Comida e interacción social han ido siempre de la mano. Muchos de los grandes acontecimientos de la vida los celebramos a través de las comidas. También las diversas ingestas regulan nuestro día a día. La comida no es solo una necesidad vital sino también una actividad a través de la cual nos relacionamos con los otros. Y, sin embargo, los hábitos alimentarios son algo cambiante, que está sometido a la nueva información disponible, pero también a modas y a las circunstancias del contexto. Así lo hemos visto, por ejemplo, durante el confinamiento por la crisis sanitaria del coronavirus. Un estudio reciente ha mostrado que, en esta etapa, se ha detectado un aumento en el consumo de snacks y alimentos ultraprocesados en aquellas personas que presentaban un estado de ánimo más bajo. Pero, por otro lado, también hemos visto que en esta etapa de emergencia sanitaria se ha incrementado el tiempo invertido en cocinar o en aprender a elaborar determinadas comidas.
En las últimas décadas se han multiplicado los esfuerzos para ofrecer una información fiable sobre alimentación saludable. Pero, de igual manera, junto a los consejos alimentarios basados en la evidencia, encontramos mensajes sin ningún tipo de fundamento científico que gozan de un amplio eco a través de los medios sociales. Las campañas y recursos destinados a concienciar sobre la importancia de seguir una alimentación saludable no han evitado el aumento de problemas como la desnutrición y la obesidad que están relacionados con un mayor riesgo de sufrir varias dolencias no transmisibles. En la mayoría de los países más desarrollados la escasez sufrida por muchas personas de las generaciones anteriores ha dado paso a la opulencia en un contexto marcado por una producción y distribución que a menudo pasa por determinadas empresas transnacionales. Como dice el antropólogo Marvin Harris, a quien hemos homenajeado con el título de este número: «en un grado cada vez mayor, lo que es bueno para comer es lo que es bueno para vender». Por eso, nos aconseja: «Para comer mejor tenemos que saber más sobre las causas y consecuencias prácticas de nuestros mudables hábitos alimentarios. Tenemos que saber más sobre el aspecto nutritivo de los alimentos y tenemos que saber más sobre su aspecto lucrativo». Este monográfico responde a esta idea de saber más, de ayudar a entender mejor las relaciones entre sociedad, alimentación y salud.