Frederic Amat

Todo lo que puedo decir de Frederic Amat y de su obra tiene dos partes bien diferenciadas. La primera es totalmente subjetiva y sesgada por el afecto que le tengo, ya que lo conozco y lo he visto crecer como persona y como artista. Lo he tenido en la escuela desde que empezó a ir hasta que acabó los estudios secundarios, ya adolescente, y además vivía en una casa justo delante de la escuela y por la noche, desde mi residencia cerca del edificio escolar, veía la luz de la ventana de su estudio o habitación encendida y un día que le pregunté qué hacía levantado a aquellas horas de la noche, me dijo que dibujaba y pintaba.

Más tarde, cuando me convencí de su pasión por la pintura, lo recomendé a un buen amigo y director del Teatre Lliure, Fabià Puigcerver, un artista consagrado, para que aprendiese como mínimo a hacer decorados, que el camino del pintor solía ser largo y pesado. Nada más diré que cuando Frederic decidió, tras años de aprendizaje, acabar la colaboración y buscar nuevos caminos, Fabià me preguntó si le podía enviar «otro chico como Frederic Amat», pero eso ya es otra historia.

Me reafirmó en la firme vocación artística de Frederic el hecho de que, tan cerca de los escenarios y de la gente de teatro, nunca se sintió tentado por hacer de actor, ni por la pequeña o gran vanidad y alimento del ego que todos los jóvenes suelen tener: a él le apasionaban las formas y los colores y basta. Una vocación, una dedicación, decididas desde el primer momento, desde los momentos de la ventana iluminada en la entrada de la noche. De manera que, como persona, tengo a Frederic como un familiar próximo, entrañable, como un amigo que no se aparta nunca por lejos que esté.

Después está la segunda parte, y es la de su obra, sus obras. No soy crítico de arte y sus cuadros y obra gráfica en general me producen un efecto especial, como una iluminación, como un camino nuevo que me sale al paso, que solo encuentro en algunos artistas, los que me gustan, claro. En este aspecto procuro ser objetivo. El trabajo creativo de Amat con los signos y símbolos, con la combinación de formas y colores, es inusual, fantástico en el sentido de lleno de fantasía y de sugestiones, el camino de un mundo nuevo del que el autor nos ofrece las claves secretas y los enigmas por adivinar. Cada nueva obra es un universo por descubrir, a veces solo por las huellas que deja el misterio. La verdad, la bondad, la belleza… siempre se esconden y hay que descubrirlos. Después de pasar por la tierra de Frederic Amat, los ojos se acostumbran a mirarlo un poco todo de otra manera, de otra forma. ¡Mucha vida, y muchos signos por entrar!

Emili Teixidor. Escritor. Premio Jaume Fuster de los Escriptors en Llengua Catalana (2011)
© Mètode 72, Invierno 2011/12.

 

«Los cuadros y obra gráfica de Frederic Amat me producen un efecto especial, como una iluminación, como un camino nuevo que me sale al paso, que solo encuentro en algunos artistas,
los que me gustan, claro»

Número 72 (2011/12): Botánica estimada

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Frederic Amat. «Serie botánica», 2011. Tinta china sobre papel, 21×28 cm.

Frederic Amat. «Serie botánica», 2011. Tinta china sobre papel, 21×28 cm. Frederic Amat. «Serie botánica», 2011. Tinta china sobre papel, 21×28 cm. Frederic Amat. «Serie botánica», 2011. Tinta china sobre papel, 21×28 cm. Frederic Amat. «Serie botánica», 2011. Tinta china sobre papel, 21×28 cm.
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Frederic Amat. «Serie botánica», 2011. Tinta china sobre papel, 21×28 cm. Frederic Amat. «Serie botánica», 2011. Tinta china sobre papel, 21×28 cm. Frederic Amat. «Serie botánica», 2011. Tinta china sobre papel, 21×28 cm. Frederic Amat. «Serie botánica», 2011. Tinta china sobre papel, 21×28 cm.

Número 56
(2007/08): Materia de arte
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Frederic Amat, Tríptico de las ruinas del recuerdo, 2008. Frederic Amat, Tríptico de las ruinas del recuerdo, 2008. Frederic Amat, Tríptico de las ruinas del recuerdo, 2008.  
© Mètode 2011

Escritor. Su última novela es Pan negro, con la que ganó los premios Joan Crexells 2003, Lletra d’Or 2004 y Premio Nacional de Literatura 2004.