularidad? La gente que lo lleva se ha dedicado plenamente a ello y lo está haciendo muy bien. Yo creo que es el efecto «oveja mansa» nadie sabe por qué funciona pero al final el rebaño lo manda alguien aunque nadie sabe quién ha sido. Se ha apostado muy fuerte por ello. Hemos sido la primera revista que ha salido para iPad en España. Y la gente, cuando le das cosas interesantes y que le gustan, responde.
«El científico a veces olvida una cosa muy importante: lo que le interesa a él no tiene por qué interesarle al público»
«A lo largo de los últimos años, hemos rebajado la extensión de nuestros artículos. Se publica menos texto y más fotografías y ahora estamos viviendo la era del conocimiento débil»