Una de las descripciones literarias más bellas del universo se puede leer en las páginas finales de La república de Cicerón. Se trata de un sueño: Publio Cornelio Escipión el Africano se lleva a su nieto a contemplar las estrellas desde una especie de mirador celeste de la Vía Láctea. Allá, le describe el firmamento y le dice: «Más allá de la Luna, todo es eterno». Ahora bien, por mucho que esta imagen de inmensidad infinita sea muy sugerente y encaje con el pensar popular, hoy sabemos que no es cierta. Con bastante precisión podemos decir que el universo tiene una edad de 13.800 millones de años y que sí, empezó con el big bang y que, además, un día morirá.
Katie Mack, una astrofísica joven y muy comprometida con la divulgación del conocimiento del cosmos, ha publicado un ensayo bellísimo que repasa la historia del universo y que explora cinco de sus posibles finales. Se trata de un camino hecho a base de hipótesis y de preguntas, pero también de los importantes descubrimientos que se han llevado a cabo en las últimas décadas: en 1998, por ejemplo, tuvimos la certeza de que el universo se está expandiendo de manera acelerada; también ahora sabemos que dentro de 4.000 millones de años la galaxia Andrómeda chocará con nuestra Vía Láctea y que, de las dos, se creará una sola; y, en buena parte, los astrofísicos tienen más capacidad para afinar un posible final del cosmos puesto que, gracias a los mapas de frecuencia de microondas del firmamento, cada vez disponen de más información sobre cómo se produjo el big bang y cómo evolucionó el universo a partir de entonces.
Si se invirtiera su expansión, el cosmos asistiría al big crunch o gran implosión, la primera muerte que Mack explora en la obra. Se trata quizás de la noción de final que más predicamento tuvo hace unos años entre los científicos, pero Mack advierte que probablemente el universo lo eludirá. El segundo final posible es la muerte térmica que tendrá lugar si la expansión no se para: las galaxias quedarán aisladas unas de otras, las estrellas se sumergirán en la negrura y se evaporarán los agujeros negros. La hipótesis que tiene más números, para Mack, es la tercera, una de las más drásticas, denominada big rip: las estrellas de los márgenes de las galaxias se desviarán de sus órbitas regulares y los planetas estallarán. La penúltima muerte posible se producirá si empieza a expandirse una burbuja de vacío causada por un acontecimiento de alta energía. Y finalmente, la hipótesis del gran rebote, la última descrita, nos pone ante un universo cíclico que se cierra con un gran cataclismo, pero que después recomienza.
El ensayo está admirablemente concebido porque la profesora de la Universidad Estatal de Carolina del Norte no pierde ocasión de exponer detenidamente todos los conceptos complejos que le salen al paso: la recurrencia de Poincaré, la teoría general de la relatividad de Einstein, la física de partículas… Todo se explica con detalle, con toques de humor, con metáforas comprensibles y con diagramas que proporcionan una buena aclaración visual. Fascinada por la estructura profunda de la realidad, Katie Mack ha escrito una gran historia del todo, y con ella ha desmentido a Escipión: lo que existe más allá de la Luna no es, ni mucho menos, eterno.
Reseña actualizada el 7 de octubre de 2021.