Ciencia para superar los prejuicios

ilustr CIENCIA PARA SUPERAR LOS PREJUICIOS

Ilustración: Perico Pastor

Si habéis trabajado en una oficina con mujeres y hombres, seguramente habréis observado que no solemos coincidir en el punto ideal del termostato. Cuando la discusión se cierra recurriendo a la temperatura estándar recomendada, el resultado suelen ser hombres en manga corta y mujeres con chaqueta en verano dentro de la oficina. La razón la podemos encontrar en lo que Caroline Criado Pérez llama el «mito de la universalidad masculina » en su libro Invisible women, galardonado en 2019 por la Royal Society con el premio al mejor libro de ciencia del año, y recientemente traducido al español como La mujer invisible por Seix Barral. Tal como explica esta periodista británica, la fórmula para determinar la temperatura estándar se desarrolló en la década de los setenta basándose en la tasa metabólica en reposo de un hombre de unos cuarenta años y setenta kilos. Una fórmula que no tuvo en cuenta las características del metabolismo femenino..

«A los hombres se les da por supuesto y a las mujeres no se las menciona. Porque cuando nos referimos a lo humano, en un sentido general, nos referimos al hombre», explica la autora. La mujer invisible nos presenta un mundo diseñado a partir de una «brecha de datos de género» donde el hombre se entiende como lo estándar y la mujer como una desviación. En un contexto en el que cada vez más los macrodatos nos permiten crear algoritmos que automatizan y mejoran las decisiones humanas, el libro alerta de que hay que tener también en cuenta que la brecha de datos de género existente puede dar como resultado un funcionamiento sesgado de las inteligencias artificiales. Como recuerda la autora en diferentes ocasiones, no se trata de un sesgo malintencionado o deliberado, sino que es consecuencia de siglos de decisiones tomadas desde la esfera masculina. Las mujeres, simplemente, eran invisibles. Es necesario, pues, incluir la perspectiva de género en las decisiones políticas, científicas y públicas. Porque, como nos recuerda la autora, a menudo uno de los objetivos cuando se crea un algoritmo es eliminar los prejuicios humanos, pero olvidamos que, si simplemente recopilamos los datos sin tener en cuenta estos mismos prejuicios, el algoritmo continuará perpetuando los mismos sesgos e injusticias.

portada la mujer invisible

La mujer invisible 
Descubre cómo los datos configuran un mundo hecho por y para los hombres
Caroline Criado Pérez 
Traducción de Aurora Echevarría. Seix Barral. Barcelona, 2020. 528 páginas.

Sesgos que en ocasiones tienen como consecuencia que las mujeres pierdan más tiempo en sus desplazamientos o que tengan dificultades para acceder a ascensos o puestos de trabajo, pero en otras ponen en riesgo directamente su vida: desde el diseño de cinturones de seguridad o de chalecos antibalas hasta los niveles considerados seguros en la exposición a determinados tóxicos en contextos industriales. Algunos de los puntos analizados en el libro toman especial relevancia en la actualidad, como el hecho de que, tras situaciones de catástrofe como una pandemia, los datos de género se suelen dejar de lado, cuando son precisamente las mujeres las principales afectadas por las consecuencias de estas crisis.

Si el libro de Criado Pérez se esfuerza en destacar como las características de las mujeres no se han tenido en cuenta a la hora de diseñar el mundo en el que vivimos, otro libro traducido en 2020, El género y nuestros cerebros, de la neurocientífica Gina Rippon, analiza como la ciencia en ocasiones ha subrayado las diferencias existentes en algunos aspectos que realmente no lo son. Puede parecer paradójico, pero tanto el libro de Criado Pérez como el de Rippon ofrecen dos caras del mismo problema. De hecho, coinciden en varios puntos, como que la asociación de la inteligencia con el sexo masculino enseña a las niñas desde bien pequeñas a aceptar que hay disciplinas que no están hechas para ellas. Rippon, catedrática emérita de Neuroimagen Cognitiva de la Universidad de Aston (Reino Unido), revisa los viejos argumentos sobre las diferencias entre hombres y mujeres, revisita el debate sobre la construcción social de los diferentes estereotipos de género y reflexiona sobre el entramado existente entre cultura y cerebro.

«Estos libros tienen en común la reivindicación de una buena ciencia, que permita enfrentarse sin prejuicios a las diferencias (o similitudes) entre hombres y mujeres»

La neurocientífica se pregunta si quizás hemos dedicado tanto esfuerzo a responder una pregunta sobre las diferencias entre dos grupos, hombres y mujeres, que al final no son realmente dos grupos. ¿Debemos cambiar el enfoque a la hora de estudiar nuestro cerebro? Y partiendo de estas cuestiones, recoge, entre otros aspectos, como las investigaciones más recientes empiezan a poner en duda los atributos propuestos por la psicología para diferenciar el comportamiento de hombres y mujeres, para llegar a la conclusión de que somos más similares que diferentes. El libro tampoco rehúye cuestiones que pueden resultar controvertidas actualmente: si no existe el cerebro masculino y femenino, ¿de dónde proviene nuestra identidad de género?

portada el género y nuestros cerebros

El género y nuestros cerebros
La nueva neurociencia que rompe el mito del cerebro femenino
Gina Rippon
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2020. 496 páginas.

El género y nuestros cerebros no deja indiferente a nadie, como demostró el intenso debate en redes que suscitó el año pasado la publicación en Nature de la reseña de la edición en inglés del libro (The gendered brain, un título con más intencionalidad que su traducción española). El debate entre lo social y lo biológico viene de lejos, pero, como asegura Rippon, investigar las diferencias sexuales seguirá siendo crucial, también en el área de la neurociencia; lo que es necesario es evitar las explicaciones incompletas o sesgadas.

Estos dos libros tienen en común la reivindicación de una buena investigación, de una buena ciencia, que permita enfrentarse sin prejuicios a las diferencias (o similitudes) entre hombres y mujeres. Porque, como se pregunta Rippon, ¿las mujeres sufren más depresión por los factores biológicos o por los sociales? ¿O por una mezcla de ambos? Para poder responder a esta pregunta, hay que hacerse las preguntas adecuadas. Y para eso, como reclama Criado Pérez, la perspectiva de género en la investigación es la clave.

© Mètode 2020 - 105. Estándares - Volumen 2 (2020)